Vergonzoso el gasto militar en Latinoamérica
Por Alberto Müller
Se rearma América Latina con una indolencia irresponsable, sin apenas acercarse a resolver sus problemas sociales más acuciantes y alarmantes. Resulta vergonzoso que una región en paz entre sus naciones, como debe ser y con Venezuela a la cabeza en concepto de gastos militares, haya invertido más de 40 mil millones de dólares en comprar armas en el año 2008.
Con el analfabetismo, la pobreza alarmante, los niños de la calle, la violencia criminal, las epidemias y la desnutrición en muchas zonas de América Latina, se convierte en un crimen social de naturaleza inaudita, el creciente armamentismo que recorre los entresijos de algunos gobiernos latinoamericanos, como Venezuela, Chile, Brasil, Bolivia, Cuba y Colombia, entre otros, que prefieran invertir en armas o en gigantescos presupuestos militares y no en producir alimentos o educación para los niños.
Cuba acaba de iniciar su curso escolar con faltantes en casi todos los renglones escolares, producto de su caótica economía centralizada y la falta de estímulos para el trabajador, sin embargo el presupuesto militar del país, triplica el presupuesto educacional.
Tal vez Colombia, con una larga guerra criminal generada por las guerrillas marxistas y el narcotráfico en su propio territorio, sea el único país de Latinoamérica, que pudiera justificar moralmente la necesidad de mantener o incrementar sus gastos militares.
Resulta paradójico, que en el momento en que las grandes potencias, como Estados Unidos y Rusia, hacen un compromiso responsable por reducir su armamentismo nuclear; que en la XXI Conferencia para el Desarme en Japón del mes de agosto se proclamara un mundo libre de armas nucleares y que próximamente el Consejo de Seguridad de Naciones, que ya se anunció que presidirá el presidente Barack Obama en su sesión de finales del mes de septiembre y tratará sobre el desarme nuclear, que algunos países de América Latina estén gastando miles y miles de millones de dólares en reforzar su armamentismo militar con aviones, submarinos, tanques, armas y municiones.
Precisamente el presidente de Venezuela acaba de anunciar la compra de 500 helicópteros de combate a Rusia por un valor de 500 millones de dólares, más la adquisición de misiles con capacidad de alcanzar objetivos a una distancia máxima de 300 kilómetros.
Hace dos años Venezuela fue intermediario, violando las sanciones impuestas por las Naciones Unidas a Irán, en la venta de armas iraníes a América Latina.
El intercambio militar de Venezuela con Irán, de apenas un millón de dólares en el 2004, en estos momentos los analistas consideran que deba estar superando la cifra de los 100 millones de dólares.
El presidente Chávez anunció recientemente durante su visita a Teherán, que construirá en Venezuela una ‘villa nuclear’ con tecnología iraní.
Brasil acaba de comprometerse a realizar una compra a Francia de 36 aviones de combate, cuatro submarinos de guerra y un submarino nuclear, todo con un costo estimado de más de 14 mil millones de dólares.
Chile compró a principios del año 18 aviones de combate a Estados Unidos y adelantó que comprará cañones de largo alcance y radares militares. Su programa de modernización militar para el año en curso, se calcula en casi cinco mil millones de dólares.
Bolivia, el país más pobre de América Latina, después de Haití, con necesidades imperiosas que claman por todos los costados de su territorio nacional, acaba de firmar un compromiso con Rusia por CIEN millones de dólares para comprar armas y un avión presidencial.
Si los gastos militares en América Latina se invirtieran en educación y en producción de alimentos, en menos de una década se erradicaría el analfabetismo en la región y posiblemente la pobreza sería muy marginal.
Alarmante que cada vez que los países de América Latina gastan un dólar en armas, sólo gastan 80 centavos en materia de higiene y salud.
Los gobiernos latinoamericanos, que invierten exageradamente en armamentismo, tienen la obligación moral de saber que con armas no se alimenta a los pueblos ni se fabrica un techo a los desamparados ni se educa a los analfabetos ni se erradican las epidemias mortales.
Pero más importante aún, cabría hacerles a todos esos gobernantes una pregunta pública delante de sus pueblos y con altavoces para que se escuche en los salones protocolares de UNASUR, la OEA y las NACIONES UNIDAS.
¿Por qué ese monumental gasto militar en algunos países de América Latina, si no estamos en guerra ni en perspectivas de guerra?
¿Cuál es la intención oculta de ese brutal armamentismo, que clama por una reflexión de justicia social hacia nuestros pueblos necesitados?
América Latina necesita trabajar por la paz, por la libertad y por el desarrollo económico.
Enterremos las armas definitivamente para comprar leche, pan y mantequilla para nuestros niños hambrientos. Y fabriquemos viviendas a los desamparados.
Definitivamente no es justo lo que está pasando con el rearme latinoamericano.
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