¿Para qué sirven los militares cubanos?
Desde principios de los años ochenta del pasado siglo los militares cubanos comenzaron a organizar el sistema de ''dirección y perfeccionamiento empresarial y de la economía'' (SDPE). Igual que ahora, por aquellos años se hablaba, y no sólo eso, sino se ejecutaba, una reforma del sistema económico en Cuba. Para mejor dirigirla y perfeccionarla se estudiaron los precios, recogiéndose 16 gruesos volúmenes de cotizaciones tendientes a descubrir, y eventualmente establecer, los determinados por el mercado. Los mercados campesinos fueron un experimento dentro de la misma senda. Comenzó el endeudamiento con el Club de París como apoyo financiero a este proceso, deuda que ahora bordea los $30,000 millones. Se proyectaron la industrialización de Cuba y exportaciones manufactureras de $1,000 millones al año a Europa occidental, para poder devolver los préstamos que hicieron estos países por cerca de $6,000 millones.
Que algo podrido había lo indicó la defenestración del ministro de Planificación Humberto Pérez relativamente temprano durante el proceso, cada vez más dirigido por el MINFAR. La producción industrial ni creció ni rindió exportaciones de consideración. Y comenzó Cuba, ya claramente habiendo fracasado su ''perfeccionamiento empresarial'', a exportar seres humanos para redituar con la mayor parte de los emolumentos en moneda dura, que estos generaban y no recibían.
Hacia mediados de la década, el fracaso fue evidente: el gobierno cubano no podía ni siquiera cubrir los intereses de su deuda, luego de burlarse de los latinoamericanos, cuyos intereses no venían cubriendo desde fines de 1982. Increíblemente los cubanos consiguieron otros respiros a aquellas alturas con algunos de los ilíquidos países de América Latina, el más notable de los cuales fue con el gobierno del Partido Radical argentino, al cual, como allá se dice, le vendieron una víbora, a cambio de vehículos y otros productos manufactureros. El fracaso de los militares fue total, y no tardó la ''rectificación'' de Fidel Castro en 1986, desactivándose la política salarial de incentivos monetarios (en vez de morales) y los mercados campesinos. ¿Les suena esto algo parecido a la actualidad en el corsi e ricorsi de la economía cubana, dirigida desde entonces por los militares, bajo la supervisión del fidelísimo?
Pero quedaba otra demonstración más convincente de la ineptitud y la alternancia de sistemas del MINFAR con su ahora engullido MININT. La rectificación había traído como consecuencia una involución de la economía cubana hacia una ineficiente producción de subsistencia. Este cambio, junto con la disminución, primero paulatina y luego radical, de la ayuda del bloque soviético, determinó una continua contracción de la economía cubana hasta 1992. En este año y el siguiente el declive se convirtió en una implosión de más del 50 por ciento de la economía de la isla, sumida en la opción cero (realmente negativa) y el ''período especial [general, el especial era el anterior] en tiempos de paz''. Se abrió la economía a regañadientes a mediados de 1993 y comenzaron los cortejos en la política de dos carriles con el nuevo presidente Clinton. Pero como era de esperar, vino un nuevo bandazo ''rectificante'' en 1995, en que a finales el propio Raúl Castro decreta el fin del doble carril, y la reversión de las ''tendencias a la libre empresa'', limitándose radicalmente el "cuentapropismo''.
El sistema de dirección y perfeccionamiento empresarial dirigido por el MINFAR reverdeció sus laureles y comenzó a extenderse por todos los combinados cubanos, con tal supuesta idoneidad que llevó a la aprobación de sólo 35 empresas cumplidoras de sus estándares hacia finales del decenio de 1990. Pero con la economía nacional necesitada urgentemente de divisas se hacía necesario dar otro bandazo: había que sacrificar la diversificación agrícola en aras de una mayor producción azucarera.
Se asignó al más destacado general en las lides empresariales del MINFAR, Ulises Rosales del Toro, a rescatar el complejo agroindustrial azucarero. Cuba estaba siendo desplazada de su posición líder en las exportaciones mundiales del dulce y era necesario revertir esta amenaza que acogotaba las importaciones estrictamente cubanas (que no las turísticas). ¿Qué consiguió este vuelco de prioridades? La disminución de la producción azucarera de 4.252 millones de toneladas en 1997, al 25 por ciento de este volumen en el 2007.
Claro que había que justificar este fracaso de Raúl Castro, su MINFAR y su SDPE. Se explicó que era necesario desconcentrar a la isla de su monocultivo y volver a priorizar la producción agrícola para el mercado interno. ¿Qué le trajo a Cuba este nuevo giro? El 70 por ciento de su tierra fértil improductiva y la importación del 84 por ciento de su consumo total de productos agrícolas. Con este historial de desreformas económicas, ¿quién se puede hacer ilusiones sobre el futuro castrocastrense de la economía del país?
- 28 de diciembre, 2009
- 29 de octubre, 2024
- 7 de marzo, 2016
- 16 de julio, 2015
Artículo de blog relacionados
La Opinión, Los Angeles WASHINGTON, D.C.— Después de largas semanas de espera, la...
19 de noviembre, 2009Instituto Juan de Mariana Como acontece en muchas familias, compartir orígenes comunes no...
2 de diciembre, 2019Por Sally Buzbee La Nación TEHERAN.- Los negocios están repletos de películas y...
6 de octubre, 2007La Tercera El gobierno se ha planteado la meta de alcanzar el desarrollo en...
24 de noviembre, 2010