España: Visitantes ilustres
Madrid. – Con una diferencia de escasas horas, la villa y corte de Madrid se ha visto honrada con la presencia de dos ilustres visitantes bolivarianos. Si el viernes el comandante Hugo Chávez pasó como una exhalación por la capital española, a partir del domingo, y por espacio de tres días, Evo Morales completará su primera visita oficial a España. Tal coincidencia calendárica ha puesto en aprietos al gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, que desde los ángulos más diversos ha visto arreciar las críticas contra su política latinoamericana.
Los temas en la agenda de Chávez y Morales son distintos, aunque haya algunas posibles coincidencias centradas en la estrategia del ALBA (Alianza para los pueblos de nuestra América). Chávez tiene una visión del mundo más amplia y una estrategia global de la que carece Morales, más limitado en su discurso anticapitalista y antiglobalización y de defensa de los valores tradicionales de la “pacha mama” (madre tierra). (sigue)
No en vano, a fines de agosto fue galardonado por el nicaragüense Miguel D´Escoto, en su condición de presidente de la 63 Asamblea General de Naciones Unidas, como “héroe mundial de la madre tierra” (Fidel Castro recibió el premio en tanto “héroe mundial de la solidaridad”).
El viaje de Morales tiene objetivos diplomáticos y también otros más directamente ligados a la cada vez más encarnizada lucha política boliviana. En diciembre próximo habrá elecciones en Bolivia, donde el presidente cocalero se juega su reelección a la vez que la implementación de la nueva Constitución y del conjunto de su proyecto político. De ahí el mitin de Leganés, dirigido a los casi 200.000 bolivianos que legal o ilegalmente residen en España y también el proyectado encuentro con seguidores y partidarios en la Universidad Complutense. Si bien las inversiones españolas en los países cuyos presidentes nos visitan no tienen la entidad de las dirigidas a Brasil, México, Chile, Colombia o Perú, es evidente que los intereses de España en Venezuela son mayores que en Bolivia, y esto se nota en las respectivas agendas bilaterales.
Al mismo tiempo, Chávez es portavoz de una estrategia global antiimperialista y para ello busca forjar alianzas con algunos países que estima claves en el contexto internacional, como Irán o Rusia. Posteriormente endosa a sus más fieles aliados (Bolivia, Ecuador, Nicaragua e incluso Cuba) sus particulares puntos de vista. Antes de llegar a Madrid anunció en Rusia el reconocimiento de Osetia del Sur y Abjasia. De este modo Venezuela se convertía en el tercer país del mundo, después de Rusia y Nicaragua, en reconocer la legalidad de unos territorios reivindicados por Georgia, a la que pertenecían hasta la guerra del verano de 2008. El anuncio de Chávez coincidió con una ofensiva diplomática abjaza (¿rusa?) para lograr el reconocimiento por Caracas, La Paz y La Habana de su entidad nacional.
Resulta cuanto menos curiosa la reacción de Chávez frente al conflicto georgiano, explicable en su deseo de reforzar los vínculos con Rusia y eliminar la más mínima resistencia a la venta de armas y a la concesión de créditos por Moscú. Sin embargo, la aceptación de estos procesos secesionistas y contrarios a la legalidad internacional va en contra de la tradicional postura de los países latinoamericanos, y especialmente de la denuncia hecha por los principales líderes bolivarianos de las tendencias separatistas en la región (Zulia en Venezuela, Guayaquil en Ecuador y la Media Luna en Bolivia). En efecto, a mediados de 2008 se acusó a Estados Unidos de estar detrás de estos procesos secesionistas, con el claro objetivo de torpedear la integración latinoamericana.
¿Qué buscaba Chávez con su visita a España? Probablemente anunciar a bombo y platillo el descubrimiento de un gran yacimiento de gas en el golfo de Venezuela, del cual, con bastante seguridad, las principales autoridades de ambos países debían tener conocimiento antes de su anuncio oficial. En este contexto cómo se le podía decir que no a semejante visitante, por más que su llegada a Madrid hubiera estado precedida de contactos con Ahmadineyad, Lukashenko u otros grandes líderes de la democracia mundial.
A esto habría que agregar otras cuestiones de interés para su política exterior, como el establecimiento de contingentes militares estadounidenses en bases colombianas o el de la situación cada vez más complicada de Manuel Zelaya, cada vez más parecido a un alma errante y solitaria en el panorama internacional. Es probable que hubiera encontrado más comprensión en el segundo tema que en el primero y que a la vez hubiera escuchado por parte del gobierno español algunas alusiones a la necesidad de garantizar la seguridad jurídica de las inversiones españolas. No se olvide que esto fue mencionado después del encuentro con el presidente de Repsol en la Casa del Libro y que busca limitar los temores provocados por la oleada nacionalizadora y estatizante de Hugo Chávez.
Hay otro tema que con toda seguridad habrá abordado la diplomacia española, y que seguramente se repetirá con Evo Morales, y es el de la XIX Cumbre Iberoamericana, a celebrar en Estoril el 30 de noviembre y 1 de diciembre próximos. A nadie se le escapa la preocupación por el desarrollo de la Cumbre, por la asistencia del mayor número de mandatarios y por intentar evitar la repetición de sucesos como el famoso “por qué no te callas” de Chile. Mientras la política española hacia América Latina gire en torno a las Cumbres y busque dar un tratamiento similar a todos los países latinoamericanos, independientemente de la naturaleza de sus gobiernos, Madrid seguirá siendo un punto de atracción para tan ilustres visitantes, como lo ha venido siendo ininterrumpidamente desde la década de 1980.
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