El modelo está tan agotado, como Kirchner lo está políticamente
El tipo de cambio real alto exigía tener el suficiente superávit fiscal para comprar divisas y sostener el dólar en el nivel deseado por el gobierno. Ese superávit nunca existió por varias razones, pero, fundamentalmente, porque el disparatado incremento del gasto público hacía inviable financiar el tipo de cambio alto con recursos genuinos. Y ese disparatado aumento del gasto público tuvo que ver con el proyecto hegemónico del kirchnerismo. Por lo tanto, el modelo se transformó en un creciente impuesto inflacionario para comprar dólares, inflación que intentó disimularse con subsidios (más gasto público), aprietes de Moreno (desincentivando la inversión) y dibujando los índices de precios (escondiendo la pobreza, la indigencia y defaulteando parte de la deuda pública ajustada por el CER), además de otras calamidades.
¿Qué significaría, entonces, profundizar el modelo según el matrimonio? ¿Establecer más controles de precios? ¿Estatizar el comercio exterior? ¿Seguir emitiendo para generar inflación y esconderla detrás de índices falsos? ¿Otorgar más subsidios para no aumentar las tarifas de los servicios públicos haciendo más infinanciable el gasto? ¿Confiscar más ahorros como los de las AFJP? ¿Anunciar planes de créditos para inquilinos que nunca se concretaron? ¿Anunciar planes para la compra de autos, camiones, bicicletas y calefones que no movieron el amperímetro? ¿Arremeter contra el campo hasta destruirlo, al igual que lo que se hizo con el sistema energético y avanzar sobre otros sectores productivos? Si la profundización del modelo es todo esto más otras barbaridades económicas y ausencia de respeto por los derechos de propiedad, la economía argentina se deslizaría hacia una desinversión más profunda. Y como el salario real depende de la tasa de inversión, la profundización del modelo solo generaría más pobreza, inflación y fuga de capitales. Profundizar el modelo kirchnerista es llevar al país a un caos social y niveles impensados de pobreza e indigencia. Aún superiores a los que hasta ahora consiguió el modelo.
La realidad es que el modelo de Kirchner que supuestamente quiere profundizar, tiene dos graves problemas. En primer lugar es intrínsecamente inconsistente porque exige de niveles de gasto público cada vez más altos que son infinanciables para sostener su proyecto de poder. Por lo tanto, requiere de emisión monetaria que se come el tipo de cambio real, matando el modelo en su parte del eufemismo de tipo de cambio competitivo. En definitiva, el famoso modelo se basa en salarios bajos.
El segundo problema es que, para aplicarlo, Kirchner necesita adoptar medidas arbitrarias que producen incertidumbre e inseguridad jurídica, espantando la inversión. El famoso modelo es la anti inversión por definición y la anti producción por definición. En resumen, es anti prosperidad.
Veamos ahora a los economistas que impulsaron este modelo y rápidamente pretenden despegarse del fracaso argumentando que fue Kirchner el que se desvió del modelo original. ¿Qué los diferenciaría de Kirchner? Este grupo de economistas quiere un dólar caro, pero saben que necesitan un superávit fiscal alto para comprar con recursos genuinos las divisas necesarias que sostengan el tipo de cambio por encima del nivel de mercado. Aceptando que estos economistas no tienen aspiraciones hegemónicas como Kirchner, la pregunta es: aún sin esa desmedida ambición de poder de Kirchner, ¿es viable el modelo del dólar caro?
La respuesta es muy amplia, pero voy a tratar de resumirla. Por definición un modelo de dólar caro va a tener superávit de comercio exterior, por lo tanto, el superávit fiscal tiene que ser, por lo menos, equivalente al superávit de balance comercial para disponer de recursos genuinos que sostengan el tipo de cambio sin necesidad de aplicar el impuesto inflacionario. De por sí, el modelo requiere de un fabuloso esfuerzo fiscal, con un gasto público muy controlado y una presión impositiva elevada. Pero, además, si ingresaran capitales, el esfuerzo fiscal debería ser mayor, porque todo ingreso de capitales, que incentivara las inversiones, haría bajar el tipo de cambio. Para ello el gobierno tendría que neutralizar esa tendencia a la baja con más superávit fiscal, o sea, menos gasto, más impuestos o una combinación de ambos. El ingreso de capitales conspira contra el modelo. La fuga de capitales ayuda al modelo. Una burrada económica monumental.
Al mismo tiempo, un dólar caro cierra la economía a la competencia externa porque hace caro los productos importados, desincentivando la inversión y los aumentos de productividad. Es un modelo que, aún cerrando por el lado fiscal para sostener el dólar competitivo, es claramente anti competitivo.
Ante la falta de inversiones, la productividad es baja, esto quiere decir que los costos fijos por unidad producida son más elevados que en una economía abierta con inversiones. No es lo mismo repartir los costos fijos entre 1000 unidades producidas que entre 10.000. En consecuencia, el modelo, aún sin proyecto hegemónico, no atrae inversiones en escala, no crea abundantes puestos de trabajo, no mejora los ingresos reales y no asegura un crecimiento sostenido en el tiempo. Por el contrario, es claramente un modelo regresivo en términos de distribución del ingreso porque el dólar caro requiere de impuestos altos para financiar un dólar caro. Y esos impuestos altos los terminan pagando los sectores asalariados en forma directa o indirecta. ¿Cómo? Si se financia con el IVA lo pagan directamente los asalariados, si se financia con el impuesto a las ganancias, las inversiones se van a otro país impositivamente más atractivo, baja la productividad de la economía y afecta el salario real. Siempre, en el modelo del dólar caro el que paga los costos del modelo es el sector de ingresos fijos.
Por otro lado, el escaso ingreso de capitales que genera un modelo de dólar caro hace que el ahorro sea bajo y la tasa de interés alta. El resultado es que el modelo se basa, nuevamente, en salarios bajos. Por ejemplo, para los defensores del modelo de dólar caro es preferible tener legiones de personas tejiendo a mano que maquinarias de última generación que hagan las telas. La idea de ellos es tener insumo mano de obra barato y costo de capital caro. En castellano básico es un modelo de muy baja productividad, la contracara del ingreso real de la población.
Es evidente que el kirchnerismo está agotado en su modelo político y económico. Es cierto que Kirchner le agregó al modelo medidas tan insensatas que el problema ya no es solamente el modelo, sino su capacidad para destruir la economía y, sobre todo, la seguridad jurídica que es la madre del crecimiento económico. Pero, atención, no es cuestión de reemplazar los delirios hegemónicos de Kirchner por un gobernante bueno pero con una política económica inconsistente como pregonan algunos economistas que ahora tratan de salvar su honor profesional diciendo que hay que volver al modelo original. Que fue Kirchner el que se desvió.
Lo que ha fracasado acá es el modelo original. Kirchner se encargó, solamente, de pulverizarlo más rápidamente y dejar tierra arrasada.
Por favor, no caigamos en el delirio de empezar a buscar un Kirchner sensato que lleve a cabo un modelo inconsistente porque el día que se vaya el matrimonio, a poco de andar, nos vamos a pegar otro porrazo.
- 28 de diciembre, 2009
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