El modelo de desarrollo guayaquileño
Para escribir una ponencia sobre la economía ecuatoriana en época de la Independencia, he investigado a profundidad lo ocurrido en el país desde fines de la colonia hasta el final de la Gran Colombia. Para el análisis he usado fuentes primarias, desconocidas o no tomadas en cuenta por los historiadores tradicionales. A partir del 25 de julio y durante todo agosto, presentaré al lector eventos del período 1809 a 1830, que no se encuentran en nuestros libros de historia.
Del estudio de las fuentes históricas se destaca la marcada diferencia de actitudes y forma de ser y pensar entre guayaquileños y quiteños, la misma confirmada por los extranjeros que visitaron nuestro país. Las diferencias tienen diversos orígenes. Una se debe a la geografía. Siendo puerto, Guayaquil estuvo expuesto a ideas modernizadoras traídas por publicaciones y pasajeros de sociedades más avanzadas. En cambio, Quito permaneció enclavado en Los Andes y aislado de la modernidad hasta 1908, cuando se inauguró el ferrocarril. Otra diferencia es el entorno socioeconómico. En la Sierra, los Incas operaron bajo un sistema socialista, donde predominó el autoritarismo. La rígida estructura jerárquica se mantuvo a la llegada de los españoles mediante la Encomienda, institución que sirvió para la explotación de los indígenas. Un ambiente tan restrictivo destruyó la iniciativa de los ciudadanos, hizo rentistas a los propietarios de las haciendas y conservadores en forma de pensar.
El costeño, frente a un entorno hostil, -clima, enfermedades, incendios, etc.- para sobrevivir tuvo que ser creativo y valerse por sí mismo. La ausencia de la encomienda y limitada población, creó un sentido de libertad de acción manifestada en emprendimiento, lo que permitió que gente pobre se hiciera rica. La mayoría de los grandes empresarios no fueron herederos. En el campo, si bien hubo abuso con el peón, no se comparó en nada con el sufrido por los indígenas. La tercera diferencia, derivada de las dos primeras, tiene que ver con el sistema económico, con cuál debe ser el motor principal del desarrollo económico, estatal o privado. En Guayaquil, hay preferencia por la actividad privada.
Lamentablemente, las diferencias persisten hasta la actualidad. El más reciente ejemplo en señalarlas es el artículo de Alberto Acosta, quien en la revista Polémika, cuyo editor es Pablo Lucio Paredes, escribe: “Ecuador frente a la crisis económica internacional”; en él afirma “… hay que diferenciar la situación del desempleo en Guayaquil con el 14% y Quito con un 7%; diferencia explicable en la medida que el puerto tiene una vida más sujeta a los vaivenes del comercio, lo que demostraría que el ‘modelo de desarrollo guayaquileño’ no es tan sustentable como lo promocionan”.
Como él profesa ideología socialista, no está de acuerdo en la forma en que se genera la actividad económica en Guayaquil y trata de encontrar la explicación de la diferencia en el desempleo, criticando la actitud empresarial del guayaquileño, dando a entender que el modelo de Guayaquil es malo y el de Quito, bueno. Llama la atención porque como investigador de larga trayectoria y teniendo acceso a la información que pocos investigadores tienen, Alberto conoce muy bien que en Quito se encuentra la burocracia central, proveedores de las empresas petroleras y mayoría de las oficinas principales de las multinacionales (operaban desde Guayaquil, por el centralismo se trasladaron a Quito). Todas ellas generan decenas de miles de puestos de trabajo y son ventajas que no tiene Guayaquil. Si quiere comparar, Alberto debe excluir los rubros mencionados.
Otras diferencias que perjudican a Guayaquil, de acuerdo a Juan José Illingworth son: drenaje neto de aproximadamente 1.500 millones anuales que Quito recibe de Guayaquil y no regresan; Guayas recibe la mitad per cápita de los dólares para educación pública de los asignados a Quito y las decisiones más importantes para el desarrollo local, se toman en otra ciudad. La diferencia en desempleo no es culpa del modelo.
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