El caso Polanski pone contra las cuerdas la justicia y la conciencia de América
NUEVA YORK . – El caso Roman Polanski amenaza con convertise en todo un reto judicial y moral para Estados Unidos. Un clamor por su liberación recorre el mundo del cine (y el otro). Woody Allen, Martin Scorsese y Pedro Almodóvar son algunas de las celebridades que han pedido poner fin a una ordalía que se remonta a 1977. Mientras, un sacerdote estadounidense, Thomas Reese, del Centro Teológico de Woodstock, preguntaba qué pasaría si en lugar de Polanski fuese un cura pedófilo. Según Reese, nadie exculparía al cura con argumentos como haber tenido una infancia o una vida trágica, o por haber obtenido el perdón de la víctima.
Samantha Geimer tenía 13 años cuando mantuvo relaciones sexuales completas y variadas con Polanski. Para unos fue la cordera inocente en manos de un endiablado seductor, para otros una calculadora Lolita que, debidamente teledirigida por su madre, buscó y encontró el punto débil del viudo de Sharon Tate. Con el tiempo no sólo le perdonó –previa compensación económica- sino que a día de hoy, cuando intenta ser una respetable matrona de 45 años, dice que sufre mucho cada vez que el caso vuelve a estar de moda, y que los tribunales le han hecho «más daño» que Polanski.
La pregunta que todos se hacen
Pero la pregunta que con más insistencia se hace todo el mundo -¿por qué Polanski ha sido detenido ahora y no en cualquiera de sus múltiples viajes a Suiza, donde incluso tiene casa?- recibió ayer una insólita respuesta. El arresto podría haber sido la respuesta al «desafío» de los abogados del cineasta, al plantear en un recurso que la justicia norteamericana no ha intentado «seriamente» detener al fugitivo en estos treinta años.
Este era uno de los argumentos que los abogados utilizaron hace meses para pedir el cierre del caso en el tribunal que todavía considera a Polanski un prófugo. Creen estos juristas que semejante desidia se explica por qué, de comparecer Polanski ante el juez, saldrían a la luz las presuntas irregularidades iniciales del proceso, que son las que se denuncian en el recurso. E incluso en un reciente documental, elocuentemente titulado «Polanski, Wanted and Desired».
La respuesta a esto no se hizo esperar: Polanski fue detenido el sábado pasado en Suiza cuando se disponía a recibir un homenaje (una situación que ya vivió un personaje de Woody Allen, y de la que el propio Allen estuvo cerca cuando Mia Farrow le acusó de abusos sexuales contra el hijo menor de ambos). La fiscalía exhibe ahora el presunto listado de todas las ocasiones en que habría tratado de detener a Polanski con anterioridad. En todas ellas el viaje por él anunciado a países “neutrales” se habría frustrado en el último momento o las autoridades locales habrían sido lentas, permitiéndole salir y entrar antes de hacer nada. Se supone que esto ocurrió por ejemplo en Israel.
Nadie se cree mucho estas explicaciones, que para algunos suenan a oscuro pretexto y para otros suponen una amenaza de quiebra permanente de la confianza y hasta de la legalidad. En estos momentos Polanski pleitea furiosamente por salir de la cárcel en Suiza, y por supuesto por evitar la extradición. Algo que parecía imposible hace sólo unas semanas en el tranquilo oasis helvético. Claro que allá acaba de venirse abajo el mismísimo secreto bancario suizo, precisamente por presiones de Estados Unidos.
- 23 de enero, 2009
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