Uruguay: Continuismo imposible
El País, Montevideo
Votar al Frente para que el Uruguay siga como está, es soñar con un imposible. Los factores, externos e internos, que posibilitaron los resultados de este período, o han cambiado ya, o lo harán en un hipotético segundo gobierno frentista.
La expansión económica de los últimos años, acompañada de baja inflación, pinchó y aún cuando ciertas economías dan muestras de recuperación, el empuje de demanda que producían no será tan fuerte y los vagones de dinero volcados en los mercados para evitar una recesión, habrán de presionar sobre los precios. No es que se venga una catástrofe, los precios de los commodities nos están salvando la petisa, pero se requerirá de mucho más esfuerzo para alcanzar iguales niveles de vida con menos comercio a menores precios y con menos inversión.
Lo que otros están haciendo para enfrentar estas dificultades, es mejorar su productividad. Aquí, la postura ha sido enfrentar las consecuencias económicas (caída de la demanda externa y del nivel de actividad) con expansión del gasto. Amortiguar la caída del empleo usando al Estado, subsidios encubiertos y una fuerte presión sobre el sector privado, con los Consejos de Salarios, para que aumentaran sueldos y no ajustaran por cantidad.
Hoy, los números no dan mal. Pero éste es un equilibrio basado en factores cuya perdurabilidad es muy dudosa. El deterioro que no vemos en los números del PBI y del empleo, aparece y crece en los números fiscales y las rigideces embutidas al factor trabajo, unido a componentes culturales de más larga data, aparecerán en una pérdida de productividad, hoy disimulada por el encarecimiento de las economías vecinas, los buenos precios de nuestras principales exportaciones y por el envión de las inversiones.
Sí, como parece, las condiciones comerciales mundiales se endurecerán, el crédito se hará más caro y las cuentas fiscales más difíciles de bancar, nuestra baja productividad se manifestará en pérdida de competitividad y ésta en tensiones internas, potenciadas por el impulso dado a la corporativización sindical.
A su vez, hay factores internos que no perdurarán sin cambios bajo un segundo gobierno del F.A. El primero y más grave es la educación. Nuestro sistema educativo es un fracaso se lo mida como se quiera: por la deserción; por el nivel de los que ingresan a la educación terciaria; por los egresados de esa educación; por los tests internacionales; por la crisis de valores, la pérdida de jerarquía y autoridad de los docentes; la violencia en los colegios y liceos; la decadencia de la infraestructura, etc. Este proceso, habrá de agudizarse en el período siguiente.
1º) Porque en la esencia del problema hay ingredientes que el Frente incorporó a su panteón ideológico-cultural: al cerrarse al mundo: privilegiar la igualdad y la medianía frente a la excelencia, a la disciplina y la autoridad y 2º) Porque el mayor impedimento al cambio está en el establishement educativo, frentista él y totalmente abroquelado. Si alguien no percibió esto, la implementación del Plan Ceibal puso en evidencia que este gobierno del Frente Amplio, está convencido de que cualquier cambio que se quiera intentar en nuestra educación debe implementarse por fuera de los docentes. En el período que viene, los sindicatos no dejarán cambiar ni el programa de gimnasia.
No sólo en la educación gravita el corporativismo. Bajo este gobierno tuvo un desarrollo exuberante, al punto de que el Parlamento, fue debilitado hasta la intrascendencia y su lugar invadido por corporaciones representantes de intereses sectoriales. Eso ha hecho que en áreas claves, como la educación, la salud, la energía, las finanzas y otras, poco se puede hacer sin su venia y este fenómeno, cuando los tiempos son fáciles, se expande y cuando la cosa viene de tener que cambiar, se endurece bloqueando todo intento.
Políticamente, el continuismo es imposible porque el Frente que resultará de octubre será muy distinto al de hoy. Sin entrar a hacer juicios de valor sobre los diferentes grupos, algunos van a desaparecer, o casi, otros a debilitarse y otros a fortalecerse aún más.
La Vertiente, el grupo de Nin y el de Michelini, están en la primera categoría; los socialistas no parece que consigan repechar el rechazo de Vázquez y las performances de Gargano y Daisy Tourné. Por el otro lado, aumentará la mayoría relativa del MPP y, quizás, la influencia del PCU. En cuanto a Asamblea Uruguay, Astori no ha dejado crecer a otras personas ni a una estructura con visos de permanencia y sus adeptos originales deben estar sufriendo fuertes cólicos al verlo sonriente, abrazado a Mujica. En definitiva, será imposible armar un rompecabezas como el que pergeñó Vázquez, ni preservar los equilibrios que balanceó hasta hoy.
Dos últimos factores: 1º) El F.A., ha caído en un problema de senectud, al no haber podido renovar su dirigencia.
Y, 2º) Desde sus orígenes tuvo siempre alguien que operaba como el hilo que ataba el paquete: primero fue Seregni, después Vázquez. Eso hoy no existe. Aun los más enceguecidos fans de Mujica, tendrán que reconocer que no es ni un Seregni ni un Vázquez.
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