Honduras y el éxito de la estrategia Micheletti
Tegucigalpa.- Que pase el tiempo. Esa fue, y es, la estrategia de Roberto Micheletti. El actual presidente de Honduras sabía cuando llegó al poder tras el golpe de estado que derribó a Manuel Zelaya, que le quedaban por delante seis meses. Medio año largo y duro, pero ólo seis meses, para resistir la presión internacional y presidir unas elecciones que devolvieran la estabilidad institucional a su país y reintegraran a Honduras al escenario internacional.
Su plan está a un paso de cumplirse: el 29 de noviembre habrá elecciones presidenciales y en enero de 2010 asumirá el nuevo presidente. Pase lo que pase en este tiempo (incluso una vuelta de Zelaya a la presidencia) el proyecto zelayista está muerto, al menos durante los próximos 4 años.
La apuesta de Roberto Micheletti ha sido doble desde el 28 de junio pasado: primero, resistir las presiones internacionales tanto de los aliados de Manuel Zelaya (en especial Hugo Chávez) como del mundo democrático (OEA, EEUU. y países europeos).
En segundo lugar, la estrategia de Micheletti ha consistido en dejar pasar el tiempo para que llegue la celebración de las elecciones presidenciales. Esos comicios son para el actual presidente como el "bálsamo de Fierabras": deben devolver la estabilidad institucional y la legitimidad a Honduras. Con una elecciones limpias y un presidente electo, Micheletti cree (con mucha razón) que la comunidad internacional irá lentamente aceptando nuevamente a Honduras.
Por eso, toda la estrategia ha pasado por asegurar la celebración de las elecciones e impedir el regreso a la presidencia de Manuel Zelaya quien con su reforma constitucional (la famosa cuarta urna para cambiar la carta magna) ponía en peligro los comicios y levantaba el espectro de la reelección.
Aguantar y aguantar
La Honduras de Micheletti ha hecho frente a una fuerte ofensiva internacional que ha incluido la expulsión de la OEA, la retirada de las visas a varios funcionarios hondureños por parte de EE.UU., o la suspensión de la ayuda de la Unión Europea.
Como en su día le aconsejara Luis Carrero Blanco a Francisco Franco el lema de Roberto Micheletti parece haber sido el de "orden, unidad y aguantar". El gobierno de Micheletti logró, tras el golpe, congregar en torno suyo a las principales instituciones del país (Congreso, poder judicial e Iglesia) y a los dos grandes partidos (el Nacional y el Liberal). Para mantener el orden, Micheletti apeló a las Fuerzas Armadas e impuso por una semana el toque de queda, tras el regreso Manuel Zelaya en el país quien se refugió en la embajada de Brasil.
Precisamente, la suspensión de los derechos constitucionales ha resquebrajado la unidad del bloque antizelayista. El Congreso y Porfirio Lobo y Elvin Santos, los dos principales candidatos presidenciales, criticaron a Micheletti. Ante ese resquebrajamiento de la unidad interna, Micheletti debió dar marcha atrás.
Incluso, su relación con las FFAA se ha deteriorado. Micheletti ha calificado como "un error" que se expulsara del país a Manuel Zelaya: es una decisión que tomaron algunos sectores (¿las Fuerzas Armadas? y van a ser castigados de conformidad con la ley"
Si el frente anti-Zelaya presenta debilidades, la comunidad internacional también. Barack Obama empieza a recibir fuertes presiones de la bancada republicana para que reconozca las elecciones. Tres legisladores cubanoamericanos le exigieron que reconozca la legitimidad de los comicios de noviembre.
"Es inmoral e inaceptable'', dijo el representante republicano Mario Diaz-Balart, uno de los miembros de la delegación para quien "la solución a la crisis son las elecciones, pero la administración Obama hace todo para impedirlas. ¿Cómo se puede justificar eso? Es insólito''.
Los congresistas republicanos Ileana Ros-Lehtinen y Lincoln Diaz-Balart, defensores del gobierno de Micheletti, han asegurado que "todos los sectores nos dicen que están listos para las elecciones y nadie quiere a Zelaya en el poder; él tiene su gente de Venezuela, Nicaragua y Cuba […] pero el pueblo hondureño está claro en su posición'',
Las elecciones
En la estretagia Micheleti, la celebración de las elecciones es el pilar fundamental que da sentido al golpe de estado del 28 de junio. De los comicios saldrá un nuevo presidente, legitimado ante la comunidad internacional por las urnas. Será un presidente ajeno a Manuel Zelaya o el zelayismo (los favoritos son Porfirio Lobo-conservador- y Elvin Santos-liberal como Zelaya y enemigo del expresidente derrocado).
Cuando se produzca el traspaso de poderes en enero de 2010 el proyecto zelayista de reforma constitucional y reelección habrá quedado sepultado, por lo menos para los próximos cuatro años.
Además, las elecciones limpiarán el proceso hondureño al darle legitimidad ante el resto del mundo. EE.UU., parte de los países latinoamericanos y la UE aseguran que no reconocerán los comicios presidenciales, pero ya ha empezado a resquebrajarse esa actitud.
El 28 de septiembre la OEA no pudo emitir una nueva declaración sobre Honduras ante las divergencias en uno de los puntos relacionado con las elecciones convocadas por los golpistas. Dentro de la OEA, Venezuela, Argentina y Nicaragua pedían la condena para Honduras y un pronunciamiento donde se dijera que las elecciones del 29 de noviembre no serían reconocidas. Estados Unidos, Canadá, Bahamas, Costa Rica y Perú no respaldaron esa medida.
El regreso de Zelaya
Por el momento, casi todos los países coinciden en que Manuel Zelaya debe regresar a la presidencia. Pero si el expresidente cuenta con ese apoyo internacional, Roberto Micheletti tiene un aliado a su favor, el factor tiempo. Cada día que pasa, el regreso de Zelaya se vuelve más simbólico y menos efectivo.
Lula da Silva y Barack Obama presionan por el regreso de Zelaya. El brasileño ha sido muy claro: "solo hay una cosa errada en Honduras, que está en la presidencia quien no debería estar (…); si él (Micheletti) sale y permite que el presidente asuma y convoque a nuevas elecciones, todo el mundo (…) va a mandar embajadores para allá otra vez",
Barack Obama sigue apoyando el Acuerdo de San José, que consiste en una propuesta presentada por el presidente de Costa Rica, Oscar Arias, en su calidad de mediador, para resolver la crisis "quisiera ver es a las partes respaldar la propuesta de Arias. Yo creo que esto haría que las elecciones próximas fueran mucho más legítimas". El Acuerdo de San José permitiría a Zelaya regresar al poder y completar su mandato hasta enero de 2010.
Pero si Manuel Zelaya retoma el poder será por poco tiempo (60 días escasos), con facultades recortadas y habiendo renunciado a impulsar su reromar constitucional. Deberá aceptar unas elecciones de las que saldrá un gobierno que buscará la reconciliación pero que no estará en la línea de Zelaya.
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