Washington y la crisis de Honduras
El conflicto de Honduras se está convirtiendo rápidamente en el centro de una feroz lucha partidista en Washington D.C, lo que podría ser un mal presagio para el futuro de la política estadounidense hacia Latinoamérica.
Ya hay signos de que eso está ocurriendo. A inicios de esta semana, el senador republicano Jim DeMint bloqueó temporalmente el proceso de confirmación de Arturo Valenzuela como nuevo jefe de asuntos hemisféricos del Departamento de Estado, y de Thomas Shannon como embajador en Brasil, el país más grande de Latinoamérica.
A principios de este mes, 17 senadores republicanos, incluyendo algunos pesos pesados como el líder de la minoría republicana Mitch McConnell, enviaron una carta a la Secretaria de Estado Hillary Clinton pidiendo que el gobierno de Obama «reconsidere'' su postura "unilateral'' con respecto a Honduras.
Alegaron que el fuerte respaldo de Obama al regreso al poder del derrocado presidente hondureño Manuel Zelaya no tomó en cuenta las repetidas violaciones de la Constitución de su país que Zelaya había cometido antes de ser depuesto.
Zelaya fue arrestado por el ejército el 28 de junio después de haber afirmado que desobedecería un fallo de la Suprema Corte que le prohibía celebrar un referéndum con el que pretendía cambiar las leyes para permitir su reelección. Muchos abogados constitucionalistas dicen que su arresto fue legal, pero que el ejército violó la Constitución al sacar a Zelaya del país por la fuerza, en vez de someterlo a un juicio en Honduras.
Fuentes del Congreso en Washington, D.C. me dicen que los 17 senadores que enviaron la carta a Clinton no pertenecen al pequeño grupo de legisladores que usualmente se interesan por los asuntos latinoamericanos.
Mas bien, son en su mayoría republicanos conservadores que intentan abrir un nuevo frente de ataque contra el gobierno de Obama, acusándolo de ser demasiado «blando'' con líderes autoritarios antiestadounidenses como el presidente venezolano Hugo Chávez, la principal fuente de apoyo de Zelaya.
La mala noticia, según dicen muchos en círculos diplomáticos de Washington, es que el conflicto hondureño podría bloquear la formulación de políticas estadounidenses para Latinoamérica que cuenten con apoyo bipartidista.
"Es la primera vez desde el fin de la Guerra Fría que vemos un verdadero cambio en el consenso bipartidista que existía en Washington respecto a Latinoamérica, que en parte resultaba de la inexistencia de una política hacia la región'', dice Cresencio S. Arcos, ex embajador de EEUU en Honduras. "Uno de los peligros de esto es que podría dificultar aún más la articulación de una política''.
Según Arcos, Honduras exigirá un mayor nivel de atención por parte de la Casa Blanca, porque puede convertirse en una prueba de la capacidad del gobierno de Obama de llevar a cabo una política exterior que genere respeto y credibilidad.
"Si los países del Medio Oriente y de otras partes del mundo ven que no podemos resolver el problema de un pequeño país de nuestro vecindario, ¿cómo podremos lidiar con Irán, o con Corea del Norte?'', pregunta Arcos.
Peter Hakim, director del instituto Diálogo Interamericano, de Washington, D.C., no cree que Honduras se convierta en un tema prioritario.
"Honduras será un tema del que probablemente no oiremos hablar dentro de tres meses. Los temas centrales volverán a ser el libre comercio, la inmigración y Cuba.''
Mi opinión: Valenzuela y Shannon terminarán siendo confirmados en el Senado. A diferencia de lo ocurrido en pasadas ocasiones, en que nombrabientos presidenciales fueron demorados por mucho tiempo en el Congreso, esta vez tenemos a un demócrata en la Casa Blanca y a una mayoría demócrata en el Congreso.
Y tampoco es probable que el gobierno de Obama cambie su postura respecto de Honduras por las críticas de la oposición republicana.
Aunque Obama debería haber señalado con mayor energía que el propio Zelaya había violado la ley, y que es irónico ver a Chávez –un ex golpista– y al dictador militar cubano Raúl Castro encabezando una campaña por la restauración de la democracia, Estados Unidos no podía permitirse dar la imagen de que estaba tolerando un golpe militar en Latinoamérica.
Eso hubiera significado la destrucción de tres décadas de política exterior estadounidense en la región, y le hubiera dado a Chávez una munición propagandística inigualable contra lo que llama «el imperio".
Sin embargo, la creciente lucha política en Washington en torno a Honduras es una mala noticia, porque está demorando las muy necesarias confirmaciones de Valenzuela y Shannon.
En un momento en el que Estados Unidos necesita prestar más atención a América Latina, la tardanza en confirmar un encargado de la política del país hacia Latinoamérica –sumada al hecho de que, hasta el momento, Obama no ha designado un Enviado Especial para las Américas– puede tener un costo muy alto para Washington en la región.
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