Las claves de la pugna entre Rafael Correa y la prensa
Santiago. – “Sinvergüenza, mediocre, payaso”, son los apelativos más suaves que se pueden encontrar entre los 10.000 correos electrónicos que recibió en un sólo día el periodista ecuatoriano Juan Carlos Calderón.
Sí, leyó bien: 10 mil e-mails con amenazas e insultos de grueso calibre, tras la publicación de un reportaje aparecido en el diario Expreso, que dejó al descubierto cuestionables contratos entre Fabricio Correa, hermano del presidente Rafael Correa, y el aparato estatal.
Calderón, con más de 25 años en el ejercicio de la profesión -y una destacada carrera en el periodismo de investigación-, cuenta a AméricaEconomía.com que el bombardeo a su casilla electrónica, en julio pasado, es sólo una “anécdota” si se compara con el ataque sufrido en febrero de este año. “Fui encañonado por desconocidos, a 50 metros de mi casa, curiosamente tras denunciar hechos de corrupción en el sistema de salud”, confiesa.
Si bien la experiencia de Calderón es extrema, el resto de sus colegas tampoco vive días tranquilos. Estadísticas de la Fundación Andina para la Observación y Estudio de Medios, (Fundamedios) -una organización de la sociedad civil de apoyo a medios de comunicación y periodistas- dan cuenta de constantes ataques a periodistas en el país. ¿La causa? Un clima de franca hostilidad entre el gobierno y los medios de comunicación, hostilidad que ya penetró la sociedad civil y genera una peligrosa belicosidad hacia los integrantes de los medios de comunicación.
La actitud de algunos simpatizantes oficialistas, atacar a los medios de comunicación, no es más que la reacción de la ciudadanía ante la postura de un periodismo que se ha establecido como la voz crítica al gobierno. Analistas van más a fondo, y advierten que hay una tesis superior: los medios de comunicación están llenando el vacío dejado por la oposición, tal como lo considera el periodista César Ricaurte, director de Fundamedios: "la prensa es, hoy por hoy, un contrapeso al cambio revolucionario impulsado por el gobierno”.
Ofensiva gubernamental
El analista ecuatoriano agrega que el gobierno tiene perfectamente identificado el nuevo espacio ocupado por la prensa, de ahí que el mismo presidente ha sido explícito en señalar quiénes son sus verdaderos enemigos: “el mayor adversario que hemos tenido en estos 31 meses de gobierno, ha sido una prensa con un claro rol político, aunque sin ninguna legitimidad democrática”, dijo Correa, el 10 de agosto pasado, en la ceremonia de juramento de su segundo período al mando de Ecuador.
El gobierno justifica el discurso agresivo en contra de los medios, argumentando la falta de rigor periodístico y una mala calidad de la información. Ricaurte dice compartir hasta cierto punto la crítica del gobierno, ya que a su juicio “en los últimos años la prensa ha pecado de cometer demasiados errores en la verificación de datos, lo que le ha hecho perder credibilidad en gran parte de la población”. El analista agrega que incluso desde el mundo académico han surgido críticas al trabajo poco riguroso de la prensa.
Sin embargo, a raíz de hechos como las amenazas sufridas por el periodista Juan Carlos Calderón, la pregunta es proyectar hasta dónde se tensionará la relación entre Correa y los medios, y si se rebasará la línea del adecuado monitoreo de la información, lesionando la libertad de expresión.
“Hasta ahora las acciones del gobierno sólo han tenido un tono amenazante”, dice Felipe Burbano de Lara, analista de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), quien agrega que “el gobierno se ha preocupado de dejar en claro que está en permanente control de los medios”, indicó a AméricaEconomía.com
El permanente monitoreo a los medios es realizado por el Consejo Nacional de Televisión (Conartel), organismo gubernamental responsable de regular, otorgar y autorizar los medios, sistemas y servicios de radiodifusión y televisión. Conartel ya ha sancionado a varias estaciones televisivas por emitir contenidos inadecuados en horario familiar, y se dice que tiene en la lupa a la estación privada Teleamazonas, por difundir una supuesta conversación del presidente Correa con una de sus aliadas, respecto de cambios constitucionales de última hora.
