El Salvador: El FMLN y los intereses creados
El hecho de que la muerte de Educo haya pasado casi inadvertida es indicativo de las razones por las cuales estamos como estamos. Educo fue un programa con impacto mundial. Es difícil leer algún informe sobre los avances en la organización de la educación sin toparse con menciones directas o indirectas al programa Educo de El Salvador. Educo se convirtió en un ejemplo de las mejores prácticas en todo el mundo. El programa era tan bueno que recibió el premio del mejor proyecto mundial en los sectores sociales, otorgado por el Banco Mundial, en 1998. Sin embargo, el gobierno del Presidente Funes terminó con Educo. Lo abolió. Lo destruyó. Y nadie ha dicho nada.
Educo comenzó como respuesta a los problemas que han aquejado por muchos años al Ministerio de Educación: la captura de sus estructuras por movimientos sindicales, que están más interesados en lograr prebendas y aumentos salariales que en mejorar la educación de la juventud salvadoreña. En los años de la guerra, este problema se volvió peor en las áreas conflictivas. Los profesores que daban clases en dichas áreas vivían en regiones más seguras y tomaban sus responsabilidades con una actitud muy distanciada. Viajaban el lunes a sus escuelas. El martes preparaban las clases. El miércoles y jueves daban clases, temprano solamente, unas cuantas horas. El viernes regresaban a sus casas. Los niños de las áreas conflictivas apenas recibían clases. Quedaron condenados a vivir por todas sus vidas la pobreza que acompaña a la ignorancia.
Excepto los niños que fueron atendidos por Educo, un programa que dio a los padres de familia de los lugares afectados el manejo de sus escuelas, que incluía el poder de contratar y despedir a los maestros. Bajo el programa, el gobierno mandaba un cheque mensualmente a los padres de familia, que se organizaron para manejar la educación de sus hijos. Y lo hicieron muy bien. El primer efecto fue que los profesores de Educo se volvieron puntuales porque si no lo eran los padres de familia los despedían. Y los despedidos no podían recurrir a sus sindicatos para que el Ministerio les pagara aunque no dieran clases. Los padres de familia estaban bien enfocados: lo que querían era una buena educación para sus hijos. Y exigirían calidad y atención de parte de los maestros.
En los años subsiguientes quedó claro que las ventajas de Educo no se reducían a que los profesores ahora sí cumplían, dando clases la semana entera. También quedó claro que eran mejores maestros, porque tenían que competir continuamente para que los padres de familia los siguieran contratando. La calidad de la educación subió en las escuelas Educo, que se extendieron mucho más allá de las zonas conflictivas. El programa también tuvo efectos muy beneficiosos en la dinámica social de las comunidades. Los pobladores aprendieron a organizarse para lograr fines comunes a través del programa Educo.
Si el programa era tan maravilloso, ¿por qué fue entonces que tuvo siempre fortísimos enemigos, incluyendo al FMLN entre ellos? La respuesta es que las agrupaciones sindicales que apoyan al FMLN odiaron siempre a Educo porque organizaba al sistema en función de los intereses de los alumnos, y le daban el poder para manejarlo a los que están más cerca de los niños, sus padres, y no a los maestros o a la burocracia estatal. Por supuesto, el Estado debe de estar al servicio de los ciudadanos, y no al revés.
Pero esto no les gustaba a los sindicatos ni a las burocracias estatales que, en contra del sentido común y de los intereses del país, no aceptan que los maestros y los servidores públicos son un medio para un fin, no el fin de la política educativa. El sistema Educo establecía una instancia de control ciudadano sobre la provisión de servicios educativos. Esa instancia es la que el gobierno del Presidente Mauricio Funes ha eliminado.
Al hacer esto, el Presidente Funes está yendo en contra de las tendencias más modernas en los países más desarrollados. El concepto fundamental de la reforma llevada a cabo por los socialistas en Suecia en los últimos 20 años, no fue dar más poder al Estado o a los sindicatos de maestros para manejar a las escuelas, sino todo lo contrario: devolverles a los padres de familia el poder sobre las escuelas que sus hijos atienden. Lo que la ley hizo fue permitir que los padres de familia crearan las así llamadas escuelas libres, que son manejadas por los padres de familia con fondos del Estado proveídos sobre la base del número de alumnos educados en cada escuela. Inglaterra está considerando una reforma similar. Ambas reformas se enmarcan en los principios de Educo. Al matar Educo el gobierno del Presidente Funes está yendo no sólo en contra de la modernidad sino también en contra de lo que prometió en su campaña: el dar al pueblo más control sobre los servicios del Estado. Lo primero que ha hecho al llegar al poder ha sido eliminar una instancia de control que era muy importante, para darla a grupos que lo han apoyado políticamente. Eso no es meritocracia. Eso no es política a favor del pueblo.
Esto está muy mal. Está igual de mal que nadie haya protestado ni dicho nada ante esta acción que va en contra de los más vulnerables de nuestros vulnerables: los niños.
El autor es Máster en Economía, Northwestern University y columnista de El Diario de Hoy.
- 28 de diciembre, 2009
- 28 de marzo, 2016
- 29 de mayo, 2015
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