Afganistán: un boomerang para la estrategia de EE.UU.
En casi todo el mundo árabe un boomerang sombrío regresa golpeando la mano de Occidente. Y es imposible saber si se podrá revertir el ciclo. Hoy Afganistán centraliza la atención por la votación del jueves último, que renueva la presidencia de esa empobrecida comarca donde parece crecer la mayor amenaza bélica de la época.
En Afganistán gobierna un presidente, Hamid Karzai, colocado ahí por Washington tras la invasión del 7 de octubre de 2001. Ese ataque de la fuerza militar más poderosa del mundo arrasó con la dictadura Talibán del Mullah Omar que desde 1996 protegía y asilaba allí al terrorista Osama Bin Laden a quien se le atribuyeron los atentados contra las Torres Gemelas del 11 de setiembre de ese año. El golpe fue rápido y Omar huyó a Pakistán en motoneta, según detalló la CIA. De Bin Laden nunca más se supo nada creíble.
Karzai, pese a ese enorme apoyo de EE. UU., licuó su poder y apenas ha gobernado un territorio mayor al de la capital del país. De ahí que negoció con sus antiguos aliados y hoy enemigos para garantizarse la reelección incluyendo, a cambio de votos, el aval a normas represivas contra la mujer. Esa estrategia tuerta implicó la ausencia de límites a una corrupción galopante. Un hermano del presidente, Ahmed Wali Karzai, fue señalado por sus supuestos vínculos con el tráfico de opio, la base de la heroína. No es algo menor, Afganistán, según la ONU es el mayor productor planetario de opio. Si quedaba alguna esperanza de que las elecciones pudieran bruñir un poco el escenario, la BBC de Londres iluminó el lado oscuro: por monedas uno de sus periodistas compró no una sino mil tarjetas de registro para votar, confirmando así las sospechas de manipulaciones.
Este infierno de cinismo y delincuencia sólo beneficia a los Talibán que hace rato están armando su regreso. Los Talibán son una facción radical ultraislámica educada en las madrazas de Pakistán y que obedecen las escrituras sin interpretarlas. Es así que entienden la Jihad, la guerra santa, no como autocontención, sino como una confrontación a muerte contra cualquier forma diferente de pensamiento, especialmente los cruzados occidentales. No es un grupo homogéneo. Hay líderes Talibán dispuestos a negociar, pero otros que solo admiten la guerra permanente. La confusión de estos grupos con la entelequia de la Al Qaeda de Bin Laden es porque la banda tiene la misma visión del Islam. Pero el origen de la superposición viene de otra veta mucho más rica.
Durante el gobierno de Ronald Reagan, la CIA usó los servicios de su aliado Pakistán para armar y entrenar a los jihadistas afganos contra la URSS. Esa ayuda también la disfrutó Bin Laden y el propio Omar. Es así que de Pakistán (un país nuclear creado con la ayuda británica para romper la unidad de la India, también nuclear, otro boomerang) marchó este ejército para desintegrar las líneas seculares y comunistas en el vecino. Un dato que muestra que había otro mundo bajo la retórica ultrarreligiosa, es que en 1919, Afganistán, que acababa de liberarse del protectorado británico, se convirtió en el primer país del mundo que estableció relaciones con la flamante URSS. Occidente siempre vio con inquietud esas afinidades.
La ofensiva fundamentalista paquistaní siguió tras la derrota soviética. Islamabad, con el dinero de Washington, puso a sus aliados Taliban en el poder afgano. Luego de los atentados del 11-S, Washington cortó con estas tribus y armó a quienes eran sus enemigos, otra vez con la ayuda de Pakistán. El nuevo cóctel incluyó a toda una escuadra de criminales de guerra (como el uzbeko Abdul Rashid Dostum) quienes no se escandalizaban por la corrupción y los ahogos económicos de la población. En ese crisol de una sociedad con ausencia de sentido y futuro no le fue difícil al fundamentalismo ocupar los espacios vacantes del Estado. Hoy hay una ofensiva sin precedentes contra el gobierno títere de Kabul y contra el de Pakistán, del otro lado de la línea Durand, la difuminada raya fronteriza dibujada por los británicos que divide a dos países que sus pueblos consideran sencillamente uno.
Hablando de boomerang, este invento de los Talibán, se asemeja al de los Hermanos Musulmanes, la organización ultraislámica sunnita que británicos y monarquías locales pusieron en marcha en Egipto para esmerilar al partido nacionalista y secular Wafd fundado por Saad Zaglul en 1919. Los Hermanos son los patrocinadores ideológicos de Hamas, el partido ultraislámico con rama militar que gobierna en Gaza y que Israel considera terrorista (aunque alentó su crecimiento para, a su vez, recortar el poder de la organización panarabista Al Fatah de Yasser Arafat).
La solución oscurantista para ahogar el debate político, ha sido una marca permanente en la región. El presidente Dwight Eisenhower planteó abiertamente en los '50 estimular "la Jihad islámica en el mundo árabe contra el comunismo ateo". Tuvieron éxito. El pan-islamismo satanizó la democracia y elevó en su lugar un discurso antioccidental y anticristiano con formas ideológicas de callejón. Ser antioccidental es como ser antioceánico, o antiespacial. Parece mucho, pero significa nada. Las potencias occidentales prefirieron enfrentar el fanatismo reaccionario antes que a direcciones políticas serias y comprometidas.
El problema es que la actual crisis mundial, con su agonía del reparto del ingreso, amontona un mar de desesperados en la periferia. Parte de ellos canaliza su frustración por el camino mágico del fundamentalismo. Es el boomerang, otra vez. Barack Obama decidió sofocar el alzamiento en Afganistán (¿y Pakistán?) porque teme que al agrandarse el ejército enemigo el resultado sea temible. Quizá el camino sea exactamente el opuesto. La salida de los militares y la apuesta a que estos pueblos vuelvan a ser lo que fueron antes de hacerlos perder en esta tremenda neblina.
Copyright Clarín, 2009.
- 31 de octubre, 2006
- 23 de julio, 2015
- 23 de enero, 2009
- 4 de septiembre, 2015
Artículo de blog relacionados
Por Patricio Navia Infolatam Resulta difícil no sentir simpatía hacia Evo Morales, el...
27 de septiembre, 2007Instituto Juan de Mariana El tipo de interés de un préstamo tiene tres...
23 de agosto, 2011Por Hernán Felipe Errázuriz El Mercurio Cuando el ejército colombiano cruzó poco más...
15 de marzo, 2008Por Anton Troianovski The Wall Street Journal Buscan electricistas, plomeros y soldadores a...
28 de agosto, 2008