Las elecciones en Europa
Con el advenimiento de la crisis financiera mundial en septiembre de 2008, doctos certificados de muerte fueron asignados a las derechas en todo el mundo. Igualmente, se emitieron doctos pronósticos de la imposibilidad de que éstas pudieran ganar otras elecciones en cualquier parte del mundo, jamás. Supuestamente, el capitalismo había muerto porque había generado la crisis mundial, poniendo en marcha un proceso en el que el socialismo marxista iba a triunfar sin ningún retroceso.
Esto le devolvería el prestigio perdido a Carlos Marx, que había sufrido mucho porque su pronóstico de la muerte del capitalismo, emitida hace unos ciento cuarenta años, había fallado en convertirse en realidad por todo este tiempo. Su prestigio se había visto más disminuido cuando a fines del siglo pasado lo que murió no fue el capitalismo sino el sistema comunista que se basó en sus ideas y que llevó a la ruina a Rusia, China y todos sus satélites. El entusiasmo de todos los que idolatraban al comunismo resurgió cuando creyeron que todo esto se iba a revertir y que el capitalismo y la derecha habían fenecido.
En este ambiente, aunque los partidos socialistas europeos no creyeron que Carlos Marx iba a regresar de la tumba, sí pensaron que al menos la crisis les iba a traer más votos. Pero los resultados de las elecciones para el Parlamento Europeo del domingo pasado desmintieron rotundamente la idea de que el mundo se está moviendo hacia la izquierda irremisiblemente. No lo está haciendo, ni remisible ni irremisiblemente. Como se ve la gráfica, todos lo partidos de izquierda juntos apenas lograron el 33 por ciento de los escaños (incluyendo a los ambientalistas), mientras que los partidos de derecha juntos lograron el 45 por ciento. Sumando los votos de los que están interesados en otros temas, aceptando sin discutir el sistema económico, el resultado fue que los no socialistas ganaron el 67 por ciento de los votos, el doble de los socialistas. Y, como se ve en la gráfica, esto no es nuevo. Los socialistas han venido perdiendo terreno en las últimas cuatro elecciones del Parlamento Europeo.
La humillación a los partidos socialistas llegó al máximo en el Reino Unido, en donde el Partido Laborista (12 escaños) no sólo perdió frente al Conservador (24 escaños), sino también frente al Partido de Independencia del Reino Unido (13 escaños), que propone que el país se salga de la Unión Europea. En Francia, los socialistas apenas lograron evitar quedar en tercer lugar. En Alemania, el Partido Social Demócrata sufrió la derrota más grande que ha tenido jamás. Los partidos de derecha también arrasaron en España, en Italia y en Polonia, en donde lograron el 75 por ciento de los votos. Es decir, la derecha está vivita y coleando.
Pero el voto del domingo pasado tampoco significa que la izquierda se esté acabando en Europa. Lo que se está acabando es el manejo ideológico de las economías. En Europa las crisis económicas no llevan al rechazo del capitalismo, porque los pueblos son demasiado educados para creer que deberían destruir sus economías y sus libertades para adoptar un régimen de tipo soviético, cubano, chavista o maoísta. Allí los partidos socialistas son más liberales que los de derecha en Latinoamérica. Las economías manejadas por muchos años por partidos socialistas europeos (como las de los países nórdicos, el Reino Unido, Alemania, Francia y España) son mucho más libres que las de la América Latina, de acuerdo a los indicadores más respetados de libertad económica, como el del Wall Street Journal y Heritage Foundation, y el del Instituto Fraser. Nadie con dos dedos de frente ha pensado en cambiar esto en Europa. El consenso de que el sistema económico capitalista es el más eficiente y el más consistente con la democracia y las libertades es un hecho establecido en toda Europa, incluyendo a los partidos socialistas.
Todo esto muestra que la necesidad de regular y supervisar más estrictamente a las instituciones financieras y manejar temporalmente algunas de ellas es un ajuste dentro del sistema capitalista, no el final del capitalismo. Ni económica ni políticamente. Y no es tampoco el final de la izquierda ni económica ni políticamente, porque ambas ideologías han convergido en un consenso en la manera en la que debe manejarse la economía dentro del capitalismo, y porque ambas fuerzas creen que políticamente la democracia y la libertad son fundamentales. Las diferencias que quedan se refieren a la manera en la que se deben resolver los problemas sociales y a la eficiencia en el gobierno. Los resultados de estas elecciones apuntan a que los pueblos europeos creen que en este momento la derecha está mejor preparada para gobernar.
El autor es Máster en Economía, Northwestern University y columnista de El Diario de Hoy.
- 23 de julio, 2015
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- 26 de enero, 2016
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