El año que cambió bastante
Hace 50 años, el 21 de julio de 1959, Grove Press obtenía el permiso de publicación de la novela de D.H. Lawrence "El amante de Lady Chatterley". Dos años más tarde, G.D. Searle, la farmacéutica, solicitaba al gobierno la licencia del Enovid, la píldora de control de la natalidad. Estos dos acontecimientos, celebrados ambos, fueron sin embargo indicios del torrente que arrastró la cultura de moderación y autocontrol de los Estados Unidos.
Ese cambio es relatado por Fred Kaplan, doctor por el MIT e historiador cultural, en "1959: El año que todo cambio", un inteligente libro con un subtítulo estúpido. Nunca ha habido un año — ni una década, siglo o al menos milenio, a estos efectos — en el que cambiara todo. Hay numerosas constantes en la condición humana, (a causa de) e incluyendo la naturaleza humana. Además, elija un año, cualquier año, de los últimos, digamos, 250, y lo encontrará lleno de nacimientos y batallas importantes, invenciones y publicaciones que constituyeron la modernidad.
Además, un motivo de que Estados Unidos se metiera en tantos desastres tras el 11 de Septiembre fue el desorientador mantra de que en ese día "todo cambió". Aún así, considere lo mucho que maduró en 1959.
Hasta bien entrada la década de los 40, había sido un delito en Massachusetts vender la obra de Theodore Dreiser "Una tragedia americana", en la que Roberta pierde su virginidad con un capataz. En 1948, el Tribunal Supremo ratificó el veredicto de una sala de Nueva York contra Doubleday por publicar la novela de Edmund Wilson "Memorias del condado de Hécate", que retrataba una aventura extramarital. En 1957, el Supremo respaldaba la condena a un librero por enviar materiales obscenos, afirmando que el amparo constitucional a la libertad de expresión no abarcaba la obscenidad, como había determinado el Departamento de Correos, que contaba con su propia judicatura.
El tribunal afirmaba, sin embargo, que la prueba de obscenidad consistía en "si para el ciudadano medio, aplicando los estándares comunitarios contemporáneos, la temática dominante del material en conjunto apela o no al interés morboso". Y para ser obsceno, el material debe ser "carente por completo de importancia social redentora".
Así, ¿sería juzgada la obra de Lawrence lasciva y despreciable a la vez? Barney Rosset, de Grove, decidía averiguarlo alertando a la oficina de correos de su intención de importar de Europa algunos ejemplares. La oficina de correos los embargó. A continuación un tribunal abolía la restricción a su envío por correo. En cuestión de semanas la novela era un éxito, como la "Lolita" de Nabokov. Cuatro meses después de que los Estados Unidos se liberaran del abrazo de la gravedad poniendo en órbita un satélite alrededor del sol, también cedían las convenciones sociales.
En julio de 1959, farmacéuticas Searle solicitaba la licencia de la agencia del medicamento para comercializar el Enovid para el control de la natalidad — no, como fue el caso en 1957, para paliar "los desórdenes menstruales". Cuando la píldora llegó por fin al mercado, U.S. News & World Report se preguntaba si se consideraría "una licencia de promiscuidad" y si "conducirá a la anarquía sexual". La idea misma de "estándares comunitarios", la cruz del caso Chatterley, se estaba volviendo problemática.
Kaplan pone excesivo énfasis en Norman Mailer, quien hoy parece accesorio. Es un dato indicativo — que indica la importancia cada vez menor de las palabras hoy en día — que el recital del poeta Allen Ginsberg en 1959 en la Universidad de Columbia provocara el tipo de conmoción que hoy sólo podría causar un grupo de rock. Pero la opinión de Kaplan de que Ginsberg "vio la relación entre la libertad de las estructuras en la poesía y la libertad de las estructuras en todas las facetas de la vida" simplemente valida el axioma de que todo cambia excepto la vanguardia.
Se avecinaba un cambio más serio, nacido de un material mundano, la silicona. El 24 de marzo de 1959, en una feria comercial de ingeniería, Texas Instruments presentaba por primera vez el dispositivo más transformador quizá del siglo XX, el circuito integrado, alias microchip. Ello ayudaría a satisfacer lo que Kaplan llama "el deseo de instantaneidad de los estadounidenses", primo de la espontaneidad ("la primera idea es la mejor" proclamaba Ginsberg) tan celebrada durante la próxima década.
Kaplan es especialmente convincente con respecto al jazz como importante indicador de enriquecimiento cultural más importante, por ser más disciplinado. El 2 de marzo de 1959, Miles Davis empezaba a grabar "Kind of Blue", puede que el mejor álbum de jazz. El 4 de mayo, John Coltrane grababa "Giant Steps", y el 22 de mayo Ornette Coleman grababa "The Shape of Jazz to Come" y el 25 de junio David Brubeck empezaba la grabación de "Time Out". La emancipación del jazz de lo que Kaplan llama "las estructuras de acordes y ritmos preestablecidos" demostró que la improvisación practicada con meticulosidad no es un oxímoron.
El 8 de julio de 1959 — dos meses después de que el Presidentes Eisenhower aprobara que consejeros militares estadounidenses escoltaran a unidades del sur de Vietnam en sus operaciones — dentro de una cabaña a 12 kilómetros de Saigón, ocho asesores veían una película. El vietcong acribilló la estancia, hiriendo a seis. Murieron dos, las primeras de 58.220 bajas.
© 2009, Washington Post Writers Group
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