Argentina: Asfixia más a empresas el modelo que no importa
Las pymes están comenzando a sentir la asfixia del cierre de las importaciones. Es una prohibición silenciosa, porque en el Gobierno no se hacen cargo, que agobia a las empresas de menor facturación que se están quedando sin insumos. Los despidos, que también se hacen en silencio, son datos relevantes de esta situación. Hay pymes que cesantean, pymes que cierran y otras que están por hacerlo.
La fiebre proteccionista llegó al extremo de paralizar la importación de tornillos y bulones, que amenazaba la actividad de medio país. Ahora se flexibilizó la absurda prohibición.
Juguetes y calzados, directamente están prohibidos. Si son chinos, es como si fueran fabricados en el averno. Además están prohibidos los electrodomésticos y los muebles.
Las empresas extranjeras, también atraviesan dificultades. No sólo no pueden destinar dólares para importar, sino que no pueden girar utilidades al exterior. Aunque en la teoría está permitido, en la práctica es imposible.
Los importadores pasan por serias desventuras y viven en un mundo absurdo. Los despachantes de Aduana están al borde del colapso por la cantidad de trámites que deben hacer para ingresar un producto importado. Si el mismo llegó con una nomenclatura levemente distinta a la que figura en la carta, porque hay un insignificante cambio en el modelo pedido, es motivo suficiente para que permanezca meses en los depósitos generando enormes costos. Ese producto puede ser liberado en meses o nunca.
Es arriesgado ir a la Justicia a pedir una medida cautelar, porque si después el fallo del juez es desfavorable, el secretario de Comercio, Guillermo Moreno, caerá con todo su rigor en las multas y en los hechos. El hombre disfruta castigando a los que desafían su poder.
El trámite de la licencia para ingresar bienes es complejo desde el principio. Todos los sistemas son en DOS, un sistema anterior al Windows que utiliza discos «floppy» que ya desaparecieron del mercado. Esos discos la mayoría de las veces son rechazados por otras computadoras porque no los pueden leer. Todo vale para demorar la entrada del producto que viene de afuera. Llenar una declaración jurada por ese sistema desafía los nervios más templados. Si alguien se equivoca en un paso en la computadora, no lo puede enmendar, debe volver a empezar.
Al principio, las menores importaciones no se notaban, pero en estos momentos la Argentina volvió a los años de Raúl Alfonsín donde los nuevos electrónicos estaban ausentes de las vidrieras de los comercios. Sólo se conseguían de contrabando.
Por caso, hoy es imposible conseguir televisores LCD de pantalla menor a 40 pulgadas que definan en 1.080 líneas, como exige la alta definición. Nadie los puede importar y cuando se acabe el stock de los actuales que definen en 768 líneas, no habrá televisores LCD. Habrá que conformarse con los de pantalla plana que se arman en el país.
Con el resto de los aparatos electrónicos importados ocurre algo similar. Pronto la Argentina volverá a ser el país del Winco, el viejo tocadiscos de los años 70. En esa década el mundo bailaba en estéreo y la Argentina lo hacía en monoaural.
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