La banca ecuatoriana
También en Ecuador, la banca desde su origen ha influido en el destino del país. En 1862, los periodistas Juan Navarro y Sixto Bernal criticaron a García Moreno por la forma de hacer banca en Guayaquil durante los primeros años de vida bancaria. El primero sostenía: “el Gobierno prefiere dar su atención a los bancos, no para interponer su autoridad y oponerse a que se levanten empresas que amenazan a la seguridad pública, sino para sacar dinero a uno de ellos para salvar una dificultad, y luego por salvar la dificultad de pagarlo, recurrir al otro (Banco Particular) que se prestaba de muy buena voluntad…”. Por su parte, Bernal tiene el siguiente comentario: “si los dos bancos, por intereses mal entendidos y por errores de cálculos, no se hubiesen declarado una guerra en que la víctima ha sido el pueblo, de seguro que ambas habrían producido mil bienes”. Para mayores detalles sobre los escritos de los dos periodistas recomiendo leer mi obra sobre la historia de la banca.
La relación Banco-Estado nació mal en Ecuador y no fue correcta, provocó mala imagen y quiebras bancarias desde la creación de los primeros bancos en Quito, Banco de Quito y Banco Unión, siguiendo luego la quiebra del Banco Internacional y finalmente el cierre del Banco Comercial y Agrícola, estos dos últimos de Guayaquil. Ambos lados trataron de sacar máximo provecho y en el camino, el país no salió tan beneficiado, como si lo hubiera sido de existir total independencia y relaciones transparentes. La estrecha vinculación sirvió para argumento de ataque entre políticos que aspiraban a la Presidencia de la República.
A partir de 1927, la banca privada dejó de ser banca de desarrollo y las relaciones con el Estado disminuyeron en intensidad, pero por no existir suficientes profesionales experimentados y capacitados, banqueros y personas vinculadas con ellos, pasaron a ocupar cargos en el directorio del Banco Central e incluso la gerencia general del Banco Central, lo que dio motivo para cuestionar la objetividad en el manejo de la política monetaria. A pesar de las debilidades mencionadas, las instituciones financieras ayudaron al desarrollo del país por medio de las cédulas hipotecarias, hasta los setenta y posteriormente con nuevos productos financieros. Pero no lograron fortalecerse por haber numerosos grupos financieros que fueron más allá de las actividades en que debían incursionar.
Actualmente la banca tiene problemas estructurales sin resolver. La estructura de los depósitos es camisa de fuerza, por ser la mayoría a corto plazo, cuando debe ser lo contrario como en otros países. A pesar del aumento de depósitos, ellos siguen siendo insuficientes. La llamada bancarización de la economía se mide relacionando los depósitos con el PIB. En Ecuador esa proporción es la tercera parte de la de otras naciones. Finalmente, persiste la mala imagen de ser un sector insensible, que no se interesa por el depositante y solo busca acumular utilidades. La banca debería hacer periódicas encuestas de opinión y tomar medidas correctivas para ser apreciada y no duramente criticada.
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