Se frena la renovación política en la región
El uruguayo José Mujica tiene más de 70 años y, tras casi 40 en política, disputará, en octubre próximo, la presidencia con el ex mandatario Luis Alberto Lacalle. Eduardo Frei fue jefe de Estado de Chile en los 90 y ahora vuelve a presentarse como candidato.
Alan García, en Perú; Daniel Ortega, en Nicaragua, y Oscar Arias, en Costa Rica, son todos viejos lobos de la política latinoamericana que hoy siguen en la primera línea de respectivos sus países.
En la región andina, Hugo Chávez, Alvaro Uribe, Evo Morales y Rafael Correa gobiernan frente a una oposición sin referentes y nunca ocultaron su intención de alargar su estadía en el poder, aunque para ello hayan tenido que forzar polémicas reformas constitucionales.
Por la irrupción de nuevas figuras con afanes hegemónicos, por desinterés de las nuevas generaciones o por el ritmo propio de los ciclos de la política latinoamericana, la región atraviesa tiempos de escasa renovación de liderazgos, en los que reinan con comodidad las caras conocidas sobre las nuevas figuras, que todavía se hacen esperar.
A la hora de encontrar una explicación, el académico de la Universidad Di Tella, Juan Gabriel Tokatlian, opinó ante La Nacion que esta falta de caras nuevas en la política regional se debe a la fiebre reeleccionista, al desprestigio de la clase política en general y a las dificultades que tienen los partidos actuales para convertirse en una opción seductora para los jóvenes. "Las nuevas generaciones están cada vez menos interesadas en la vida partidaria, en el ascenso interno en los partidos clásicos y en la posibilidad de romper las oligarquías partidistas que siguen manejando las cúpulas de muchos partidos", explicó.
Este fenómeno podría explicar, por ejemplo, la situación electoral en Chile. Allí Frei, en cuyo currículum ya figuran la presidencia del país (1994-2000) y la del Senado (2006-2008), es el candidato oficialista.
"En Chile, como en Uruguay, los partidos tienen estatutos, reglas de juego; están dominados por sus aparatos. La burocracia del partido tiene sus tiempos y para que broten nuevas figuras los personajes tienen que abrirse de las viejas estructuras. La renovación es muy pausada en los partidos, que tienen una vida grisácea, y además van mediocrizándose", señaló a La Nacion el analista político venezolano Teodoro Petkoff, desde Caracas.
En ese sentido, no es casual que la gran sorpresa de la carrera electoral chilena ?aunque con pocas posibilidades de ganar? no provenga de los partidos tradicionales.
Marco Enríquez Ominami, de 36 años, no para de crecer en las encuestas, en gran medida gracias al apoyo de los jóvenes, que no se identifican con la Concertación ni con la Coalición por el Cambio.
En Uruguay, la "gerontopolítica" es aún más flagrante. Mujica y Lacalle, dos veteranos de la política, se disputarán la presidencia el mes próximo. El sociólogo César Aguiar, director de Equipos Mori, explicó el fenómeno con datos demográficos. "La población uruguaya es de las más viejas de la región. La proporción de mayores de 60 años supera el 25% del electorado", apuntó a La Nacion.
También coincidió en que la estructura misma de los partidos bloquea la irrupción de figuras nuevas. "Uruguay tiene a los partidos más viejos de la región. Todos los partidos están muy consolidados y dificultan la renovación del liderazgo, por eso resulta muy difícil a la gente joven acceder a posiciones dirigenciales", afirmó Aguiar. "Los líderes históricos no se van; se quedan aun a riesgo de complicarle la vida a su partido", agregó.
Los analistas coincidieron en que una de las formas en las que se renuevan los altos mandos de la política es cuando un fuerte cambio en el sistema barre con todo lo existente y surgen nuevas figuras.
Recambio generacional
Es lo que ocurrió, por ejemplo, hace 20 o 30 años en el Cono Sur, cuando tras el fin de las dictaduras accedieron al poder nuevos líderes. Esa generación de dirigentes apareció, entonces, como un soplo de aire fresco, pero hoy ya se ve envejecida.
"Es natural que una generación ocupe la primera plana de la política hasta que llegue a su fin su vida útil o hasta que haya una fractura. Ahí se produce una ruptura y llega la renovación", indicó Carlos Cordero, profesor de Ciencia Política en las universidades Católica y Mayor de San Andrés de la ciudad de La Paz.
Así, las irrupciones de Chávez, en Venezuela; de Morales, en Bolivia; de Correa, en Ecuador, y de Uribe, en Colombia, tienen una semejanza: esos líderes barrieron con el establishment político que los antecedía y, una vez en el poder, buscaron convertirse en la nueva fuerza hegemónica por un largo período.
"En Bolivia, hoy tenemos una generación de políticos que se instaló por unos 20, 25 años. Los viejos liderazgos vinculados a Víctor Paz Estenssoro [cuatro veces presidente], ya han salido de la escena política. Nosotros creemos que Evo va a ser protagonista durante los próximos 15 o 20 años, siguiendo la tendencia de los otros presidentes, como Uribe o Chávez", afirmó Cordero.
Estos mandatarios son la renovación en su país, y su llegada al poder sacudió a las fuerzas opositoras que todavía penan por encolumnarse detrás de un claro referente.
Además, los sueños reeleccionistas de estos caudillos ?sin importar su signo político? presagian una difícil renovación del poder. "En los últimos tiempos, todos hicieron reformas constitucionales para permitir la reelección. Eso fue abrir las puertas para la permanencia en el poder", agregó Cordero.
"El chavismo tiene poco más de 10 años y representa un quiebre en la estructura política, como Uribe en Colombia. En Venezuela, la oposición ya no recicla viejos liderazgos, está entendiendo que ya tiene que posicionar a nuevos líderes, a líderes jóvenes", indicó el analista Guillaume Long, de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso) de Ecuador, en comunicación telefónica con La Nacion desde Quito.
Tokatlian, por su parte, concluyó: "Los buenos sistemas son aquellos que combinan renovación efectiva y experiencia validada: ni la gerontocracia presuntamente sabia ni la juventud per se sirven, una o la otra, para los grandes desafíos de gobernabilidad que hoy tiene la región".
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