La oportunidad que Chávez perdió
Una historia que describe una época. Antes de 1998, la crisis hacía metástasis en los partidos políticos. Algunos grandes medios de comunicación social fueron construyendo su Frankestein. Desde sus centros de poder, esquilmaron la acción partidista y forjaron el nacimiento de Hugo Chávez, como fenómeno de masas.
Han transcurrido diez años y el remedio resultó peor que la enfermedad.
El hombre que contó con el respaldo popular más grande de nuestra historia, tuvo la posibilidad de recibir cuantiosos recursos que podrían habernos convertido en una nación del primer mundo. Sin embargo su infinita incapacidad, hicieron que nuestra riqueza muriera en sus proyectos y en los bolsillos de su séquito de incondicionales, una especie de ejército de lobos rapaces dispuestos a devorar cualquier trozo de carne; personajes de oscuro pasado y violentas ejecutorias, que llegaron al poder para vengar sus frustraciones infantiles.
Ahora vivimos peor que antes. Frente a nosotros desfila una administración mediocre y corrupta. Dirigida por los balbuceos de un personaje, que se cree predestinado de la historia. Cuando, en verdad, es el primer obstinado en fortalecer su imagen de hombre acongojado por el peso de su pobreza intelectual.
Venezuela recibe el castigo de la administración de Hugo Chávez. El magnate de Miraflores despilfarró entre amigos, viajes, y nimiedades más de novecientos mil millones de dólares. Toda esa fortuna fue a parar a las manos de la corrupción más espantosa que pueblo alguno haya padecido. Se perdieron los inmensos beneficios de la renta petrolera en pos de pagar las cuentas de otros.
El dinero venezolano transformado en resolver los conflictos bolivianos, ecuatorianos, cubanos, argentinos etc. mientras aquí la nación perece entre múltiples asesinatos y los “chillidos” de los estómagos vacíos.
Hugo Chávez es el campeón de la nulidad. Desperdició la hermosa oportunidad de erigirse en un líder constructor de pueblos. Si hubiera utilizado el 80% por ciento de nuestros recursos en inversiones en Venezuela, estaríamos en mejores condiciones que los restantes países del hemisferio, incluyendo Chile, México y Brasil. Desgraciadamente, optó por querer rescatar al socialismo de las pailas del infierno, creyó que su pasaje a la posteridad se lo daría Carlos Marx y Lenin, olvidando que fueron los ciudadanos venezolanos quienes creyeron que sus ideas eran apropiadas. Quizás pensó que su robusta figura y algunas frases atragantadas de oportunismo, serían colocadas en algún sitio en donde pueda ser acompañado de la universalidad.
Gracias a su falta de talento, enterró parte del futuro de la nación. Ahora toca recomponer hasta la forma de relacionarnos. Su siembra llenó de cizaña nuestro trigo democrático. La amargura de su enfermo y mal entendido proceso revolucionario, cimentó las diferencias entre todos los ámbitos de la nación. Es enemigo acérrimo de todo aquel que logre el éxito que no tiene su gobierno. No cree en la empresa privada como motor del desarrollo sustentable.
Sigue caminando bajo las sombras, persigue su propia razón de ser; no encuentra el sendero que tranquilice las angustiantes noches de Sabaneta.
Perdió la oportunidad para ser recordado como un gran estadista, y no como aquel hombre que arruinó la esperanza nacional.
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