La dictadura del relativismo
Quienes ejercen el poder desde las cúpulas se las ingenian a diario, para que la población acelere su distanciamiento de la verdad, renuncie a cualquier contacto con la misma y acepte la mentira oficial, cualquiera que ella sea, como la única verdad. Esa es, según Revel, la fórmula más eficaz de acabar con la democracia.
Por más de cuatro décadas, la sociedad panameña ha venido atravesando, de una u otra forma, a través de una interminable red de telarañas tejidas con el poder de la mentira, de la mano de las mentiras del poder. Veinte años de predominio dictatorial, más veinte años de predominio de gobiernos de resultados electorales, no han establecido diferencia en cuanto al estilo de gobierno: la mentira por sobre todas las cosas.
El ausentismo de la verdad es la característica principal de nuestra sociedad que, para algunos, ya no cree en nada ni nadie, ni en sí misma, ni en quienes la han dirigido o dirigen.
El clamor de democracia, justicia y libertad que llevó a centenares de miles de hombres y mujeres a las calles a finales de la década de los ochenta, afloró realmente cuando la gente se hartó de las mentiras del militarismo y sus asimilados. Sin embargo, la duda y la confusión no terminan con la invasión. Esta, a fin de cuentas, sirvió para que la mentira, como arma del poder, recobrase fuerzas y el aliento que permitiesen la permanencia de la corrupción, la impunidad, los negocios sucios, la cleptocracia, el nepotismo, la colusión y tantos otros instrumentos y comportamientos que modernizarían la satrapía, dentro y fuera del gobierno central para colocarnos donde estamos hoy: ante la renuncia a la idea de la verdad.
Y es, reconozcamoslo, esa renuncia incondicional a la necesidad de la verdad, la que ha terminado por lanzarnos a los brazos de la bajocridad, a aceptar la superioridad de los imbéciles y los tartufos y el predominio de los improsultos, que buscan impedirnos la necesaria regeneración del tejido social nacional, del predominio de la dignidad y la verdad, condición sine qua non para hablar de democracia, de justicia, de libertad.
Como muy atinadamente lo subraya Francisco Rubiales en su última obra, Periodistas Sometidos, los perros del poder (www.editorialalmuzara.com ): “No existe mayor enemigo para la ciudadanía y para la democracia que el relativismo, una infección nauseabunda que deslegitima la verdad, la rebeldía, la utopía y la lucha por los valores y principios éticos. Una sociedad relativista está inerme ante los poderosos y desprotegida frente al abuso y la opresión. Una cultura dominada por el relativismo es una eficiente fábrica de esclavos. Por esa razón, el relativismo es la doctrina favorita de todo sátrapa moderno afincado en el poder”.
- 23 de julio, 2015
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