El sector lácteo de EE.UU. encara una amenaza contra uno de sus principales activos: los inmigrantes latinos
Turlock, California. – La campaña contra los ilegales provocaría una escasez de mano de obra en los hatos lecheros.
Jesús rodríguez, un mexicano que no sabe leer ni escribir, a veces se confunde con los números que identifican las vacas a las que ordeña. Pero las distingue con facilidad las unas de las otras y se da cuenta cuando están enfermas, en celo, o simplemente de mal humor.
Ray Souza, el dueño del hato lechero donde trabaja Rodríguez, opina que inmigrantes como él han salvado la industria láctea en Estados Unidos. "En 10 años, no he encontrado a una persona no hispana que quiera hacer este trabajo", dice Souza, descendiente de inmigrantes portugueses, un grupo que ha ayudado a convertir a California en el estado con mayor producción láctea en ese país.
Los hatos lecheros de todo EE.UU., desde Vermont a Nueva York, pasando por Wisconsin, se han vuelto cada vez más dependientes de los inmigrantes, muchos de ellos latinoamericanos que están ilegalmente en el país. A diferencia de otros trabajos agrícolas, donde los inmigrantes son contratados por temporadas cortas, los empleados de los hatos lecheros con frecuencia permanecen en sus trabajos durante años, forjando lazos más estrechos con sus empleadores.
Pero eso también ha vuelto vulnerables a los productores de leche, ya que el aumento del desempleo en EE.UU. fomenta la tensión relacionada con la contratación de inmigrantes ilegales. Los productores de leche dicen que sin la mano de obra inmigrante, la escasez de trabajadores obligaría a cerrar algunos de sus negocios, despojando a las comunidades rurales de un motor económico clave.
En junio, unos 100 productores de leche dejaron sus botas, se vistieron de corbata y volaron a Washington para explicar su situación al Congreso estadounidense. "Necesitamos un suministro estable de mano de obra", dijo Ed Schoen, que tiene 180 vacas en el norte del estado de Nueva York. "La supervivencia de la industria láctea depende de ello". En medio de una caída en los precios de la leche, "la preocupación por los trabajadores es un problema adicional que no necesitamos", agregó Schoen, miembro de la junta de Dairy Farmers of America, una cooperativa de productores de leche estadounidenses que produce un tercio de la leche del país.
Pero los grupos que piden mano dura contra la inmigración ilegal dicen que los dueños de hatos lecheros quieren una amnistía que en última instancia creará una competencia injusta para los trabajadores estadounidenses.
"Traeríamos a miles de personas para trabajar en los hatos lecheros y luego competirían con estadounidenses por empleos en manufactura, construcción y servicios", dice Roy Beck, director ejecutivo de NumbersUSA, un grupo nacional que hace lobby en Washington para reducir la inmigración.
Dada la recesión, "este es un momento en el que sabemos que es posible encontrar estadounidenses para realizar este trabajo. Con el reclutamiento, el salario y las condiciones laborales adecuadas, el trabajo lo pueden hacer estadounidenses".
Pero a largo plazo, añade Beck, "vamos a necesitar un programa de trabajadores temporales enfocado en la agricultura".
Durante el gobierno del presidente George W. Bush, algunos productores de leche perdieron trabajadores a causa de redadas de las autoridades de inmigración. Hoy en día, otros temen que la pérdida de trabajadores persistirá con reglas más restrictivas de contratación que se están discutiendo en Washington.
Eso sirvió como una señal de alarma para la industria para exigir con fuerza cambios en las leyes de inmigración del país. "Estamos perdiendo trabajadores mientras en Congreso se queda de brazos cruzados", dice Jerry Kozak, presidente de la Federación Estadounidense de Productores de Leche.
Un estudio solicitado por la industria láctea halló que los inmigrantes constituyen el 40% de la fuerza laboral del sector y son responsables por casi dos tercios de la producción de leche en EE.UU. A pesar del estado de la economía, una quinta parte de los productores encuestados dijo que esperaba toparse con una escasez de trabajadores este año.
Esfuerzos de reforma
En mayo, la senadora demócrata de California Dianne Feinstein, presentó una propuesta de ley bipartidista que permitiría a los productores de leche legalizar su actual fuerza laboral. El destino del proyecto de ley podría depender de la aprobación de una reforma migratoria completa.
La industria láctea del valle californiano de San Joaquín solía estar dominada por inmigrantes portugueses y holandeses y sus descendientes. "Ahora, los inmigrantes hispanos son los que hacen este trabajo", dice Souza, delante del establo rojo que construyó su abuelo. "Algún día, llegará otro grupo".
EE.UU. produce unos 22.000 millones de galones de leche anualmente, que supusieron el año pasado US$35.000 millones en ventas para los hatos lecheros. Las ventas de productos lácteos al detal, incluyendo leche, queso y yogur, totalizaron US$100.000 millones.
Los latinoamericanos han emigrado a EE.UU. por décadas, pero el cambio demográfico en la fuerza laboral láctea es relativamente reciente. En estados lecheros como Vermont y Wisconsin, los granjeros empezaron a contratar a mexicanos y centroamericanos a fines de los años 90, cuando las granjas de propiedad familiar empezaron a aumentar su producción para competir con los grandes productores.
Los inmigrantes latinoamericanos con frecuencia estaban ansiosos por conseguir trabajo estable de tiempo completo, en lugar de empleos temporales que podrían conseguir en otros sectores agrícolas. Muchos también provienen de áreas rurales donde muchas familias crían vacas.
La alta rotación laboral y poca confiabilidad de los trabajadores estadounidenses supuso un gran problema para los hatos lecheros que querían crecer, según Tom Maloney, que estudia la mano de obra agrícola en la Universidad de Cornell.
"A mediados de los 90, vi a gerentes de hatos lecheros que tenían miedo de expandir sus negocios porque no podían encontrar mano de obra adecuada. Entonces, algunas empresas empezaron a contratar a inmigrantes latinos y vieron que eran de confianza y tenían una ética de trabajo excelente", dice Maloney. "Ahora no se pueden imaginar operar sin ellos".
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