¿Armas nucleares en América Latina?
Latinoamérica se ha enorgullecido desde hace mucho tiempo de ser la mayor región del mundo libre de armas nucleares, pero declaraciones recientes de altos funcionarios brasileños y venezolanos hacen que muchos se pregunten si continuará ostentando esa distinción durante mucho tiempo.
El vicepresidente de Brasil José Alencar declaró el mes pasado que Brasil debería tener derecho a las armas nucleares, las cuales, según dijo, actuarían como un "factor disuasivo'' y le darían al país una mayor "respetabilidad'' en el ámbito internacional. En el 2007, el subsecretario de Asuntos Estratégicos y Relaciones Internacionales del Ministerio de Defensa de Brasil, el general José Benedito de Barros Moreira, había hecho declaraciones similares.
Bajo el Tratado de Tlatelolco, un acuerdo regional de 1967, varios países latinoamericanos acordaron abstenerse de desarrollar armas nucleares. Desde entonces, 33 países de la región han ratificado el tratado, convirtiendo a Latinoamérica en la zona más grande del mundo sin armas nucleares.
El vicepresidente Alencar dijo que otras potencias regionales emergentes, como Pakistán, han ganado posiciones de importancia en organismos internacionales "justamente por tener una bomba atómica''. Un vocero del presidente Luiz Inácio Lula da Silva aclaró inmediatamente que el vicepresidente, así como el general antes que él, estaba hablando por cuenta propia, y que no representaban la posición del gobierno.
La semana pasada, entrevisté al ministro de Defensa de Brasil Nelson Jobim, y le pregunté si su país está planeando fabricar armas nucleares.
"No, hay aquí una equivocación de parte del vicepresidente'', dijo Jobim. "En Brasil está prohibido fabricar armas nucleares. La Constitución brasileña prohíbe el uso y la fabricación de armas nucleares, y por otra parte, [también] lo prohíben los acuerdos brasileños en el marco internacional''.
Agregó que Brasil se propone desarrollar energía nuclear con fines pacíficos, lo que está permitido por los tratados internacionales. Eso incluirá la fabricación de un submarino nuclear, que será más rápido que los submarinos convencionales, pero no estará equipado con armas nucleares, agregó. Cuando le pregunté por las declaraciones anteriores del general Barros Moreira, el ministro de Defensa respondió: "El general al que usted se refiere habló por su cuenta propia''.
¿A cuáles funcionarios brasileños deberíamos creerles?, les pregunté a varios especialistas.
Cristina Eguizabal, directora del Centro de Latinoamérica y el Caribe de la Universidad Internacional de Florida, me dijo que cree en la versión del ministro de Defensa.
"El proyecto de política exterior de Brasil es un proyecto de potencia respetable, no de una potencia antisistema, y el hecho de desarrollar armas nucleares lo pondría un poco del lado de estados `indeseables' como Irán o Corea del Norte'', explicó Eguizabal.
José Azel, un investigador de la Universidad de Miami, dijo que una de las principales prioridades en política exterior de Brasil es obtener un escaño permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU, y que «quizás esta sea una manera de crear un cierto juego político para lograr esa posición''.
Otros creen que Brasil se está poniendo nervioso por el programa de cooperación nuclear entre Venezuela e Irán. El presidente venezolano Hugo Chávez ha declarado que está construyendo una `aldea nuclear' con ayuda iraní. Los dos países firmaron un acuerdo para cooperar en tecnología nuclear el 13 de noviembre del 2008, y el ministro de Minas venezolano, Rodolfo Sanza, afirmó recientemente que Irán está ayudando a explorar las reservas de uranio de Venezuela.
Chávez dijo que esos programas "sólo tienen objetivos pacíficos'', pero el presidente colombiano Alvaro Uribe se mostró escéptico al respecto.
"A nosotros nos preocupa mucho –y no puedo dejar de decirlo– que se lleven para nuestro vecindario la guerra nuclear'', dijo Uribe en un reciente encuentro con sus compatriotas en Boston, según la Agencia France Press. "Eso es sumamente grave, sumamente preocupante''.
Mi opinión: Brasil está de buenas, y más cerca que nunca de alcanzar su meta de convertirse en superpotencia regional.
La semana pasada obtuvo una banca temporaria por dos años en el Consejo de Seguridad de la ONU, poco después de haber conseguido ser sede de la Copa Mundial de Futbol del 2014 y los Juegos Olímpicos de verano del 2016. Brasil está proyectando un saludable crecimiento económico y acaba de descubrir grandes reservas de petróleo, lo que llevó al presidente Lula a pronosticar que Brasil será la quinta economía del mundo en diez años.
Lo más probable es que Brasil desarrolle un programa nuclear con fines pacíficos, como lo afirma la postura oficial, porque quiere seguir siendo un buen ciudadano global. Pero si eso se mantiene en el futuro dependerá de lo que haga Venezuela: si la colaboración nuclear entre Venezuela e Irán no es transparente –y provoca tantas sospechas como el programa nuclear semisecreto de Irán– Brasil cambiará de idea, y Latinoamérica podría dejar de ser la única región del mundo libre de armas nucleares.
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