Fracaso de la guerra contra las drogas
El Colombiano, Medellín
Lo ideal sería que cayera año tras año la producción en las mismas proporciones que se observaron en 2008, y si el problema cruza la frontera, mejor aún (el descenso en Colombia coincide con aumentos en la oferta de Bolivia y Perú). El presidente Uribe ha dicho que ha desmontado el paramilitarismo y ha debilitado a la guerrilla, pero que mientras continúe el narcotráfico "existe peligro".
El narcotráfico alimenta financieramente a la guerrilla y a los paramilitares y si estos desaparecieran fomentaría otras formas de violencia y otros ejércitos ilegales, o pandillas armadas. El comercio de droga se nutre de la debilidad del Estado, de la violencia y de la anarquía y se apoya en los grupos armados que sustenta.
Si Colombia pudiera exportar el problema de la coca y si las mafias se fueran para el Sur donde se mimetizan y son menos implacables porque no actúan como locales ni están aliadas con las élites regionales, podríamos ignorar que la guerra contra las drogas, como ha estado concebida hasta ahora, ha fracasado en todo el mundo.
Bastaría seguir aplicando presión interna, limpiar la política para aislarla de la influencia de las mafias (en la última legislatura metieron micos por doquier y obtuvieron hasta comisiones para los testaferros) y someter a los caciques regionales para que no se apoyen en grupos armados ilegales. Pero, como lo demuestra lo acaecido con la producción, que cede en Colombia pero brota en países vecinos, el tráfico continúa incólume, a pesar de los logros de los gobiernos.
En medios como son el Financial Times , el Economist , el Wall Street Journal , y el New York Times , han aparecido artículos de colaboradores serios que exigen una política distinta. Los acompañan tres respetados ex presidentes latinoamericanos reformistas, distinguidos académicos y eminentes economistas, entre ellos dos premios Nobel. La semana pasada, Nicholas Kritof escribió en el New York Times que Richard Nixon comenzó la "guerra contra las drogas" hace 40 años y que después de haber gastado un millón de millones de dólares en esa lucha, lo que se observa ahora es que "las drogas ganaron". Se necesita una nueva política y otra ideología para atacar el problema. El mundo pide un cambio de paradigma.
Cautelosamente, la administración Obama parece dispuesta a emprender ese camino. El nuevo zar antidrogas ha manifestado públicamente que desea suprimir la fraseología de la "guerra contra las drogas" y pasar de criminalización a tratamiento.
El gobierno de Portugal ha tomado la iniciativa de descriminalizar el consumo de droga y proveer tratamiento gratuito. Los resultados, que no son del todo concluyentes, parecen indicar que esta política no ha aumentado el consumo en Portugal, y sí ha reducido significativamente el daño colateral de las políticas de represión policiaca tradicionales. Con beneficios en seguridad y salud pública.
El gobierno ha ignorado estos desarrollos, quizás por temor a comprometer la ayuda que recibe para el Plan Colombia. No se manifestó cuando Gaviria, Cardoso y Zedillo pidieron tratar el consumo de drogas como un problema serio de salud. Pero si desea derrotar a la violencia conviene que comience a pensar cómo intervenir en la formación de las nuevas políticas.
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