Parlamentos de América uníos
Tengo la imagen grabada en la retina: la de la señora Cristina Fernández de Kirchner con gesto adusto, denotando firmeza y determinación, y los titulares dando cuenta que sería uno de los jefes de Estado que acompañaría a Manuel Zelaya en su retorno a Honduras. El plan no se dio tal cual se había proyectado. Entre otras cosas hubo alguna deserción como la de Hugo Chávez, hecho que no sorprendió a los que conocen su historia y saben de su comportamiento en momentos difíciles, como por ejemplo cuando fracasó en sus intentos de golpe de Estado o durante las horas que estuvo detenido cuando fue destituido por las FFAA en abril del 2002, las que luego los restituyeron en su cargo. En Venezuela es notorio que al comandante bolivariano esas situaciones que pueden implicar algún riesgo le provocan estrés, le sudan las manos.
Muchos se preguntaban qué hacía entre esa gente la presidenta argentina, sobre todo en momentos que ella y su esposo recibían un fuerte revolcón en las elecciones legislativas, que le significó la pérdida de las mayorías tanto en el Senado como en la Cámara de Diputados.
Para algunos más le valía a la señora Kirchner estar en su país ocupándose de sus propios problemas, que metiéndose en trifulcas ajenas.
Sin embargo: ¿no estaría la presidenta argentina haciendo una apuesta a futuro, asegurándose un respaldo para el caso de eventuales dificultades ante un Parlamento no complaciente o la aparición de jueces más curiosos? ¿Que se investigara a fondo el caso de la valija de Antonini Wilson, por ejemplo?
Cristina y colegas, con el secretario Insulza como abanderado y ariete, procuraban, y aún lo procuran, reinstaurar en su cargo al depuesto presidente Zelaya, quien fuera destituido por el Congreso de Honduras y cuyo arresto fue ordenado por el Tribunal Supremo de Justicia de ese país, por violar la Constitución. La decisión de este tribunal, en donde los correligionarios de Zelaya son mayoría, -bueno es resaltarlo-, fue tomada por unanimidad y en el Congreso la destitución fue resuelta por una abrumadora mayoría, incluso con los votos de la mayoría de los representantes del partido Liberal al que pertenece Zelaya.
Pero para la OEA lo importante es que Zelaya fue electo. ¿Y los miembros del Poder Legislativo de Honduras qué? Fueron tan electos como Zelaya, e incluso quienes votaron su destitución representan casi al 100 por ciento del electorado.
De cualquier forma parecería que la Carta Democrática sólo vale para los presidentes y titulares del Ejecutivo y no para los miembros de los otros poderes ni para otros cargos electivos.
Ese dato lo debe haber tenido muy en cuenta la señora Kirchner. Y no ha estado mal rumbeada. Días después de las elecciones legislativas y de su incursión por Centroamérica, algunas cosas comenzaron a cambiar en su país y han aparecido novedades extras sobre el matrimonio gobernante, que no es difícil que puedan derivar en investigaciones parlamentarias y actuaciones judiciales no tan condescendientes. Un solo caso que, dicho sea de paso, ha recorrido el mundo, es que la fortuna de los Kirchner ha crecido 571,8% desde que están el poder (5 años) y 158% en el último año, todo lo cual representa millones y millones de dólares. Parte de esa prosperidad parece que se debió a que compraron barato tierras fiscales, las que al poco tiempo las vendieron caro.
Notoriamente la situación se le puede complicar a los Kirchner -el ex presidente Menem, por no haber declarado una cuenta con 90 mil dólares las ha pasado duras- y no es de descartar que a algún otro poder del Estado, ya sea el Judicial o el Legislativo, se le ocurra que tienen que rendir cuentas en serio. Y es ante esa eventualidad que hay que valorar la apuesta de la Sra. Kirchner en favor de la Carta Democrática y la doctrina Insulza. Si los jueces o congresistas se soliviantan, ahí estará la OEA, Chávez, Obama, Fidel, Rodríguez Zapatero y la UE, para defender a los mandatarios electos.
Esta perspectiva que es buena para los presidentes, es por el contrario altamente peligrosa para los parlamentos. Los legisladores, por muy electos que fueran, tendrían que poner las barbas en remojo. Lo mismo deberían hacer los jueces. Esto es, si es que dentro de sus planes está actuar haciendo honor a sus cargos e investiduras. Ahora, si la idea es, por ejemplo, seguir la misma conducta que sus colegas de Venezuela, entonces, despreocúpense.
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