Ecuador: La prensa libre, ¿una falla de mercado?
La propuesta oficialista para nueva Ley de Comunicación cree que hay una falla en el mercado de comunicaciones y es que supuestamente hay un oligopolio controlado por los banqueros del país. Pero ¿de verdad hay una falla del mercado y de verdad es la prensa nacional controlada por los banqueros?
Xavier Alvarado, de Ecuavisa, y el mexicano Ángel Gonzales, de RTS, nunca han tenido un banco en Ecuador. Los Isaías, que eran dueños de CN3, CN7 y TC Televisión, desde hace mucho tiempo que no tenían bancos en el país. Solo quedan los casos de Fidel Egas con Teleamazonas y ETV Telerama de Eljuri. De los propietarios de los cuatro periódicos más importantes del país –EL UNIVERSO, El Comercio, Hoy y Expreso– se puede decir que ni uno de ellos tiene un interés económico en la banca.
Si a los que proponen más control del Estado por sobre la prensa les molesta la distribución actual de frecuencias de radio y televisión, deberían reconocer que el único culpable es el Estado. Las frecuencias de radio y televisión en nuestro país han sido denominadas como recurso del Estado desde la dictadura militar de Rodríguez Lara y desde ahí fueron asignadas por autoridades de los gobiernos de turno. ¿Falla del mercado o del Estado que asignó las frecuencias?
En la universidad en Estados Unidos siempre me explicaban que una economía centralmente planificada había demostrado no funcionar en la Unión Soviética. Inmediatamente, solían explicar que la alternativa –el mercado– tenía sus fallas. Entre sus fallas enumeraban, por ejemplo, la provisión de bienes públicos.
Creo que ambos sistemas tienen fallas, pero creo que el mercado es menos imperfecto que los gobiernos en manos de hombres “superinteligentes”. En el caso de la prensa, siempre ha habido más libertad de expresión cuando hay propiedad privada de los medios de comunicación y la menor regulación posible del Estado. Por ejemplo, la Primera Enmienda de la Constitución de Estados Unidos prohíbe al Congreso expedir leyes que limiten la libertad de expresión o de prensa.
A principios de este año escuché al profesor argentino de economía Martín Krause, quien decía que muchas veces por enfocarnos en las fallas de mercado nos olvidamos de las todavía mayores fallas del Estado.
Por lo que les quiero preguntar a los que proponen la nueva Ley de Comunicación lo siguiente: ¿Puede el Estado garantizar que regulando todavía más el contenido de la prensa habrá más libertad de expresión que la que hay hoy? ¿Puede el Gobierno garantizar que habrá más igualdad de condiciones para comunicar y acceder a las frecuencias cuando esto será potestad del Consejo Nacional de Comunicación (controlado por el Ejecutivo)? Pensar que sí es ignorar lo que ha pasado con la supuesta “democratización” de la prensa en lugares como Cuba y Venezuela. Como dijo Mario Vargas Llosa en Quito en el 2007: “Los medios se democratizan solos. Cuando hay libertad, hay órganos que expresan distintos puntos de vista, que compiten entre ellos, que defienden opciones diferentes. Eso es la democratización”.
El nuevo proyecto de Ley de Comunicación, en cambio, es la semilla de nuestra futura mordaza.
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