¿Descorchar o no descorchar?
Las pocas veces que he recibido un vino de calidad -lo que desde mi punto de vista se refiere a cualquier vino de más de 40 ó 50 dólares; como verán, mis estándares no son de los más altos-, ya sea como regalo o porque en un arrebato decidí largar algunos pesos extra, he tenido que hacer esfuerzos sobrehumanos por convencer a mi mujer de que no se descorchará en un asado o cena cualquiera: “¡No! ¡Este hay que guardarlo para algún momento muy especial! ¡No es un vino del montón!”.
Definir qué constituye un momento especial es otro tema, quizás para una columna de sicología o de relaciones de pareja. Pero el punto es que lo más que he podido guardar una botella de vino ha sido un par de meses. Nunca he llegado al año. Es por eso que me llamó aún más la atención una columna que vi en un sitio que se llama Alternative Latin Investor.
Por inversiones alternativas se entiende normalmente las inversiones que no tienen que ver con lo típico: acciones, instrumentos de renta fija (bonos) o depósitos a plazo. Sin embargo, el concepto puede ser más amplio, ya que mientras en América Latina se habla de inversiones alternativas cuando se piensa en un fondo de inversión que compra bienes raíces o un hedge fund, en Europa o Estados Unidos el concepto apela a lo más mainstream. Dos categorías me llamaron la atención en el sitio: arte y vino.
Un poco más de investigación me reveló sitios como The Wine Investment Fund, que invirtiendo en vinos finos, ha obtenido resultados, según su sitio, mayores que el oro o el petróleo desde 2004 a la fecha. E incluso aprendí de la existencia de una bolsa del vino, la Liv-Ex, con su propio índice, el Liv-Ex 100.
Con los datos anteriores en mi cabeza, empecé a mirar mi pequeñísima cava de vino con otros ojos (aunque para ser honestos, de cava no tiene nada. Sólo es una repisa de la cocina donde guardo algunas botellas. Los connoiseurs se podrán enojar conmigo, ya que no considero factores como la temperatura, la luz o el sonido). Pensé: ¡quizás podría guardar mi botella de Cabernet Sauvignon Don Matías Cousiño Macul 2008 unos 20 años y después venderla en la bolsa Liv-Ex por montos estratosféricos! Sin embargo, un poco de investigación rápidamente me hizo aterrizar, y de paso, entender por qué en Chile y Argentina, los mayores productores de vino de la región, no hay (aún) fondos de inversión y mucho menos bolsas donde se negocien botellas de vino fino.
El sommelier Pascual Ibáñez, español avecindado en Chile y director de la Escuela de los Sentidos, me comentó al teléfono que más que algunos coleccionistas privados que han logrado montar cavas grandes, y que son ávidos coleccionistas (entre ellos me mencionó a Albert Cassen, director de Concha y Toro, y al ministro de Relaciones Exteriores de Chile, Mariano Fernández), no ha prendido la idea de comprar y vender cosechas específicas en un mercado.
“Hace algún tiempo, en el Club de Amantes del Vino, que yo asesoro, estudiamos la posibilidad de hacer algo así con la compra y venta de vinos íconos, pero no tuvo cabida”, dice. “No hay una cultura en el país del coleccionista de vinos”.
Por su parte, el periodista chileno Daniel Greve, un experto en temas de vinos y gastronomía, me dijo que las condiciones de los vinos que se producen en el Nuevo Mundo (el continente americano, Sudáfrica, Australia y Nueva Zelanda), versus las del Viejo Mundo (Europa), imposibilitan el desarrollo de un mercado de fondos de inversión en vinos.
“Tiene que ver con características propias del vino europeo”, comenta. “Por su mezcla de taninos y el nivel de pH, los vinos europeos tienen una curva de envejecimiento en botella mucho más lenta y larga”. O sea, con esos vinos, y en particular con los vinos franceses, que pueden llegar a su punto óptimo en unos 20 ó 30 años después de ser embotellados. En esos casos se entiende que un fondo de inversión compre toda una cosecha en verde, y la guarde con la idea de volver al mercado cuando sea el momento justo.
Si se considera que los vinos del Nuevo Mundo tienen una curva mucho más pronunciada y rápida, no tendría sentido la idea de tener un fondo de inversión en estos vinos, ya que no se gana mucho con guardarlos.
Pero esto podría estar cambiando. Según una columna de Nigel Tollerman, socio gerente de 0800-vino, un sitio de venta de vinos en Argentina, algunos vinos chilenos y argentinos están entrando al Liv-Ex, entre ellos algunos de las bodegas Catena, Achaval y Viña Ferrer en Argentina, y Lapostolle y Almaviva en Chile. Pero la mayoría del mercado es dominado sólo por vinos de Burdeos y Borgoña.
“De hecho, la totalidad de la producción de vino Almaviva (un joint venture entre Baron de Rothschild y Concha y Toro) es negociada por operadores franceses que ya compraron la totalidad de la producción”, comenta Daniel Greve.
O sea, la idea de fondos de inversión enfocados en vinos por ahora no está despegando, pero podría ser una opción clara en el futuro si más viñas y bodegas se animan a apostar a los mercados más premium de vinos. Es una gran posibilidad considerando que ambos países no llevan más de 15 años apostando a la producción de vinos insignes.
Otro motivo para convencer a mi mujer de construir una cava hecha y derecha en el subterráneo de la casa: “mi amor, es para pagar nuestra jubilación”.
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