Guatemala: ¿Mal sin Cicig, peor con Cicig?
Dicen que los que criti- camos la presencia de la Cicig en Guatemala estamos ahora felices con ella ya que podrá investigar el asesinato de Rodrigo Rosemberg. Yo no. Yo sigo pensando que la presencia de la Cicig será contraproducente a largo plazo.
La Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (Cicig) es una entidad única en el mundo. Ninguna nación, supuestamente soberana, ha permitido que Naciones Unidas tenga a un representante capaz de realizar investigaciones criminales. Esa es la vergüenza que nos toca vivir desde que su presencia fue aprobada por nuestros diputados. Somos incapaces de tener instituciones que puedan conducir investigaciones criminales de forma independiente.
Al ser creada, la Cicig provocó una gran expectativa. ¿Qué tipo de casos investigaría? Guatemala tardó poco en responder a esa pregunta: el asesinato del ex comisario Rivera, la “narcomatanza” en Zacapa, el caso contra el ex presidente Portillo, el asesinato de Rodrigo Rosenberg. Sólo esos cuatro ejemplos, por el momento, son suficientes para que el Sr. Castresana —jefe de la Cicig— se mantenga ocupado. No obstante su buena voluntad, no hay garantías de que cualquiera de esos casos quede resuelto. Ello dependerá de la capacidad investigativa de la Cicig, de la colaboración del Ministerio Público (MP) y de la capacidad y voluntad de nuestros jueces. El carácter del Sr. Castresana ya ha sido puesto a prueba al tener sus primeros roces con un MP de quien no obtiene plena colaboración y de los tribunales que cuestionan su capacidad de adherirse al proceso en contra del ex presidente Portillo.
Si la Cicig no logra resolver cualquier caso, será una gran desilusión. Pero, aún si logra resolver alguno, será una victoria pírrica. Lo verdaderamente malo de la presencia de la Cicig es que su mandato, que acaba de ser extendido por otros dos años más, no ha trascendido en nada. Más allá de Pro Reforma (iniciativa creada independientemente de la Cicig), no hay planes de hacer algo relevante y concreto que corrija el fondo de los problemas que “justifican” su presencia en el país. Ya vamos tarde. Al paso que vamos no sólo vamos a tener que hacer “outsourcing” de los servicios de investigación criminal sino también de los tribunales de justicia.
Esa era la razón por la que me opuse y me opongo a la presencia de la Cicig. Mal sin ella, peor con ella. O resolvemos nuestros problemas “por nuestras propias pistolas” o aceptemos de una vez por todas que somos incapaces. En este caso, mejor, pidamos, como nación, posada a algún otro país para ser su colonia y que ellos se encarguen, por siempre, de manejar nuestros asuntos. Ojala más de alguien se apunte y la gente vote a favor. Esa, sería una acción más honesta y más digna.
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