No paz, no premio
“La guerra continuará hasa el final…” (Daniel 9:26)
Al igual que el premio Pulitzer para periodismo, junto con el Oscar y el Emmy para cine y televisión, el Premio Nobel de la Paz es como un club privado, en el cual humanistas liberales y optimistas se dan premios unos a otros.
Por mi parte, el Comité Nobel pudiera haberle dado su inútil premio (excepto por el dinero) a Homer Simpson (N.R. personaje de dibujos animados por TV). Al igual que el Presidente Obama, Homer no ha hecho nada por ganárselo, aunque quizás sea el único personaje que ha salido más en TV que el Presidente.
Según el portal cibernético www.globalsecurity.org, en la actualidad hay “42 conflictos acivos y/o guerras en el mundo hoy en día”. No todas son guerras con tiros en este momento y hay varias guerras civiles y conflictos entre Israel y varios grupos terroristas, pero 42 guerras son muchas guerras.
La paz ocurre generalmente cuando se derrota al mal agresivo, que es por lo cual Alemania y Japón ya no luchan contra los Estados Unidos. El Comité Nobel aparentemente cree que por diplomáticamente proclamar que “Todo lo que decimos es démosle una oportunidad a la paz”, la gente mala no seguirán pensando en la guerra y se impresiorán tanto por nuestras intenciones que depondrán sus armas.
El Presidente de Irán Mahmoud Ahmadinejad pudiera ganar el Premio Nobel de la Paz en un instante si anunciara que su dios le había dicho que no acabara con Israel, o comenzara un Armagedón. Pero Ahmadinejad no lo hará, porque él es malvado y hay que derrotarlo. Tampoco responderá a negociaciones, o sanciones. Lo mismo sucede con Osama bin Laden. Las Naciones Unidas lo recibirían como orador y el Comité Nobel le daría su más alto premio si anunciara que ya no cree en el terrorismo y que se ha convertido en seguidor del Dali Lama o cualquier otra pseudo-deidad “aceptable”. El tampoco hará nada de esto porque es malvado y debe ser derrotado.
El Comité Nobel cree que George W. Bush es malvado, pero aparentemente no cree que bin Laden o Ahmadinejand lo son. Se avergüenzan de líderes que quieren vencer al mal por la fuerza en vez de que las fuerzas del mal acaben con ellos. El Comité Nobel odia a Israel también. Y esto es porque sus miembros, y muchos hombres blandengues con igual mentalidad en el mundo, adoran a Michael J. Fox en vez de a John Wayne y encuentran sus modelos a seguir en las damas liberales de “ The View” (N.R., programa femenino de TV) , no en personajes fuertes como Jack Bauer de “ 24”.
El concepto del premio de la paz está equivocado porque el problema de la guerra no está en aquellos que harían la paz, sino en aquellos que harían la guerra. Si el Comité Nobel fuese realista, dejaría de estar dando premios de la paz y empezarîa a dar premios a aquellos que se han enfrentado al mal y producido paz en naciones que sólo han conocido la opresión. Candidatos para tales premios incluirían a Ronald Reagan, Margaret Thatcher y el Papa Juan Pablo II, que conspiraron para liberar a Europa del totalitarismo del comunismo soviético.
Bill Clinton también sería un candidato legítimo por sus esfuerzos que estabilizaron Bosnia. A él pudiera dársele un poco de crédito por la paz en Irlanda del Norte que, aunque estuvo trabajándose durante décadas, por fin se realizó cuando su presidencia. El Presidente Obama estuvo en lo cierto cuando reconoció que él no se merece el premio. Tampoco lo merecían Yasser Arafat, Henry Kissinger, Le Duc Tho o Al Gore.
La pregunta debería ser: ¿Por qué a pesar de los mejores esfuerzos del hombre, incluyendo la Liga de las Naciones y las Naciones Unidas, no hemos tenido éxito en erradicar la guerra? La respuesta está en estas antiguas y sabias palabras: “¿Qué causa luchas y peleas entre ustedes? ¿No vienen de sus deseos que luchan dentro de ustedes mismos? Ustedes quieren algo, pero no lo obtienen. Ustedes matan y codician, pero no pueden tener lo que quieren. Ustedes pelean y luchan. Y no lo tienen porque no se lo piden a Dios. Cuando ustedes piden, ustedes no reciben, porque piden por los motivos equivocados para poder gastar lo que obtengan en sus placeres.” (Santiago 4:1-3)
Por eso es que un premio de la paz no tiene sentido.
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