¿Subir los impuestos, alguien?
La política económica, que pasó a ser alarmante cuando Washington empezó a adquirir fabricantes automovilísticos, se ha vuelto surrealista ahora que la decepción con los resultados del segundo estímulo está despertando el debate acerca de la necesidad de un… segundo estímulo. En cualquier otro lado, hacen falta siglos para borrar la memoria de la humanidad; en Washington, 17 meses bastan: En febrero de 2008, el Presidente George W. Bush y la presidenta de la Cámara Nancy Pelosi, que normalmente se tiraban los trastos a la cabeza, convenían en que un estímulo de 168.000 millones de dólares — éste fue el Estímulo I — iba a ser la “dosis de inmunización” que la economía necesitaba. El desempleo estaba por entonces en el 4,8 %.
En enero, la administración, radiante igual que una moneda de diez centavos a estrenar y rebosante de materia gris, afirmaba que a menos que otro estímulo — Estímulo II implicando en total 787.000 millones de dólares — fuera aprobado con efecto inmediato, el paro, que por entonces era del 7,6 %, iba a llegar al 9 hacia el año 2010. Pero transcurrida la primera mitad de 2009, el índice de desempleo es del 9,5 %. Por primera vez desde que se creara la Eurozona en 1999 con 16 naciones hoy, el índice de desempleo en América es igual de elevado que el de aquella región, que los estadounidenses consideraban hace tiempo una parábola de las consecuencias del pecado, entendido como impuestos y regulación excesivos.
“Todo el mundo se equivocó al estimar” la debilidad de la economía, dice el vicepresidente, explicando el motivo de que el Estímulo II no haya traído los efectos benéficos anunciados. Joe Biden resulta encantador siempre que lo que dice no es cotejado con los datos, como a menudo es y fue cuando habló de hacer estimaciones (“Meet the Press”, 14 de junio) y de cómo todo el mundo “malinterpretó” la economía (“This Week”, 5 de julio). Siendo justos, la economía es una ciencia de casos concretos, lo que significa que no es una ciencia en absoluto. Y es distinta sobre todo contra más anhelamos certezas de ella — cuando tiene lugar un suceso trascendente y sin precedentes y la estimación académica es lo único que cabe hacer.
Pero antes de embarcarnos en el Estímulo III, observe que solo alrededor del 10 % del Estímulo II ha sido inyectado ya en la economía en 2009. Esto no es culpa de la administración, dicen los defensores de la administración, porque el gobierno es engorroso, lento e ineficiente. Pero esta cegadora muestra de perspicacia se produce mientras la administración trabaja inasequible al desaliento por ampliar el control gubernamental de la sanidad, la energía, las finanzas, la educación, etc.. La administración estima que estos proyectos públicos funcionarán mejor que el Servicio de Correos (sus pérdidas durante el segundo trimestre, 1.900 millones de dólares, son el 68% de sus pérdidas de todo el ejercicio 2008) y el ferrocarril público (Amtrak ha registrado 38 años de pérdidas y las de este año van camino de fijar un récord).
Estimemos: ¿Una persona o una institución en busca de un sitio en el que invertir 1.000 millones de dólares va a buscar oportunidades de inversión en los Estados Unidos, en donde las políticas legislativas elevan deliberadamente los impuestos, la deuda, las regulaciones y el precio de la energía, y pronto aumentarán el coste del préstamo y la contratación? O el inversor se irá a buscar a, digamos, la India. Es el país grande menos urbanizado — el 70 % de los indios reside en las zonas rurales, el 50 % en granjas — de forma que el éxodo modernizador y catalizador de la productividad que se da del campo a la ciudad está en pañales. Esta nación de 1.200 millones de habitantes tiene una tasa de ahorro de entre el 25 y el 30%, y menos de 20 millones de tarjetas de crédito. ¿Qué nación, la India o los Estados Unidos, está mejor situada para registrar el crecimiento económico más elevado durante la próxima década?
Pero mientras el gobierno reduce las ventajas comparativas de América, los izquierdistas claman por… impuestos más altos. Debido en parte a los cambios instituidos por los presidentes de Ronald Reagan a Barack Obama, aproximadamente el 60% de los contribuyentes no paga hoy ningún impuesto sobre la renta (el 43 por ciento) o paga menos del 5 por ciento de su renta. Dado que no se puede recaudar una cantidad de dinero significativa a través de ese impuesto sin mellar a la clase media, o sin devolver a millones de personas al registro tributario, la atención se está desviando a un impuesto sobre el valor añadido.
Se impone un IVA en cada etapa de la producción. Como el régimen de intercambio de emisiones que se está construyendo, un IVA hace las delicias del político progre: Lo grava todo, pero de forma opaca.
Antes de convertirse en el asesor económico de la Casa Blanca Obama, donde el ingenio puede ser peligroso, Larry Summers dijo: Los progres se oponen a un IVA porque decrece al aumentar la cantidad a pagar y los conservadores se oponen a él porque es una máquina de recaudar, pero un IVA podría imponerse cuando los progres se den cuenta de que es una máquina de recaudar y los conservadores se den cuenta de que es regresivo.
En su rueda de prensa del 29 de junio en la Casa Blanca, el secretario de prensa Robert Gibbs fue preguntado, a propósito de la legislación sanitaria, si el compromiso del presidente de no subir los impuestos a las parejas que ganan menos de 250.000 dólares sigue “en vigor". Gibbs respondió: "Vamos a dejar que el proceso encuentre su camino". ¿Cuál es su estimación?
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