El frío es sugestión
El País, Montevideo
El mundo se prepara para celebrar el 40º aniversario del primer alunizaje. En torno a la fecha del 21 de julio habrá de todo.
Hasta un remate de "memorabilia" afín, en la casa Bonhams de Nueva York, donde no será de sorprender si se alcanzan precios de locura, a juzgar por lo que ocurrió recientemente con una venta de objetos que pertenecieron al actor Steve Mc Queen. Allí, una campera que Bonhams estimó que podría pagarse a lo sumo U$S 4.000, se remató en U$S 32.750.
¿A cuánto llegará algo vinculado a alguno de los dos astronautas que en aquel viaje pisaron la superficie lunar: "Buzz" Aldrin y Neil Armstrong? Especialmente si perteneció a Armstrong, quien fue el primero en salir de la nave y pisar la Luna con su pie izquierdo, diciendo: "Ese es un pequeño paso para el hombre, pero un salto gigantesco para la humanidad".
Aquellos viajeros dejaron en la Luna una placa firmada por el presidente Nixon, donde se podía leer: "Aquí, hombres del planeta Tierra por primera vez pisaron la Luna en julio del 1969 AD. Vinimos en paz, por toda la humanidad". Eran los tiempos de la guerra fría y había una carrera espacial entre Estados Unidos y la Unión Soviética. Por tal razón empezaron a surgir negaciones respecto del logro de los astronautas.
Hasta hubo quienes dijeron que todo había sido una farsa y que en realidad el viaje a la Luna había existido. La entonces izquierdista Oriana Fallaci no cometió la torpeza de negarlo todo, pero se ensañó con las palabras de Neil Armstrong. Ella, tal vez creyendo realmente que en Estados Unidos todos cumplían órdenes, que nada era casual, que aquella democracia tenía moldes parecidos a los de la Rusia comunista, sentenció que Armstrong simplemente había dicho lo que la NASA le había ordenado decir. Nadie la pudo convencer de lo contrario, hasta que Peter Conrad, antes de embarcarse en el segundo vuelo a la Luna, creyó poder lograrlo.
El más petiso de los astronautas le apostó 500 dólares a la periodista italiana qué él diría lo que le viniera en gana. Acordó una frase con Fallaci: "Será un pequeño paso para Neil, pero es un gran paso para un tipo pequeño como yo".
Conrad voló a la Luna en la nave Apolo XII, dijo lo acordado y volvió. Años después, relató esta anécdota al periodista George Plimpton quien comentó: "Es del caso mencionar que Fallaci nunca pagó su apuesta, lo cual Conrad me dijo que no lo sorprendió". Son historias viejas.
La Luna ya no guarda sorpresas estilo Julio Verne. Ni siquiera se puede escuchar el rechinar del comunismo soviético porque ya la URSS se desvaneció. Hoy Rusia ha puesto su programa espacial al servicio de fines más lucrativos: el turismo espacial, a 200.000 dólares cada pasaje y con planes de construir un hotel estratosférico.
Cuánto ha cambiado y sigue cambiando todo lo relativo a vuelos. En 1951 me pareció maravilloso haber podido volar de Montevideo a Zurich en 36 horas, a bordo de un avión DC6 a hélice. Se lo dije a mi padre y él, con experiencias un poco anteriores, rió recordando el frío espantoso que sentía cuando tripulaba en Uruguay los biplanos que se usaban a fines de los años veinte. Muchas veces trató de sustraerse al frío pero el instructor de vuelo, llamado Oscar D. Gestido, reía y reiteraba una ocurrencia que, como a Neil Armstrong, nadie le había dictado: "El frío es sugestión…"
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