¿Kirchner gana o pierde poder con más confrontación?
Las declaraciones de Néstor Kirchner afirmando que el resultado electoral del 28 de junio pasado fue un claro mensaje para que el Gobierno profundice el modelo han dejado en claro, primero, que –con cierto grado de cinismo o ignorancia– el ex presidente no piensa cambiar el rumbo económico y, segundo, que también está dispuesto a redoblar la apuesta en cuestiones de enfrentamiento con diferentes sectores sociales.
Hay dos cuestiones a considerar para evaluar cómo pueden evolucionar los acontecimientos. Por un lado, es evidente que el gobierno está forzando un creciente grado de conflictividad y, para ello, entre otras cosas, utiliza la transitoria mayoría que tiene en el Congreso para aprobar que leyes que induzcan a ese enfrentamiento. Y si el Congreso no le responde, recurre a los vetos presidenciales para frenar cualquier intento del Congreso de aplicar reglas que el gobierno no desea. El caso típico es el del veto a la baja de retenciones, aprobado por unanimidad, a una serie de partidos de la provincia de Buenos Aires afectados por la sequía. Resulta bastante difícil imaginar que diputados oficialistas, que no dejan pasar el más mínimo detalle de una ley con la que no estén de acuerdo, no hayan advertido la reducción de dichas retenciones, pero sí resulta fácil imaginar que dejarlas pasar para luego vetarlas y forzar un enfrentamiento con el campo puede ser una treta del gobierno dado que se inscribe en la estrategia de conflictividad que permanentemente impulsa.
Otro dato que muestra la conflictividad que pretende impulsar el gobierno tiene que ver con la ley de radiodifusión. Seguramente dicha ley requiera de cambios, pero claramente correspondería impulsar estas modificaciones en diciembre, cuando asuma el nuevo Congreso y no ahora que el gobierno tiene una mayoría que en los hechos ha perdido legitimidad luego de las elecciones de junio.
Finalmente, el tema del fútbol, por más que pretenda esconderlo detrás de una serie de argumentos de dudosa consistencia, no constituye una prioridad en este contexto de crisis económica.
Seguramente, en los próximos meses veremos más actitudes de este tipo, es decir, medidas que eleven el tono de crispación social y la búsqueda de nuevos enemigos.
En un contexto político de estas características, no es posible pensar en una recuperación de la confianza de los agentes económicos. Por el contario, la incertidumbre sobre hasta qué límites pretende llegar el gobierno con los enfrentamientos forzados crean un marco de mayor retracción en la inversión y el consumo.
Ahora bien, algunos sostienen que con estas medidas Kirchner logra retomar la iniciativa y recuperar el poder perdido. Mi impresión es que estas medidas, más que permitirle recuperar el poder perdido, tanto en las elecciones como en la imagen ante la población, son solo medidas que, por un lado, buscan algún tipo de venganza ante quienes no piensan como él o los considera enemigos. Por otro lado, otro lado, una escalada de conflictividad social le permitiría victimizarse para: a) intentar dejar anticipadamente el poder argumentando que no lo dejan gobernar a favor de los más pobres o b) buscar una chavización del país.
De ser estas las estrategias, el contexto económico se aleja bastante de permitirle ganar poder con la conflictividad social. La producción industrial volvió a caer un 9,1% julio contra julio de acuerdo al IPI de FIEL, acumulando 10 meses consecutivos de baja. Los números fiscales de julio confirman el deterioro de las cuentas públicas que viene produciéndose desde fines del años pasado y solo los aportes que antes iban a las AFJP evitaron un deterioro mayor. El mismo INDEC tuvo que reconocer que la desocupación aumentó. Sobre el tema pobreza Cristina Kirchner se dio el lujo de restarle importancia al número concreto desviando el tema hacia la distribución del ingreso. Puesto en otras palabras, para ella el tema de la cantidad de pobres no es un tema, el tema es la distribución del ingreso, como si ésta no dependiera de las inversiones y la productividad de la economía que son las que permiten elevar los ingresos de los sectores más desfavorecidos achicando la brecha entre los más pobres y los más ricos.
Por otro lado, las provincias tienen serios problemas fiscales y el Estado nacional no está en condiciones de ayudarlas dado que las cuentas del propio gobierno central se encuentran en situación crítica.
Con una economía que está en un proceso de recesión con inflación, aumento en la desocupación, pobreza e indigencia, más los mencionados problemas fiscales y de fuga de capitales, la política económica, que el gobierno no quiere cambiar sino que pretende profundizar, no se percibe que Kirchner consiga recuperar poder dado que el descontento social continuará creciendo por el deterioro económico. Lo máximo que puede lograr Kirchner es estirar la agonía económica violentando más las instituciones cambiando la carta orgánica del BCRA para que esta institución pueda aumentar su financiamiento al tesoro o apropiándose de stocks como los encajes bancarios.
En la Argentina ha habido infinidad de casos en los cuales, mientras la economía marchaba bien la gente miraba para otro lado cuando se producían atropellos institucionales, pero una vez la política económica entraba en crisis, la población comenzaba a pasarle la factura al gobierno por los problemas económicos y los institucionales.
La pregunta es, ¿por qué Kirchner va a evitar caer en la misma situación que otros gobiernos, siendo que llevó al límite los atropellos institucionales y saturó a la población con sus discursos agresivos? ¿Por qué en medio de un creciente deterioro económico, Kirchner va a salir airoso de ese problema y del atropello a las instituciones?
Francamente no encuentro una línea de argumentación que me permita imaginar la supuesta recuperación del poder. Pero eso no quita que, como decía al comienzo de la nota, no aproveche el poder residual que le queda hasta diciembre, para inventar nuevos enemigos y forzar un mayor grado de conflictividad. Este ha sido su comportamiento desde 2003 y no lo va a cambiar. No obstante, existe una diferencia con los casos de otros presidentes que cayeron en desgracia cuando la economía entró en decadencia y los problemas sociales aumentaban. Los presidentes anteriores supieron reconocer ciertos límites y frenar en un punto determinado. Por el contrario, Kirchner ha demostrado que está dispuesto a traspasar todos los límites imaginables y, por lo tanto, produce más incertidumbre porque no sabemos hasta dónde puede llegar.
Es ese dato el que acentúa la incertidumbre de la población y atenta contra cualquier posibilidad de recuperación, aunque sea leve, de la economía. Puesto de otra manera, mi impresión es que su intento de recuperar poder mediante la confrontación puede conducir a acelerar el deterioro económico recortándole más poder del que pretende ganar con la confrontación social.
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