Enésima regulación de alquileres: una nueva intentona dirigista en Argentina
"El derecho a la vida es la fuente de todos los derechos y el derecho a la propiedad es la única forma de implementarlo. Sin el derecho a la propiedad ningún otro derecho es posible. Dado que un hombre debe sostener su vida por su propio esfuerzo, el hombre que no tiene derecho al producto de su esfuerzo no posee los medios para sustentar su vida. El hombre que produce mientras otros disponen del producto de su esfuerzo es un esclavo”.
"Recuérdese que el derecho a la propiedad es un derecho a la acción, como todos los demás: no es el derecho a un objeto sino a la acción y a las consecuencias para producir o ganar ese objeto. No es una garantía de que un hombre obtendrá una propiedad sino únicamente una garantía de que será suya si la gana. Es el derecho a ganar, conservar, usar y mantener los valores materiales". – Ayn Rand
La senadora nacional del oficialismo Teresita Nicolasa Quintela, del Partido de La Victoria, perteneciente al Bloque PJ Frente Para La Victoria, socialista por izquierda con recueste bolivariano, se ha hecho conocer por el gran público mediante un proyecto que dice ser de su autoría y que, de acuerdo a algunas de sus declaraciones, “Sustanciaría la regulación por parte del Estado del precio de los alquileres en el que participarían todos los sectores interesados y los regularía para que la gente que no tiene vivienda propia no se exponga a precios abusivos porque esta ley de oferta y demanda no funciona y beneficia solamente a sectores poderosos en perjuicio de las personas que no tienen vivienda propia”.
Como venimos sosteniendo, la ambición del burócrata impedidor (¡vaya si es redundante el concepto!) aprieta el torniquete a más no poder, sojuzgando las expectativas de crecimiento de cualquier emprendedor, sea éste empresario, comerciante, constructor de viviendas para alquiler o asalariado. La senadora quiere regular porque su vida está aplicada a las simétricas porfías de “los que menos tienen”, igual que la Presidente con su fútbol “gratis”, el “control” de precios del Gran Controlador y la enorme cantidad de “luchadores sociales” que con sus “organizaciones sociales”, apoyan este “modelo nacional y popular con inclusión social”.
Los políticos opositores, en aras de ganar los votos que les faltan para hacerse del Poder, deberían haber puesto la banca en el cielo y pedir una interpelación a la senadora, golpearle la puerta de su despacho, retirarle el saludo, amén de haber salido corriendo a comerse todos los micrófonos y cámaras de la Nación para disentir con tan desgraciado proyecto. Es una lástima que no lo hayan hecho porque están en eso de trotar tras cualquier zanahoria que les ponga delante la Quinta de Olivos, como hace seis años. Es de creer que no lo hacen a propósito. Si tan disconformes se encuentran con la marcha del Gobierno, con su política económica, Exterior, de Seguridad, Salud, etc., para beneficio propio y de los votantes que los apoyan, deberían intentar cambiar.
La nueva intentona de regulación de alquileres se inscribe dentro de una de las habituales prácticas de los gobiernos populistas, estatistas, dirigistas y socialistas que, sin diferencias de vestimentas, asolan Argentina aplicando medidas destinadas a mejorar la situación de “los que menos tienen” en detrimento, demás está decirlo, de “los que más tienen”, logrando, gradualmente, que aquellos que más tenían tengan menos y que los que menos tenían sean cada día más. Corolario: se logra reducir las motivaciones de los que producen para que produzcan menos, en beneficio, irónicamente, de los necesitados. Todo un éxito.
La historia que algunos suelen desconocer nos cuenta que con la idea de a favorecer a las masas populares, Hipólito Irigoyen congeló los alquileres en 1921 y en 1943, a pocos meses del golpe de Estado, el general Ramírez sancionó un decreto de rebaja paulatina de alquileres e impedimento de desocupación del bien por parte del inquilino hasta un año y medio después del vencimiento del contrato. Seguidamente, Perón prorrogó los alquileres y posteriormente los congeló.
Ese congelamiento de alquileres fue un mazazo estatal aplicado en la credibilidad del propietario y futuro jubilado, porque en ese momento hasta el simple empleado podía a través del ahorro comprar una vivienda o construirla para que su alquiler le permitiera tener una pequeña renta en su vejez. La ley logró retirar un número considerable de unidades del mercado debido a que al inquilino pagaba alquileres cada vez más bajos y, por otra parte, el propietario debía hacerse cargo de todos los gastos del mantenimiento de la vivienda, teniendo el inquilino prioridad en la compra de la misma.
Esa confiscación tardó décadas en remediarse y comenzó a potenciar la sobrepoblación de las villas miserias de Capital Federal y el Gran Buenos Aires ante la falta de viviendas para los trabajadores que, provenientes de las provincias, eran convocados por el crecimiento de la industria ligera que había potenciado la Segunda Guerra Mundial del siglo pasado. Para aminorar ese déficit, Perón ordenó por decreto la construcción de 60 pabellones de cartón prensado y techos aislados con Ruberoid que dieron nacimientos a distintas villas como “Villa Cartón” y otras.
La hecatombe que originó la medida hizo que en esos 12 años el nivel general de los precios al consumidor aumentara 590%, mientras que los alquileres subieron sólo el 28%. Si bien se mantuvo en apariencia la legalidad del derecho de propiedad, en la práctica el dueño no era poseedor de su bien. El comienzo del auge de la construcción en la costa atlántica bonaerense se debió al hecho de que el congelamiento no alcanzaba a las viviendas situadas en zonas turísticas.
Quienes vinieron después también hicieron de las suyas y el artículo 14 bis de la Constitución Nacional bien lo demuestra como una clara muestra de más socialismo y el derecho eterno a la felicidad. Ahí se habla, en su último párrafo, entre tantos derechos, al “acceso a una vivienda digna”. No se especifica cómo se logrará tal fin. Quizás con un alquiler barato a costa de los propietarios.
A simple vuelo de pájaro pueden recordarse una infinidad de decretos, leyes y ordenanzas que atentan contra el derecho de propiedad y con más detenimiento contra el derecho de propiedad inmueble, responsables de la actual escasez de viviendas de alquiler, una actividad comercial que hasta los años 40 era una de las más importantes del país. Otra época, un tiempo en que una persona, si lo deseaba, podía mudarse todos los días y que un desalojo por falta de pago de un mes de alquiler, sargento policial del barrio mediante, no duraba más de dos días.
(Continuará)
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