Panamá: ¿Pueden los políticos manejar la economía?
De acuerdo con el artículo 282 de nuestra Constitución, sí, pues allí dice que el Estado podrá orientar, dirigir, reglamentar, reemplazar o crear, según las necesidades sociales… que nadie sabe cuáles son o cómo se atienden. Quizás un atisbo a la economía intervenida estadounidense nos de luces. Ya hasta Ben Bernanke, el jefe de la Reserva Federal, quien impulsó los programas de “rescate económico” está asustado, tal como podemos deducir de su advertencia ante el Comité de Presupuesto del Senado. Bernanke está preocupado por el crecimiento del déficit fiscal, el cual amenaza con acabar con la confianza de los inversionistas; esos que al final del día pagarán por la gastadera.
De pronto ese genio de las finanzas de la mayor potencia mundial comienza a advertir lo que otros célebres economistas vienen advirtiendo hace años; incluyendo algunos del patio aquí en Panamá. El grave problema es que este señor, su jefe y los seguros servidores economistas que lo apoyan ciegamente, creen que ellos, que atascaron el auto estatal, pueden planificar la solución. En palabras de Bernanke, se trata de “formidables retos de corto plazo”.
A tal grado ha llegado el servicio de la deuda gringa que de cada dólar que piden prestado, les costará cincuenta centavos en intereses, número que asciende vertiginosamente a medida que sube el endeudamiento. La pregunta de rigor es: ¿Y le están haciendo caso? No, ya que a medida que millones pierden sus empleos en el sector privado, Obama parece haber leído el manual de Juan Jované de, “cómo salvar una institución en bancarrota”.
El inmenso problema que esto presenta es que a esos desempleados el Estado les corre salario de cesantía; algo que era factible cuando el desempleo andaba por 4 ó 6% y no rayando las dos cifras. Ningún sistema aguanta eso.
Lo que está pasando es que, finalmente, las tendencias económicas han sobrepasado los límites del control politiquero; una lección que la historia nos viene presentando desde hace cientos de años y que no queremos atender. Al fin y al cabo, la economía de nuestras casas funciona igualito que la de todo el país; vale decir, si gastas más de lo que te entra, acumularás deuda. Esa deuda la tienes que pagar, junto con sus intereses, y tu capacidad de pago depende de lo sano del mercado. En otras, uno más uno es igual a dos.
El respecto, el gran economista Bastiat decía: “¡Reformistas modernos!, cuando les veo deseando reemplazar el admirable orden natural con arreglos inventados por ustedes, hay dos cosas que me confunden; es decir, su deseo de fe y providencia, y su fe en ustedes mismos; su ignorancia y soberbia, que en realidad son la misma cosa”.
Sí que hay malos empresarios e inversionistas, pero no son mayoría; mientras que los políticos que fueron electos para ponerles cascabeles a los gatos nos conducen al abismo. El trabajo que tiene por delante el nuevo gobierno es simple: “pisar los frenos”.
- 23 de julio, 2015
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