Guatemala: La dimensión inmoral de la deuda
Recientemente se ha dicho que cualquier padre de familia se endeudaría para sacar adelante a su familia en momentos de crisis. Siendo ese el caso, ¿por qué no lo hace también el Gobierno? En primer lugar porque el Gobierno no es nuestro papá. Y en segundo lugar porque comparar los incentivos que existen a nivel personal con los que existen a nivel público es un gran engaño.
El padre de familia tenderá a actuar de forma más responsable que el funcionario público de turno. La principal razón es que el banco acreedor lo llegará a buscar a él por las decisiones de endeudamiento que tome en lo personal. Esto lo induce a actuar con un mayor sentido de prudencia y responsabilidad personal en las decisiones que tome. Prudencia para no endeudarse más de lo que él crea que son sus posibilidades de repago. Responsabilidad personal porque nadie más que él sufrirá las consecuencias de una mala decisión.
En el Gobierno la cosa es diferente. El funcionario público es quien nos endeuda para que unos gocen de los beneficios del gasto público mientras que otros terminan pagando el capital más los intereses. Peor aún, generalmente, el endeudamiento público se hace a un plazo que trasciende a la administración de turno de tal manera que el funcionario que endeuda nunca tiene la responsabilidad de repago. Todos los funcionarios a lo largo de la cadena de autorización carecen de los incentivos de prudencia y responsabilidad personal. Al eliminar esos incentivos, se deja la puerta abierta para que los políticos de turno se comporten de manera irresponsable.
Ante esa falta de incentivos, los funcionarios públicos se dispararon el más grande presupuesto público de nuestra historia para el 2009. Ahora se dan cuenta de que la recesión económica nos dejará un hoyo de unos US$1 mil millones en caída de recaudación. Nunca quisieron escuchar que el 2009 sería complicadísimo, lo que exigía moderación en el gasto público. Con el problema encima, la fuente para tapar el hoyo será más deuda pública interna y externa.
Imagínese la escena de un padre de familia que llega al banco con su hijo recién nacido, contrata un crédito y pone al bebé como codeudor. El tipo se va de parranda con el dinero, se desaparece y cuando el hijo llega a la mayoría de edad le mandan un requerimiento de cobro del banco… Es lo mismo con el endeudamiento público. El gobernante siempre dirá que el préstamo es indispensable para reducir la pobreza. Un argumento seductor y conmovedor. Sin embargo, es una trampa para nuestra conciencia. La evidencia histórica nos dice que comenzamos pobres y terminamos no sólo pobres sino que encima endeudados… Entendamos que el endeudamiento público no sólo es perjudicial sino que tiene una dimensión inmoral sobre la que vale la pena profundizar.
- 23 de julio, 2015
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