Consejo inesperado
Por Tamara Avetikian
El tema de la raza es delicado en Estados Unidos y Barack Obama, quien siempre trató de mantener un perfil conciliador, se vio enredado en la polémica que él mismo provocó. Salió bien parado, creo, pero es indudable que empaña algunos de sus logros. En las últimas semanas Obama había pronunciado dos discursos emblemáticos y que marcan su postura personal y política frente a la cuestión racial.
No es habitual escuchar a un Presidente dando consejos del tipo "apagar el videojuego" y acostar a los niños "a una hora razonable". Suena paternalista y parece una injerencia inaceptable en la vida privada familiar.
Cuando lo hizo Obama en Nueva York no cayó mal. La audiencia de activistas por los derechos civiles de los afroamericanos lo aceptó, y él hasta recibió aplausos. Obviamente es una cuestión de cercanía racial, pero, más allá de eso, tiene que ver con su tono, con el traspaso de su experiencia exitosa y con su capacidad de proyectar una visión optimista.
Algo similar ocurrió en Ghana. Parece un desatino que un Presidente estadounidense dé lecciones de buen gobierno a los africanos. Imagine a George Bush frente a un público, digamos, somalí, ensalzando las virtudes democráticas occidentales. Casi un acto de audacia o incluso de temeridad. Obama recibió vítores.
Ante su audiencia local, tocó el tema de la discriminación de las minorías, las injusticias y el ambiente adverso, que mata las ilusiones, en el que vive la mayoría de la gente de color en Estados Unidos. En el continente negro, apuntó contra los gobiernos coercitivos, corruptos y la violencia que azota parte del territorio.
La clave de la receptividad de ambos discursos estaba en la visión positiva, en que los alentaba a progresar, a superar una situación desesperanzadora, sin evadir la realidad ni sus responsables, pero poniendo el foco en las soluciones.
El mérito de sus palabras es que pueden aplicarse no sólo a las minorías en EE.UU. o a los africanos, sino a todos los que se sienten en desventaja en sociedades que no se perciben siempre como justas.
Frases como "¡No hay excusas!", "El destino está en tus manos", "Hay que capturar el futuro", suenan a eslogan, pero son un llamado a un cambio radical desde una mentalidad asistencialista a una de esfuerzo individual y superación personal.
Lo notable es que Obama no prometió más acciones de gobierno, sólo el énfasis en educación. Por eso lo de apagar el videojuego y ayudar a los niños en las tareas.
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