Obama y el riesgo de mostrar una imagen débil
NUEVA YORK.? Tengo una gran duda. El presidente Barack Obama se "inmiscuye" sin demora en los asuntos de Honduras al denunciar un golpe militar cuya intención es preservar la Constitución del país, pero cuando se trata de las fraudulentas elecciones en Irán y de la violenta represión de los manifestantes que exigían un recuento de votos el presidente inicialmente vacila y se pronuncia evasivamente.
¿Se espera que aceptemos todo eso como una política exterior coherente? Hasta la secretaria de Estado, Hillary Clinton, mostró reticencia a calificar la deposición del presidente hondureño, Manuel Zelaya, como un golpe, aunque sólo fuera porque eso impediría que la ayuda estadounidense siguiera fluyendo a esa empobrecida nación centroamericana.
Las huellas (en este caso no digitales, sino de las botas) de los hermanos Castro; el dictador venezolano, Hugo Chávez, y el nicaragüense Daniel Ortega se encuentran por todas partes en este acontecimiento. Si es cierto el proverbio "dime con quién andas y te diré quién eres", el espectro de los Castro y de sus dictadores protegidos uniéndose a Obama en la denuncia del golpe militar hondureño no resulta muy tranquilizador.
Es evidente que Zelaya fue el elegido por los dictadores para difundir la "revolución" en el patio trasero de Estados Unidos. El golpe significa un revés para ellos, aunque tal vez provisorio, dependiendo de cuánta presión pueda ejercer "la opinión mundial", que puede ser tan voluble como los votos matrimoniales de algunos políticos.
Una de las fallas de la política estadounidense de esta administración y también del gobierno de Bush ha sido nuestra defensa de las elecciones como un fin y no como un medio. Las elecciones pueden llevar al poder a sinvergüenzas, y las elecciones que los habilitan suelen ser las últimas que tiene un país hasta que esos truhanes son depuestos.
Eso ha ocurrido con Hamas en las elecciones legislativas de los territorios palestinos, en 2006; en Alemania, bajo el dominio de Hitler, así como en los casos de Ortega y de Chávez, entre otros. Estados Unidos debería apoyar procesos electorales que ponen en el poder a personas comprometidas con la vigencia de la ley y con un gobierno representativo.
La amenaza enunciada por Chávez de enviar sus tropas a Honduras debe ser para la administración Obama una señal más de que los matones no se convertirán en personas amables porque uno hable con ellos. Hasta el momento, los tiranos del mundo han ignorado el ofrecimiento de un nuevo comienzo que les ha hecho Obama y de oprimir el botón de "reanudar", tal como Hillary Clinton notoriamente le ofreció al ministro del Exterior de Rusia, Sergei Lavrov. La palabra en el dispositivo que la secretaria ofreció a Lavrov debía decir "reanudar" en ruso, pero en cambio, en una traducción general, esa palabra significaba "sobrecargar".
Debilidad
Excesivamente optimista sería la mejor expresión para describir el enfoque de esta administración para tratar con los malos. Ellos están recibiendo el mensaje, pero es un mensaje diferente del que Obama esperaba transmitirles. El mensaje es que el presidente norteamericano es débil y que se lo puede ignorar.
Una cosa es que un mandatario sea apreciado, pero en un mundo peligroso con dictadores que tienen, o quieren tener, armas nucleares y con esos medios destruir a los Estados Unidos es mejor que un presidente estadounidense sea temido.
¿Esta administración tiene un "plan B" para enfrentar a matones y dictadores en el caso de que sus reglas de protocolo social y diplomático no permitan alcanzar los objetivos anunciados? ¿Y si Kim Jong-Il cumple con su amenaza de lanzar un misil sobre Hawai el 4 de julio? Si lo hace, y Estados Unidos lo derriba, ¿qué ocurrirá? Si el misil de defensa falla (la administración y el Congreso están recortando el presupuesto para la habilitación de un escudo misilístico) y el misil acierta en Hawai y mata a un montón de gente, ¿qué ocurrirá entonces?
¿Habrá fuertes denuncias, resoluciones de la ONU, o una represalia rápida y devastadora? Dado el compromiso de esta administración con el "diálogo", no apuesto por las represalias. Más bien me inclino a creer que habrá mucha angustia y preocupación y preguntas en voz alta sobre qué habremos hecho para que nos odien, tal como escuchamos de la boca de muchos izquierdistas después del 11 de Septiembre.
La administración está siendo puesta a prueba en varios frentes, tal como lo predijo el vicepresidente Biden. Honduras es uno entre muchos retos que tiene ante sí. ¿La administración los enfrentará o se batirá en retirada? Tal vez lo sepamos más pronto de lo que muchos de nosotros esperamos.
© Cal Thomas
Distribuido por Tribune Media Services Inc.
Traducción de Mirta Rosenberg
- 28 de diciembre, 2009
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