Paraguay: En busca de las ideas
A veces es demasiado fácil juntar ramas y ramillas de un árbol y echar un fósforo encendido encima para armar un gran desajuste, un clamor de llamas. Nada es tan fácil (y tan injusto) como quejarse y atacar a ciegas. Nada es tan reprochable como el lenguaje purulento y carcomido por el odio.
El Gobierno necesita -urgentemente- de sus gobernados, ideas.
¿Qué podemos hacer para superar la pobreza intelectual? En el ámbito educativo, puedo dar fe de que las mentes de los estudiantes primarios y secundarios no se educan con todos los elementos necesarios para potenciar su sensibilidad y su talento.
He leído un libro donde los estudiantes alemanes aprenden a conocer el idioma español leyendo la narrativa de sus mejores exponentes. Se ilustran los cuentos de marras con sugerentes imágenes; pero no solo eso, sino que además se acercan al estudiante preguntas relacionadas con la cultura, la historia, la ciencia y la cultura cívica en torno a los países que están representados a través de sus respectivas figuras literarias.
Este método de estudio podría ser aplicado en los colegios.
¿Pero cuándo se hará?
Ah…!!!
Dijo en entrevista por un canal de televisión el ministro de Educación y Cultura que los profesores deben acceder a los puestos laborales por competencia.
Entre otras cosas señaló que un profesional de la educación necesita poseer una sólida formación cultural. Y es bien cierto: ¿Cuál es el maestro que desorienta, que deja en la obscuridad a sus discípulos?
Ideas. Eso necesitamos los paraguayos, antes que la constante queja en la punta de la lengua. Ideas desde el área del humor gráfico y televisivo, ideas desde los programas televisivos, ideas desde la prensa en general.
Cuántas son las ideas que no alcanzamos pues no conocemos -siquiera- su formulación.
Otra cosa: Paraguay, por culpa de la dejadez de muchos de sus ciudadanos y por obra y gracia de esa maldita costumbre de no intentar superar los escollos para llegar a los propósitos que generan el cambio, se está convirtiendo paulatinamente en una necrópolis.
La modorra opera donde no lucen las ideas humanas.
Cierto es que hay intentos individuales de sobresalir que merecen un aplauso. Pero luego, nada.
No se empeña el individuo común en salir de ese estado suyo: un ser común.
El Gobierno es en gran parte la correspondencia cabal del pueblo.
Se suele decir en el Padrenuestro: “Así en la Tierra como en el cielo”.
Yo digo: Así en el pueblo como en el Gobierno.
Deberíamos ser más autocríticos y preguntarnos cuáles son las cosas que dejamos pasar como colectividad, como pueblo.
El pueblo es el gran transformador de una sociedad.
Y el pueblo paraguayo tiene el matiz de la indiferencia en sus más pequeños detalles como en su conducta colectiva.
La autocrítica debe ser una constante en cualquier país atrapado por la pobreza cívica, intelectual.
La autocrítica nos llevará a ver en qué podemos ser útiles al Gobierno y a nosotros mismos.
- 23 de enero, 2009
- 23 de diciembre, 2024
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