La crisis pone a prueba la relevancia de la OEA
La Organización de Estados Americanos tomó forma después de la Segunda Guerra Mundial como una mini Naciones Unidas para el Hemisferio Occidental y, al igual que la ONU, ha luchado por décadas para demostrar su efectividad.
Ahora, la OEA enfrenta nuevas críticas de que no está cumpliendo con su misión de defender la democracia en la región, luego de intervenir sin éxito en la crisis política de Honduras.
La crisis, en la que el presiente Manuel Zelaya fue sacado del poder y enviado al exilio el 28 de junio, también ha arrojado luz sobre el secretario general de la OEA, el chileno José Miguel Insulza, de quien algunos diplomáticos y académicos dicen que ha mimado a los poderes antidemocráticos en la región.
Los críticos dicen que la organización e Insulza hicieron que fuera más difícil alcanzar una solución política al actuar enérgicamente a favor de Zelaya, un aliado izquierdista del presidente venezolano, Hugo Chávez, y distanciarse del gobierno provisional de Honduras.
"Desde su primera declaración, el 28 de junio, la OEA asumió una actitud de confrontación, proclamó de inmediato que era un golpe, no lanzó iniciativas diplomáticas y demandó inmediatamente una capitulación total del gobierno de facto", dice William Ratliff, experto en temas latinoamericanos del Instituto Hoover de la Universidad de Stanford.
El portavoz de la OEA Álvaro Briones dijo que la reacción de sus estados miembros a la crisis "no fue ni forzada ni apresurada. Fue la respuesta estipulada por la Carta Democrática Interamericana y era necesaria para fijar un precedente claro".
Zelaya fue sacado a la fuerza de su cargo después de tratar de llevar a cabo un referendo para reformar la constitución hondureña y así permitir la reelección presidencial, de manera muy similar a la forma en la que Chávez ha abolido los límites al mandato y ha concentrado el poder. La Corte Suprema y el Congreso de Honduras declararon el referendo ilegal, pero Zelaya los desafió.
La crisis alcanzó su punto álgido cuando soldados sacaron a Zelaya de su hogar. Al día siguiente, el secretario general de la OEA estaba en Nicaragua criticando a los nuevos líderes de Honduras junto a Chávez, el cubano Raúl Castro y el nicaragüense Daniel Ortega. En el transcurso de una semana, la OEA suspendió a Honduras debido al cambio de gobierno.
Zelaya sigue en el exilio y el rol de mediación entre él y el hombre que ocupó su lugar como presidente ha sido entregado a diplomáticos ajenos a la OEA.
Incluso los simpatizantes de la OEA dicen que la crisis resalta la necesidad de un cambio profundo en la organización de 34 países, la cual es dirigida por consenso y carece de flexibilidad. La organización responde sólo a los presidentes de cada país e ignora a los otros poderes del gobierno.
"¿Qué sucede cuando un presidente electo se pone en contra del estado de derecho e intenta destruirlo? ¿Cuando pisotea los derechos del Congreso o elimina la independencia judicial? No sucede nada porque la carta de la OEA, erróneamente, no fue concebida para lidiar con esas amenazas", dice Genaro Arriagada, ex embajador chileno en EE.UU.
Insulza, ex vicepresidente de Chile, reconoce que la OEA tiene limitaciones a la hora de lidiar con estas situaciones y hace poco propuso reformas, dijo Briones.
Sin embargo, Insulza y otros funcionarios de la OEA dicen que eso no significa que la OEA no debería haber condenado el golpe en Honduras. "Un golpe de estado es una violación de la democracia", dijo Insulza en un discurso reciente.
Sus simpatizantes dicen que la crisis hondureña llevaba demasiados ecos de la historia de los golpes de estado en la región, a tal punto que Insulza y la OEA no podían actuar sino enérgicamente. "Tenga en cuenta que Washington también condenó el golpe", dice Raúl Benítez, un académico mexicano y amigo de Insulza.
La carta de la OEA le permite suspender a un miembro en caso de un cambio no constitucional de gobierno, pero sólo después que hayan fallado las "iniciativas diplomáticas". En los días posteriores al golpe, Insulza lideró una misión de la OEA a Honduras, pero se rehusó a reunirse con miembros del gobierno interino por temor a legitimarlos.
En Washington, el manejo que Insulza le ha dado a la crisis hondureña ha generado críticas entre algunos republicanos, que dicen que los líderes de la OEA le han permitido a Chávez y sus aliados fijar la agenda de la organización.
Jeffrey Davidow, un ex embajador estadounidense ante México y Venezuela que ha asesorado al gobierno de Obama, dijo que el problema de la OEA con el manejo de la crisis en Honduras es en parte institucional, ya que el secretario general debe hablar por todos los miembros de un grupo dispar.
Davidow también señala que las relaciones entre Insulza y Chávez a menudo a menudo han sido tensas. Hace dos años, Chávez usó un epíteto para insultar a Insulza, después de que el secretario le pidió al presidente venezolano que reabriera una cadena de televisión privada que había sido cerrada.
El gobierno de Obama continúa viendo a la OEA como una parte clave de su esfuerzo por hacer a la política exterior de EE.UU. más multilateral, dijo un ex funcionario del Departamento de Estado.
La oficina de Insulza no quiso comentar al respecto.
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