Honduras y la legitimidad

Es cierto que los militares hondureños pudieron perder la razón por las formas. Sacar a cualquiera de su casa en pijama y deportarlo extramuros de la patria es, cuando menos, un atropello. Mas los vociferantes anuncios de Zelaya de un inminente regreso no parecen haber cambiado gran cosa. Quizá él mismo se haya concienciado de que, si lo hiciera hoy, el resultado podría ser que el poder judicial, respaldado por el legislativo, lo encarcelaran primero y acabaran procesándolo con luz y taquígrafos. Y el grado de heroicidad que despliega Zelaya no parece rayar tan alto. Hubo evidente torpeza por parte de los hondureños que legítimamente desposeyeron a Zelaya de la Presidencia de la República. Y con ello le dieron su mejor arma: la apariencia de ser víctima de un atropello militarista. Mas la realidad es muy otra. Hemos de darnos cuenta de que el ruido de sables no era tal y que el estruendo mediático ha sido hábilmente manejado por terminales mediáticas bolivarianas: por primera vez uno de los suyos es descabalgado…