Ecuador y las autonomías: Burla consumada
Desde Mi trinchera Me parece ayer no mas cuando el 26 de noviembre de 1995 Sixto Duran nos llevó a un referéndum donde constaba la siguiente pregunta: “El estado transferirá progresivamente competencias y recursos a los organismos seccionales preferentemente en los sectores de educación, salud, vivienda, vialidad y saneamiento ambiental, a fin de garantizar una efectiva descentralización administrativa y financiera”.
La respuesta se dio de la siguiente manera: en Guayas voto a favor el 63.35%, y en Pichincha tan solo el 40%. Ya no existe ni ese Guayas ni ese Pichincha. Están fraccionadas como provincias. A Guayaquil la acorralaron y con esto de constituirla en Distrito Metropolitano, le dejan aislada de su propia provincia.
Quito no sufre porque allí se concentra toda la actividad creciente del Estado brutalmente centralizado, bajo el concepto de que “todos los gobiernos seccionales conforman el Estado” Esta es la definición que constará en el Código Orgánico de Ordenamiento Territorial, Autonomía y Descentralización” que aprobará el Congresillo en substitución de la Ley de Régimen Provincial, Municipal y de Juntas Parroquiales.
Todo concepto de autonomía se diluye y extingue bajo el nombre engañoso, ya que es el Gobierno, por norma expresa, el que “regulará las autonomías”, aunque esto es un real contrasentido. Realmente no hace sentido ir a las urnas a elegir alcaldes, ni prefectos ni concejales, pues son figuras de papel.
Así sucedió durante la dictadura militar petrolera, cuando se designaba a dedo a estos funcionarios. La revolución no admite contrincantes, ni cede espacios de poder a nadie, salvo a Chávez el “bocón” de América. Debemos ser concientes de lo que realmente está sucediendo y los guayaquileños de País, deben entender que les tocará ser cómplices de cómo se está descuartizando a esta ciudad, y se la está aplastando con una planificación manejada por los serranos de la SENPLADES, y aplicada por unos guayaquileños cuyo mérito principal es haberse encontrado sea en las aulas, o en las excursiones de boys scouts, con un hombre llamado Rafael Correa.
Hay quienes niegan que el regionalismo existe en la capital de la República. Lo que pasa que quien está montado en el caballo no corcovea. Corcovea el caballo que siente la carga. Se manifiesta en todos los ámbitos del acontecer público y privado e incluso en la Asociación de Bancos privados, donde los Bancos de Quito imponen la vocería.
Bien ha hecho Guillermo Lasso salirse de ese club anti guayaquileño, que quiere tener a su propio vocero para cabildear directamente con Correa. Y lógicamente diario El Comercio intenta pintar a Lasso como que él es disidente para satisfacer sus propios intereses. Trabajan en equipo todos a una. Y la SENPLADES impone sus doctrinas regionalistas sin que Guayaquil atine a defenderse.
Guayaquil perdió su pensamiento y su única preocupación cree que es Correa, y no el legado que se arma desde la Capital de la República, para mantenernos en un apartheid organizado por sociólogos que usan la oportunidad, para articular lo que ellos apodan “autonomías” y que servirá aun luego de que el actual Presidente deje de serlo. Si Guayaquil en este mes de julio, su mes de julio propio y no prestado, no corcovea como en los viejos tiempos, quedará domesticado.
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