La venta de casas en Cuba (II)
(Puede verse también la primera parte de este trabajo)
El hecho que el gobierno cubano esté comenzando a construir repartos enteros para venderles las casas a extranjeros en presencia de la crisis generalizada de la economía que afecta a todos los cubanos, tiene implicaciones morales y económicas. A todas luces tal iniciativa se debe a la crisis económica por la que está atravesando el gobierno cubano, lo cual repercute con saña en los once millones de ciudadanos que habitan la isla. Como es tradicional, la verdadera política del gobierno no se conoce en su totalidad. Así se anuncia oficialmente que hay que reducir los niveles de consumo como parte de una política de austeridad, mientras brilla por su ausencia una política de reactivación de la economía. El gobierno sabe, por supuesto, que la austeridad no genera ingresos; que de hecho la crisis actual está causada por una caída de los ingresos externos del país y por eso hay que buscar fuentes alternativas en el extranjero aunque sin mejorar la economía doméstica.
En los últimos años las principales fuentes de ingreso del gobierno cubano han sido la exportación del níquel, el turismo y las remesas de dinero de los cubanos que viven fuera del país. Pero también ha tenido fuentes no reconocidas oficialmente, como la venta a extranjeros del patrimonio nacional expropiado sin compensación a sus dueños originales y también las que muchos conocedores afirman que provienen del tráfico de drogas y del lavado de dinero. Ahora, las ventas de casas que se están anunciando internacionalmente pero no en la isla, representan una indicación de que para mantener sus ingresos el gobierno está dispuesto a vender segmentos del país. Creo que esta nueva iniciativa es resultado de la renuencia del gobierno, posiblemente de Fidel Castro en especial, de liberalizar la economía nacional, o sea, levantando su bloqueo interno a la economía de los cubanos, los cuales siguen dando muestras de adaptarse mansamente al hecho de que ellos no cuentan en el país donde nacieron. Todo esto significa que las ventas de propiedades a extranjeros deberán continuar indefinidamente mientras las fuentes ya tradicionales no produzcan lo suficiente. Es interesante notar que la economía cubana depende fundamentalmente del capitalismo internacional mientras que las formas supuestamente socialistas de producción nunca fueron capaces de darles a los cubanos, ni al gobierno mismo un sustento mínimo estable en cincuenta años.
Uno pudiera pensar que para un extranjero, impresionado por la propaganda que se hace internacionalmente y a quién le venden la isla como un paraíso, debiera ser un riesgo muy elevado invertir en un país que no respeta los derecho de propiedad. Sin embargo, los extranjeros no ven la realidad cubana porque nadie los saca de su indolencia y de su ignorancia. Y lo que es todavía más triste, en su miseria y decadencia Cuba se ha ido convirtiendo en una curiosidad para muchos que viven fuera de Cuba. El espectáculo combinado de los autos fabricados en los años cincuenta, la ruina de sus ciudades, la indigencia caleidoscópica de sus habitantes y los mitos que se han ido tejiendo acerca de la revolución y sus íconos han hecho de nuestra pobre Cuba una especie de zoológico, museo viviente o una oportunidad semi-esquizofrénica de viajar en el pasado . El componente de la prostitución fue un elemento para atraer turistas, pero todavía quedan muchas más atracciones que pueden ser explotadas lucrativamente por un capitalista y empresario cubano llamado Fidel Castro.
La mansedumbre que emana de la gran mayoría de los cubanos ayuda a los que ostentan el poder en Cuba a disponer del país como su propiedad privada, mientras continúan desmantelando lenta pero inexorablemente todo vestigio de nación. Esta demolición espiritual de un pueblo debiera ser observada y estudiada por aquéllos que creen en el socialismo y que se puede justificar una revolución para cambiarlo todo en una sociedad simplemente porque la misma no funciona como la utopía caprichosa en que sueñan algunos intelectuales y los tontos que creen en ellos. De los políticos socialistas ni hablo. Crean o no en la ideología, utilizan las debilidades de las sociedades donde operan y la ignorancia y desorganización de sus ciudadanos para justificar un cambio que los favorece sólo a ellos. Es la avaricia del poder lo que los mueve; la ideología es sólo el adorno que servirá de disfraz y de engaño. Cuando sus seguidores se den cuenta de la trampa en que han caído, será muy tarde para evitar la debacle.
Sobre la venta de las casas y la construcción de hoteles de lujo y facilidades para yates, también hay que considerar que la inversión parece estar inspirada en la expectativa de que pronto las relaciones entre los gobiernos de Cuba y EEUU conducirán a una apertura de relaciones, incluso el posible levantamiento del embargo. O sea, como que la mayoría de los cubanos parece aceptarlo todo y los pocos que se oponen están divididos y no tienen influencia alguna en la política interna, el mundo entero debe estarse preparando para negociar con la isla-empresa de Fidel Castro. Nótese que lo moral no parece contar en este drama cubano que al mundo no parece importarle. Mientras los cubanos en la isla sigan en su gran mayoría emitiendo señales de que se adaptan y por omisión aceptan su destino, esa entelequia que algunos inocentes denominan “la comunidad internacional” no hará absolutamente nada por ellos.
- 23 de enero, 2009
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