Los británicos se preguntan si Afganistán vale la pena
La Vanguardia, Barcelona
Londres – En el Reino Unido los partidos no hacen política electoral con los muertos a causa del terrorismo o de la guerra, y es tradición que la estrategia para combatir a los enemigos del Estado, ya sea el IRA o Al Qaeda, sea fruto del consenso. Pero esa colaboración corre el peligro de romperse en el caso de Afganistán, donde quince soldados británicos han perdido la vida en una sangrienta primera quincena del mes de Julio.
La principal crítica al gobierno de Gordon Brown, y una que hace mucho daño, es que el número de bajas sería sustancialmente menor si el ejército estuviera financiado y equipado como es debido. El Tesoro ha alegado la actual crisis económica para no aumentar ni el número de soldados desplegados en Afganistán (actualmente 8.300 con carácter fijo y 700 con carácter temporal para aumentar la seguridad de cara a las próximas elecciones) ni el material a su disposición.
En una sesión muy tensa en la Cámara de los Comunes, los dos principales partidos de oposición -conservadores y liberal demócratas-unieron fuerzas el lunes para denunciar la "irresponsable racanería" de la administración con los compatriotas que se juegan la vida. El número de bajas desde el principio de la intervención, 184, supera ya a las registradas en Iraq, 179. Tan sólo el jueves de la semana pasada murieron ocho soldados, tres de los cuales tenían tan sólo 18 años. La imagen de la llegada de los féretros cubiertos con la bandera de la Union Jack ha causado profunda consternación en el país, que se pregunta si se trata de una causa que vale la pena.
Para echar un cable al eternamente atribulado Brown, Barack Obama ha agradecido en declaraciones a la cadena de televisión Sky "el extraordinario papel del Reino Unido y su generosa contribución en la lucha para erradicar a los responsables de los atentados de las Torres Gemelas y del metro de Londres, una batalla decisiva que no podemos permitirnos el lujo de perder". También ha dicho que probablemente Gran Bretaña corre ahora mayor peligro de atentados que EE. UU., afirmación que no ha tranquilizado precisamente a una opinión pública inquieta por el preocupante aumento de las bajas.
Los británicos están divididos casi al 50%. Mientras un 47% considerada conveniente y justificada la campaña militar y la actual ofensiva contra los talibanes en la explosiva provincia de Helmand, un 46% es partidario del regreso a casa de las tropas, estima contraproducente su presencia en el país asiático y piensa que a la larga tan sólo va a servir para atizar el fanatismo de los potenciales terroristas. Muchos comentaristas están de acuerdo.
"La estrategia del Gobierno en Afganistán es demasiado ambiciosa para los medios con los que cuenta – dijo en el Parlamento el liberal demócrata Nick Clegg-.Es insensato pretender importar una democracia al estilo occidental en un país que carece de un gobierno funcional; habría que conformarse con estabilizarlo". Sus palabras reflejan la actitud de buena parte de la ciudadanía, que está dispuesta a aceptar el sacrificio humano pero siempre que se vean los resultados y sea una guerra que se pueda ganar.
En respuesta a la oposición y a las presiones de la opinión pública, Brown está considerando poner verde el semáforo a una mayor inversión bélica a pesar de la recesión, y aumentar en dos mil el número de efectivos destacados en Afganistán para ver si de esa manera resulta posible romper la resistencia talibán y realizar un avance significativo.
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