Merkel y Europa

La fe, la moral y la palabra pueden tener una fuerza que no siempre tienen el cínico realismo y la fuerza militar. Quizá un modelo canónico de tal idealismo pragmático sea el caso de Angel Merkel.

Sea cual sea el resultado de las elecciones alemanas, nadie parece dudar que la canciller de Alemania continuará siendo la mujer más influyente del mundo. Su fe (católica), su moral (reformista conservadora) y su palabra (revelada en la resistencia cultural contra el comunismo) se instalaron en el corazón de la construcción política de Europa cuando parecían triunfar el imperio de la fuerza militar y el realismo de los Estados.

 

Merkel todavía estudiaba física cuando el equilibrio del terror atómico era el único horizonte visible para los jóvenes europeos. Merkel se inició a la vida pública entre 1978 y 1983, cuando la batalla de los euromisiles (SS-20 soviéticos y Pershing americanos) parecía hipotecar el destino de Europa. Merkel irrumpió definitivamente en la acción cívica (1988/89) cuando dos realistas empedernidos como Margaret Thatcher y François Mitterrand aún aceptaban el orden estatal del Imperio comunista.

 

La resistencia moral de los jóvenes alemanes del Este, como Merkel, tuvo un éxito que hubiese parecido utópico a los grandes estrategas militares del equilibrio del terror. La palabra y determinación moral de Merkel -osando un enfrentamiento pacífico que Thatcher y Mitterrand consideraban peligroso- aceleraron el cambio democrático donde se funda la nueva Europa de nuestro tiempo.

 

Física de formación, hija de pastor y profesor, divorciada, madre sin hijos, Angela Merkel no es una idealista utópica, si no una creyente en la fuerza de las ideas, la palabra, la fe -nada incompatibles con el pragmatismo y la acción-, cuyas raíces últimas son la matriz original de Europa, cómo olvidarlo.