Venezuela: Un Legislativo que hace el país a gusto del presidente
CARACAS.- La Asamblea Nacional es a menudo vista como un órgano sumiso a los dictados del presidente Hugo Chávez y que hace caso omiso a los verdaderos problemas del país. Los legisladores se han convertido en una fuerza clave para cimentar la agenda socialista del mandatario, que potencialmente cambiaría a Venezuela en las próximas décadas.
En lo que va de año, la Asamblea Nacional ha despojado del poder a candidatos opositores electos, allanó el camino para una ola de nacionalizaciones y dio autoridad a los funcionarios electorales para modificar los comicios, un proceso que podría favorecer al gobernante Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) en las elecciones legislativas de 2010.
Cientos de manifestantes salieron a las calles para rechazar la nueva ley de educación y, frente a las puertas de la Asamblea, gritaban "¡Con mis hijos no se metan!", y sostenían pancartas que decían "¡No al estilo cubano de educación!"
Chávez y sus aliados insisten que todo se hace dentro de un proceso democrático, e incluso un prominente dirigente opositor, a regañadientes, admite que no tienen a nadie a quien culpar, sino a ellos mismos, por la hegemonía oficial en la Asamblea de 167 escaños.
Sus candidatos boicotearon las legislativas de 2005, movidos por su preocupación por un fraude relacionado con el sistema de votación electrónico venezolano, que no se pudo comprobar. "Le regalamos la asamblea a Chávez", dijo Luis Ignacio Planas, del partido opositor Copei.
Cualquier desafío a las leyes aprobadas por la asamblea va al Tribunal Supremo de Justicia, donde los legisladores del PSUV han nombrado magistrados afectos al gobierno.
"Es verdad que la asamblea es atípica", dijo el legislador Wilmer Iglesia, de Patria para Todos, un pequeño partido aliado de Chávez que, a veces, rompe filas con el gobierno. "Los que la critican tiene una alta responsabilidad porque no participaron en las elecciones", añadió.
No siempre fue así. Cuando Chávez fue electo por primera vez, en 1998, el Poder Legislativo era un cuerpo de dos cámaras controlado por la oposición. En 1999, el mandatario impulsó una nueva Constitución mediante la cual sus partidarios disolvieron el Congreso, crearon un órgano unicameral y convocaron a nuevas elecciones parlamentarias, que ganaron sus aliados.
En un país altamente polarizado, donde la mayoría se define como "chavista" o "antichavista", los legisladores oficialistas rara vez se extravían de la línea partidaria. "La persona más importante en la Asamblea es el mensajero que trae las órdenes de «el comandante»", expresó Planas, en referencia a Chávez.
En su primera sesión de este año, los legisladores dieron a Chávez el poder de designar a una estrecha colaboradora para dirigir Caracas y despojar de la mayoría de sus atribuciones, dependencias y presupuesto al alcalde democráticamente electo, el opositor Antonio Ledezma.
También votaron a favor de poner bajo control federal los principales puertos y aeropuertos del país, debilitando a los gobernadores.
Además, los diputados dieron poder al Consejo Nacional Electoral para volver a trazar las circunscripciones electorales, que los opositores consideran un descarado intento de sumar o restar distritos en aquellas regiones en donde la oposición salió victoriosa en el pasado.
Nuevos proyectos
Se prevé que en los próximos meses vayan a la Asamblea otros proyectos de ley, que podrían dar al gobierno el control del financiamiento extranjero de las organizaciones de derechos humanos, como la ayuda que el gobierno estadounidense proporciona a los grupos en favor de la democracia.
En el Parlamento, las voces disidentes sólo provienen de una docena de políticos que han roto sus lazos con Chávez en los últimos años debido a sus preocupaciones sobre lo que perciben como su creciente autoritarismo y ambición de poder.
Algunos se quejan que los micrófonos se cierran durante los debates, por lo que recurren a los gritos. Cuando sus reiterados pedidos para hacer uso de la palabra fueron ignorados, el legislador Iglesia optó como solución el uso de un megáfono.
Por su parte, la presidenta de la Asamblea, Cilia Flores, niega que reciban órdenes directas de Chávez. "Legislamos por el pueblo", dijo.
Sin embargo, algunos venezolanos no están tan contentos con sus representantes. "No parece importarles mucho los problemas que afectan a la población. Al parecer, se concentran demasiado en la política", dijo Liliana González, una secretaria que apoya a Chávez, pero no algunas tácticas de la Asamblea Nacional.
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