Retuvieron a Mario Vargas Llosa tras su llegada a Venezuela
CARACAS.- Mario Vargas Llosa sorbe su primer café tras cuatro horas ominosas. En cuanto se abrieron las puertas del avión que lo llevó a Venezuela, un funcionario bolivariano se le acercó y le advirtió que, como extranjero, no podía hacer comentarios políticos mientras permaneciera en el país.
Le respondió que él era libre y que diría lo que quisiera. Minutos después, otros agentes lo demoraron en la Aduana, revisaron todas sus pertenencias, leyeron hasta sus cartas privadas, retuvieron su pasaporte y, como ocurrió el lunes pasado con su hijo Alvaro, le recomendaron otra vez que se portara bien. Si no, sería deportado.
La noticia corrió en cuestión de minutos, porque el escritor peruano logró comunicarse con los organizadores del foro de pensadores, políticos y periodistas liberales al que planeaba asistir hoy. Pero también porque decenas de pasajeros que lo reconocieron en el aeropuerto internacional de Caracas comenzaron a vivarlo, abuchearon a quienes hurgaban en sus maletas y llamaron a los medios de comunicación locales para alertar sobre lo que estaba ocurriendo. El escritor, además, debió luego afrontar un segundo incidente, cuando salió y en la calle lo esperaban manifestantes chavistas para insultarlo.
Allí no se acabó todo. Frente al hotel donde se aloja, al igual que otros invitados del Centro de Divulgación del Conocimiento Económico para la Libertad (Cedice), promotor de las ideas liberales en Venezuela, se congregó un centenar de manifestantes que gritaba contra "los enviados de la CIA", "del imperio" (por Estados Unidos) y de "la extrema derecha".
Ya ante la prensa, sin embargo, el autor de La ciudad y los perros , Conversación en la Catedral y La fiesta del chivo evitó la confrontación directa con el gobierno venezolano. "Se trata de incidentes menores, gajes del oficio para la gente comprometida con la democracia", dijo. Pero también aclaró que no callará sus ideas. "Estando en la tierra de Bolívar, no deberían ponerle cortapisas al libre pensamiento", afirmó.
Pero de inmediato enfrentó el primer escollo. "Ojalá pudiéramos tener un debate civilizado con quienes no creen en la democracia, en las libertades, quienes creen en una «revolución», en políticas estatistas, en ideas colectivistas, estatistas, de partido único, que no desean la libertad, sino crear sistemas totalitarios", recalcó. Y hasta bromeó sobre quienes lo demoraron, junto con su esposa, durante 90 minutos en el aeropuerto: "Puedo decir que uno de los funcionarios claramente era un amante de la poesía. Porque se puso a leer cada uno de los poemas que traía".
Vargas Llosa evitó, sin embargo, aludir a Chávez por su nombre hasta que la prensa le insistió. "Un periodista provocador en el aeropuerto me preguntó si venía a insultar a Chávez. Yo no he venido a insultar a Chávez ni insulto a los presidentes. Como máximo los critico. Lo hago con energía, pero no con insultos. Los insultos llevan a las pistolas, a las guerras civiles, a enconos que tanto marcan la historia de nuestra América latina", destacó.
Diplomacia del petróleo
Ya lejos de las cámaras de televisión, una de las mayores plumas de la literatura contemporánea sorbe su primer café. Le piden fotos, da un mordisco a una medialuna y conversa con LA NACION.
-¿Por qué los líderes de la región no reaccionan ante este tipo de situaciones?
-Esa es una pregunta relevante. Pregúntaselo a ellos. Ellos son los que deberían responderte.
-Se la complico más, entonces. Usted dijo ayer [por anteayer] en Colombia que "Venezuela invierte mucho dinero sobornando gobiernos democráticos, propulsando los sectores más revolucionarios, con lo que hay ahí una fuente de desestabilización democrática muy grande". ¿Es porque los calla con su ayuda financiera?
-Desgraciadamente ésa es una realidad. Pero con la caída del precio del petróleo, ese problema puede, no sé si desaparecer, pero al menos contará con muchos menos medios para hacer ese tipo de operaciones.
-De petrodiplomacia?
-Exacto. Por eso yo creo que es importante, tú sabes, marcar lo que está ocurriendo, esas tendencias populistas peligrosísimas.
Vargas Llosa sorbe otro poco de su café y luego toma él la iniciativa.
-Ahora, cuéntame tú. ¿Cómo van las elecciones en tu país?
-Las encuestas marcan una suerte de empate.
-¿Empate? ¿En serio? ¡Yo creía que los Kirchner ya estaban perdidos!
LA NACION le detalla entonces cómo parece segmentarse hoy el electorado en la provincia de Buenos Aires. Pero él interrumpe con otra pregunta.
-¿Macri con quién está?
-Con el PJ disidente.
Vargas Llosa discurre luego sobre otros temas, mientras lo llaman para llevarlo a sus primeros eventos en el foro. Pregunta cuál es el programa en el que participan liberales venidos de tres continentes. De la Argentina, son Ricardo López Murphy y Guillermo Hirschfekld, quien trabaja en España en la Fundación Faes, entre otros. A su lado, Alvaro Vargas Llosa le detalla a su padre algunos puntos, antes de dialogar con LA NACION.
"La verdad es que es incomprensible: ningún chavista que piense fríamente habría hecho lo que hicieron, por el impacto internacional que conlleva, aunque quizá lo que buscan es intimidar a los venezolanos -argumenta-. Si es así, sólo lograron motivar a la oposición."
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