Guatemala: El enfoque oficial
Desde la perspectiva oficial, Guatemala es el país de la eterna desestabilización. Debe ser producto del importante peso que tiene el enfoque marxista en los principales asesores gubernamentales. Si al gobierno de Berger le llamaban un “gobierno de empresarios”, al de Colom le correspondería un “gobierno de marxistas”. Desde su primera campaña presidencial, Colom buscó el poder en alianza con la URNG. Ahora que gobierna, prominentes ex guerrilleros ocupan influyentes cargos en su administración. De ahí que todo sea una conspiración.
No se le pueden enseñar trucos nuevos a un chucho viejo, dice el refrán. El mundo cambió, pero, inevitablemente, los asesores gubernamentales siguen analizando la coyuntura nacional desde una perspectiva materialista-dialéctica. No hay personas, sino “colectivos” —el sector mujeres, el sector campesino, el sector oligárquico, el sector indígena, etcétera—, y todos los colectivos tienen que ser manipulados, como si fueran títeres por, en este caso, “fuerzas desestabilizadoras”. El león juzga por su condición, también dice el refrán.
Para esos asesores, las manifestaciones por el asesinato del Lic. Rosenberg, por definición, no podían ser espontáneas y legítimas. Como buenos marxistas, necesariamente tenían que ser parte de algún “proceso colectivo”, manipulado por algún grupo de poder. No hay otra explicación que les quepa en la cabeza, porque así es como ellos provocan y provocaron sus propias manifestaciones. Ellos inventaron el cargo de “organizadores de masas”. Por ello es que Rigoberta Menchú también se adhiere a la inexistente teoría de la conspiración y se atreve a decir que las manifestaciones fueron un “ensayo de golpe de Estado”. Al igual que sus colegas en el Gobierno, su propia experiencia de vida y militancia marxista le impide concebir la existencia de un movimiento libre, nacido de la legítima convicción de personas que reclaman justicia para ese y tantos otros asesinatos. En vez de hacerle honor a su cargo de “Nobel de la Paz”, prefiere alinearse a su ideología e ignorar los legítimos reclamos de justicia y paz de otros ciudadanos. La cabra siempre tira al monte, reza el refrán.
Estando así las cosas y mientras predomine el enfoque marxista dentro del análisis político-estratégico gubernamental, el presidente Colom seguirá recibiendo basura en lugar de un análisis objetivo. Por lo tanto, seguirá dando palos de ciego y viendo fantasmas en donde no hay. Todo ello para desgracia y perjuicio de los ciudadanos, quienes pagarán con más pobreza, dolor y, en algunos casos, con su propia vida, la impericia, ignorancia e imprudencia con la que se manejan los asuntos de Estado. Como solía decir Alfonso Portillo: “…hay gente que no entiende, pero hay gente que no entiende que no entiende…”.
- 23 de julio, 2015
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