Guatemala: De vuelta al pasado
Parece que la SAT ha cambiado el protocolo de sus inspecciones en el aeropuerto La Aurora. Lejos de hacerlas más eficientes, ahora se dedica a registrar manualmente todas y cada una de las piezas de equipaje, lo que causa un gran cuello de botella. Así era como se hacía hace 25 años. La gente de la SAT debería poder hacer un trabajo razonablemente bien sin causar semejantes inconvenientes a los viajeros.
De nada sirve que nuestro país haya invertido tanto dinero en hacer un aeropuerto moderno, seguro y eficiente si la Superintendencia de Administración Tributaria (SAT) inexplicablemente se esfuerza en hacerlo ineficiente. Ahora, resulta que todas las piezas de equipaje de los pasajeros son pasadas, primero, por una moderna máquina de rayos X. Pero por si semejante inversión en tecnología de punta no fuera poco, todas las valijas también son abiertas e inspeccionadas minuciosamente por un funcionario de la SAT. Como era lógico esperar, todo el proceso causa largas colas adentro y afuera del aeropuerto, pérdida de tiempo para todos y dudosos beneficios para la ciudadanía.
Es cierto que la recaudación de impuestos ha bajado. Pero si la SAT cree que con este nuevo protocolo de inspección contribuirán a cambiar esta tendencia, los ciudadanos nos enfrentamos a graves problemas de criterio de nuestros funcionarios. Para comenzar, lo poco o mucho que la gente pague de impuestos, por lo que sea que los inspectores les encuentren, difícilmente pagarán el costo de la máquina de rayos X, mucho menos producirá alguna recaudación incremental. ¿Alguien hizo este simple análisis costo–beneficio?
Paradójicamente, la cosa funcionaba mejor cuando las inspecciones eran visuales, sin tanta tecnología pero con una gran dosis de sentido común. No se registraba a todos los pasajeros sino que los funcionarios de la SAT, aleatoriamente, o con base en la cantidad de equipaje, mandaban a los pasajeros a inspección. Mientras tanto, el resto de gente pasaba rápido y sin problemas por aduanas. Así es como se hace en varios países civilizados que ponen especial atención en hacer un buen trabajo al causar solo molestias razonables. Y si quieren ponerse sofisticados, consigan un par de perros y con ello hasta drogas escondidas podrían detectar.
En Guatemala, la SAT se esfuerza por regresarnos 25 años en el tiempo cuando el criterio era tan malo como el actual. Es una pena que un personal que labora en el aeropuerto, calificado, cortés y profesional, lo tengan desperdiciado de esa manera. Ojalá regrese el sentido común algún día, en especial para fin de año, cuando es la temporada alta de viajeros. De no ser así, las colas serán tan insoportables como la lógica del recaudador de impuestos.
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