Legalizar las drogas
“Seguimos en esta guerra estúpida; la solución sería la inmediata discriminalización, despenalización y legalización total de las drogas… no hay otra solución”, pienso, mientras el tránsito, bajo la lluvia, se hace insoportable el domingo por la noche en la carretera al Atlántico.
A mi memoria vienen las palabras de Ethan Nadelmann, de Foreign Policy: “La legalización [de las drogas] es el mejor enfoque”. El argumento de este experto es convincente: “Poca gente duda ya de que la guerra contra las drogas está perdida, pero se necesita valor e imaginación para superar la ignorancia, el miedo y los intereses que la sostienen”.
“La ilegalización ha vuelto a fracasar. En lugar de considerar la demanda de drogas prohibidas como un mercado y tratar a los adictos como pacientes, los líderes políticos no han hecho más que engordar las ganancias de los traficantes y fomentar narcoestados que harían temblar a Al Capone”.
“La prohibición a escala global es, sin duda, un gran y costoso desastre. La ONU sitúa el valor del mercado mundial de drogas ilegales en $400 mil millones (unos 290 mil millones de euros) o el 6% del comercio global. Los extraordinarios beneficios que atraen a quienes están dispuestos a asumir riesgos enriquecen a los delincuentes, a los terroristas, a las insurgencias violentas y a los gobiernos y policías corruptos”.
“Al sacar a la luz el mercado de la droga, la legalización cambiaría de forma radical y para mejor todo ese panorama. Y lo que es aún más importante: reduciría la adicción a lo que es, una cuestión de salud… Pero también sería buena para todos aquellos que luchan contra las drogas, porque reduciría el riesgo de sobredosis y de contagios asociados a los productos sin control, porque eliminaría la necesidad de obtener las sustancias en peligrosos mercados criminales, y porque permitiría que la drogadicción se tratara como un problema médico en vez de como una cuestión criminal…”
“Algunos dicen que la legalización es inmoral, pero eso es una tontería, a menos que uno crea que se puede discriminar a las personas por lo que introducen en sus cuerpos, cuando no perjudican a nadie más. Otros dicen que eliminaría el obstáculo más mínimo para la generalización del abuso de drogas. Estos olvidan que ya hay todo tipo de sustancias psicoactivas y que quienes no tienen dinero para comprar drogas inhalan pegamento, gasolina y otros productos industriales, que pueden ser más perjudiciales que cualquier estupefaciente”.
“La guerra global contra las drogas se mantiene, en parte, debido a que muchas personas no distinguen entre los efectos dañinos del abuso de los estupefacientes y los de su prohibición.
La legalización sitúa esta diferencia en primera línea del debate. El problema del opio en Afganistán es, sobre todo, un problema de prohibicionismo, no de drogas. Y lo mismo vale para la narcoviolencia y la corrupción que sufren América Latina y el Caribe desde hace al menos tres décadas y que amenazan el continente africano. Los gobiernos pueden arrestar y matar a un narco detrás de otro, pero la solución definitiva debe ser estructural”.
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