Ricaurte, de Fundamedios, aclara que hasta ahora el organismo se ha comportado con mesura y apegándose a las disposiciones legales. Sin embargo, a juicio del analista, existen potenciales amenazas que acrecientan la posibilidad de restricciones a la libertad de expresión. La principal sería la nueva ley de Comunicación, que debe ser promulgada el 31 de octubre, antes de la aplicación de la nueva Constitución. Según el experto, no ha sido discutida abiertamente. “Aún no se sabe qué contiene la ley, y se sospecha que será muy restrictiva en cuanto a los contenidos”, afirma.
Mapa de medios de comunicación de Ecuador
Elaboración: María Cristina Martínez Bravo, egresada de Comunicación Social de la PUCE, sede Santo Domingo.
Propiedad e independencia editorial
La segunda gran amenaza a la libertad de expresión en Ecuador es el Informe de Auditoría de Frecuencia, estudio que establece que sin ilegales la totalidad de las frecuencias entregadas entre 1998 y 2008, y que deben ser devueltas al Estado. Parte del las conclusiones del informe de frecuencias establece que “Conartel ha otorgado las concesiones de uso de frecuencias a través de procedimientos discrecionales que han irrespetado los principios de transparencia, no discriminación e igualdad de oportunidades que manda la Constitución, afectando el derecho a fundar medios de comunicación a sectores mayoritarios de nuestro país”. El informe finaliza recomendando que se dispongan de “nuevos procedimientos y criterios para la asignación de frecuencias que sean abiertos, transparentes y garanticen la igualdad de oportunidades para todas las personas y sectores sociales” (Descargue el informe completo).
“El gobierno ha sido prudente en el tema y ha sometido a una nueva revisión los informes, los que actualmente utiliza como medida de presión”, resalta Ricaurte. Dicho informe pone sobre el tapete el tema de la propiedad de los medios y la independencia periodística.
“Para Correa, los medios de comunicación responden a intereses sectoriales que apoyan el status quo y desaprueban el proceso de cambio”, dice Burbano de Lara. El mandatario dijo el 10 de agosto pasado: “las empresas que controlan los medios de comunicación han creído que por la simple circunstancia de hacerlo, tienen ya la calidad moral para constituirse en censoras de todos los pasos, y aún de las intenciones del gobierno (…) una cosa es la existencia de medios dotados de esas características, y otra, muy distinta, la suplantación de la opinión pública por los intereses privados y hasta caprichos de estas empresas”.
Para el analista de Flacso, la crítica oficialista en este plano es entendible dentro de la lógica izquierdista. “Las medidas finalmente apuntan a criticar el neoliberalismo, ya que los medios son empresas privadas que defienden sus intereses”.
Burbano de Lara detalla que en Ecuador hubo concentración de medios hasta 1999, ya que existían sectores políticos que controlaron medios de comunicación y defendían intereses particulares (Canal 10 y Gamavisión, entre otras). Sin embargo, a su juicio la situación se equipara cuando el Estado comienza a comprar algunos medios de comunicación. Una afirmación compartida por Ricaurte, quien sostiene que el tema empresarial no es un argumento que justifique la ofensiva gubernamental. “El gobierno ha incautado varios medios y hoy tiene presencia en 15, incluyendo diarios, radios y televisión”, advierte (Ver infografía). Puntualmente, el gobierno tiene dos canales de televisión, y compró el diario El Telégrafo, en el que ha invertido fuertes sumas de dinero. “A través de ello ha logrado posicionar temas estatales en la opinión pública”, explica Ricaurte.
Para Burbano de Lara, la tensión entre ambos bandos (medios y el gobierno de ‘’la revolución ciudadana’’) será permanente, sobre todo en un nuevo período de Correa en el poder: “él teme que la permanente crítica desgaste su imagen, por lo que buscará neutralizar la crítica a su gestión y al modelo político”. Un panorama nada halagüeño para periodistas como Juan Carlos Calderón, y cientos de otros que todas las mañanas encienden su computador, sin imaginar que uno o cientos de e-mails podrían ensombrecer su jornada.
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