Tan temprano
Y está el caso de aquel general que ordenó a uno de sus soldados dar un paso al frente, tomar su arma y descerrajarse un tiro en la sien y que obtuvo como respuesta un "pero mi general, ¿tan temprano y ya borracho?''
Este viejo cuento lo oí o leí en estos días, pero con relación a la decisión del comité noruego que otorgó el Nobel de la paz a Barack Obama.
Pocos "premios'' han hecho abrir tanto los ojos y fruncir tantas narices como este flamante Nobel de la paz dado al flamante presidente de los EEUU.
"En todo caso habría que darle un premio al `vidente' que propuso al presidente Obama a menos de dos semanas de haber asumido –según los plazos reglamentarios para la selección de candidatos–, previendo desde ya sus aportes a la paz'', fue otros de los comentarios sarcásticos más comunes.
Si los noruegos quisieron hacerle un favor, erraron. No conformaron a casi nadie. Los más generosos creen que no fue una decisión seria y meditada. Hay quienes son más duros y dicen que es un premio contra los más firmes y tradicionales aliados de los EEUU. Un premio antiisraelí o prochino o procuba especifican algunos, en función de los primeros pasos que ha dado Obama.
Obama llegó a la presidencia de un país cuya imagen internacional va en picada y con un difícil clima interno –mezcla de descreimiento y fastidio– que sin duda fue el motor del cambio que su propia elección significó. Algo parecido pasó con Jimmy Carter, que llegó tras el fracaso de Vietnam. A este no le fue bien internamente, pero mejoró la imagen externa de los EEUU –en la América Latina fue un ídolo– y rompió con el esquema maniqueísta imperante de "socialistas buenos'' liderados por la Unión Soviética y "capitalistas malos'' al mando de los EEUU.
Habrá que ver cómo le va a Obama. La herencia que Bush le dejó no es para envidiársela. Jamás los EEUU han sido tan mal queridos como lo son hoy. Lógicamente es preciso hacer cambios, pero sin apurarse. Se corre el riesgo de tropezar. Ser antinorteamericano hoy es buen negocio, junta votos y son muchos, particularmente en la región, los que en su programa de gobierno tienen uno solo punto: "el antiimperialismo'' (leáse antieeuu). El canciller cubano Bruno Rodríguez dijo que "Cuba no ve cambios con Obama'' y esa es la fórmula mágica. Y en Europa, Medio Oriente y Africa también apuntar a los EEUU hoy da dividendos. Bush le dejó pocos amigos a su país. Pero algunos le quedaron. Obama debe cuidar de no perderlos. Puede que a unos cuantos más vale no tenerlos, aunque no son peores que otros que Obama aparentemente está tratando de conquistar. Pero están también los que juzgan equilibradamente a EEUU, con sus defectos y sus virtudes, y que se sienten algo perplejos frente al o los discursos de Obama, según se trate de China, Medio Oriente, Europa o América Latina.
En oportunidades he asesorado a diarios y publicaciones cuyas ventas han caído mucho. Mi primer consejo ha sido: nada de cambios drásticos. De un día para otro no se ganan lectores, pero sí se pueden perder los pocos que quedan.
Y ese es el riesgo para Obama. Algunos sostienen que el Nobel de la paz no le ayuda en nada para sortearlo. Otros, quizás demasiados suspicaces y que creen que fue un premio contra los EEUU, dicen que se lo dieron para que siguiera en esa línea que va camino al despeñadero; algo así como aquello de que "al tonto para que corra hay que decirle que es veloz''.
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