Rara versión de Vietnam

El Expreso de Guayquil

Ernesto Guevara, cumpliendo su destino guerrillero, fue al Congo a guerrear y allí fracasó. Formuló, entonces, la teoría del foco armado, afirmando que para derrotar al imperialismo habría que crear uno, dos, diez Vietnam y dando cumplimiento a su teoría se marchó a Bolivia para iniciar la lucha que debía concluir con la caída del imperialismo. Allí fue abandonado y traicionado. Abandonado por quienes habían compartido con él las fatigas de la Sierra Maestra y a quien le debían buena parte de la victoria final.

El sometimiento del régimen castrista al imperio totalitario de la Unión Soviética que consideraba al foco armado como un aventurerismo contrarrevolucionario, hizo que ese régimen abandonara al Che y que el partido comunista de Bolivia le traicionara, con lo que abandonado y traicionado, Guevara fue muerto en las cumbres bolivianas. Desde entonces, la teoría del foco armado ha sido archivada por los movimientos políticos, herederos del sovietismo. Sin embargo, en la última crisis política producida en Honduras, una nueva miniversión de foco armado se produjo, cuando tres presidentes sudamericanos, el prolífico ex obispo que gobierna Paraguay, una dama que ejerce la presidencia en Argentina, derrotada clamorosamente en las últimas elecciones legislativas en ese país y el presidente de Ecuador, decidieron acompañar al depuesto presidente hondureño para que recuperara su cargo, volando a Tegucigalpa, la capital de Honduras.

Mientras se preparaba la incursión, es decir la escenificación de esa nueva versión, de Vietnam, a colores y, en retrospectiva, simulando el combate singular de la Edad Media, el presidente Correa declaró que Honduras sería un bello lugar para morir y que si alguien cometiera la estupidez de matarle, su revolución duraría mil años, es decir la mitad de lo que dura el cristianismo, lo cual podría interpretarse como que el presidente es algo así como el cincuenta por ciento de Jesucristo y su revolución, aunque no aparezca por ninguna parte, representa la mitad de nuestra Era. Una interpretación sumamente modesta, desde luego, pero que ya tuvo un antecedente cuando Hitler afirmaba que su Tercer Reich nacional-socialista también duraría mil años y para su pesar y su muerte, apenas se mantuvo algo más de doce años aunque produjo una hecatombe, la ocupación de Alemania por los ejércitos de cuatro potencias extranjeras, su división en dos Estados, y el casi aniquilamiento de esa nación tan importante en el concierto universal.

Afortunadamente, la prudencia, que cuidado alguien se atreva a calificar como temor, hizo que el nuevo Vietnam se refugiara en Washington, la capital del nefasto imperialismo, con la protección diplomática de la Embajada ecuatoriana y los tres decididos combatientes resolvieron dejar que el presidente hondureño depuesto sobrevolara solo el territorio hondureño y regresara en su avión venezolano al punto de partida en Nicaragua, donde una de las joyas de la corona de Chávez, Daniel Ortega, debe haberle brindado sus atenciones. Después, el nuevo Vietnam en tecnicolor se ha trasladado nuevamente a Washington para demandar del repudiado imperialismo su intervención , que no habrá sido para pedirle que envíe los marines a Honduras, para que Zelaya vuelva, aunque sea en la trompetilla de un fusil extranjero, reponiendo en su puesto a otra de las joyas de la corona del venezolano que mal disfrazado de Simón Bolívar, pretende convertirse en el Jefe de América del Sur, del Centro y del Caribe.

Los combatientes abandonaron en puntillas la escena, bajaron el telón y retornaron a sus países, para que fueran los odiados gringos quienes cumplieran la tarea de la reposición del Presidente hondureño en un cargo que hasta hoy le es negado.

Cosas de los nuevos revolucionarios.