Honduras defiende su democracia
La campaña de Hugo Chávez para forjar una coalición sufrió un revés ayer cuando las Fuerzas Armadas de Honduras derrocó a su presidente por abusar de la Constitución del país.
Al parecer, el presidente Manuel Zelaya calculó mal cuando intentó emular el éxito de su buen amigo Hugo en reformar la constitución hondureña a su gusto.
Honduras, sin embargo, todavía no está a salvo de Venezuela. Ayer, personas como Fidel Castro, Daniel Ortega, Hillary Clinton y, por supuesto, el mismísimo Hugo, presionaban al país centroamericano para que restaurara al autoritario Zelaya. La Organización de Estados Americanos (OEA), que pasó por alto los abusos de Zelaya, también lo quiere de vuelta en el poder. Será un milagro si los patriotas hondureños pueden mantenerse firmes.
No cabe duda que Zelaya actuó como si estuviera por encima de la ley. Aunque las leyes hondureñas permiten una reforma constitucional, el poder de abrir esa puerta no reside en el presidente. Una asamblea constituyente sólo puede ser convocada mediante un referendo nacional aprobado por el Congreso.
Zelaya, sin embargo, declaró el voto por su cuenta e hizo que Chávez enviara las papeletas necesarias desde Venezuela. La Corte Suprema falló que el referendo era inconstitucional e instruyó al ejército no llevar a cabo la logística del voto, lo que es su tarea habitual.
El comandante del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas, el general Romeo Vásquez Velásquez, le dijo al presidente que tendría que obedecer. Zelaya lo destituyó prontamente. La Corte Suprema ordenó que lo restituyeran, pero Zelaya se negó.
Calculando que una masa crítica de hondureños estaría de su lado, el presidente decidió llevar a cabo el referendo por su cuenta. El jueves, por lo tanto, lideró a una muchedumbre que ingresó a una instalación militar donde estaban guardadas las papeletas enviadas desde Venezuela y luego hizo que sus partidarios las distribuyeran en un desafío a la orden de la Corte Suprema.
El procurador general ya había dejado en claro que el referendo era ilegal e incluso anunció que presentaría cargos contra cualquiera que estuviera involucrado en su realización. Ayer, Zelaya fue arrestado por los militares y se dirigió a Costa Rica.
Queda por ver cuál será el próximo paso de Zelaya. No es de extrañar que los chavistas a lo largo de la región afirmen que fue víctima de un golpe militar. Quieren ocultar el hecho que las Fuerzas Armadas acataron una orden de la Justicia para defender el estado de derecho y la Constitución y que el Congreso también se hizo valer por este motivo.
Hillary Clinton también se ha sumado a las críticas. Ayer, la secretaria de Estado de EE.UU. acusó a Honduras de violar "los preceptos de la Carta Democrática Interamericana" y dijo que debería ser "condenada por todos". Eso fue, precisamente, lo que hizo Fidel Castro. Chávez prometió derrocar al nuevo gobierno.
Honduras lucha contra las críticas siguiendo la Constitución al pie de la letra. El Congreso convocó ayer a una sesión de emergencia y designó a su líder como presidente interino del país, tal como lo estipula la ley. También indicó que las elecciones presidenciales fijadas para noviembre se llevarán a cabo. La Corte Suprema afirmó posteriormente que los militares siguieron sus órdenes y que cuando Zelaya se dio cuenta que iba a ser procesado por su comportamiento ilegal, aceptó la oferta de renunciar a cambio de una salida segura del país. Zelaya niega esto.
Muchos hondureños van a celebrar la excursión de Zelaya al extranjero. La semana pasada ya habían comenzado manifestaciones callejeras contra sus duras tácticas. El viernes, fue el turno de una gran cantidad de reservistas militares. "Queremos vivir en paz, libertad y desarrollo", era el grito.
Además de la oposición del Congreso, la Corte Suprema, el tribunal electoral y el procurador general, el presidente se había convertido en persona non grata para la Iglesia Católica y numerosos líderes de la Iglesia Evangélica. El jueves, su propio partido patrocinó en el Congreso una resolución para investigar si Zelaya está capacitado mentalmente para permanecer en el cargo.
Para los hondureños que aún recuerdan la dictadura militar, Zelaya también tiene otro problema: las malas amistades. Este mes, fue anfitrión de la Asamblea General de la OEA y lideró el esfuerzo, junto al secretario general de la agrupación, José Miguel Insulza, para reintegrar a Cuba a la supuesta organización democrática.
La reacción de la OEA no constituye ninguna sorpresa. El ex embajador argentino ante Naciones Unidas, Emilio Cárdenas, me manifestó el sábado su preocupación de que "la OEA bajo Insulza no ha tomado en serio la llamada 'carta democrática'. Parece que cree que sólo los 'golpes' militares pueden desafiar a la democracia. La verdad es que la democracia puede ser desafiada desde dentro, como muestran las experiencias de Venezuela, Bolivia, Ecuador, Nicaragua y ahora Honduras". Una interpretación menos amable de la opinión de Insulza es que no le preocupan los golpes al estilo Chávez.
La lucha contra el chavismo nunca ha sido sobre las políticas de derecha o de izquierda. Se trata de defender la independencia de las instituciones que impiden que los presidentes se vuelvan dictadores. Esta crisis delinea claramente el problema. Al no salir en ayuda del equilibrio de poderes, Clinton e Insulza dejan en evidencia sus verdaderos colores.
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